miércoles, mayo 28, 2008

Escenario Stratfor: desintegración de México e intervención de EU

Alfredo Jalife-Rahme

Tropas estadunidenses registran una vivienda en Irak, en una operación reciente; Stratfor sugiere en su análisis que podría ser necesaria la intervención militar de EU en México
Foto: Ap

En dos artículos, Stratfor (13 y 23/5/08), centro de pensamiento texano israelí que se autodenomina la “CIA de las principales 500 empresas” de la revista Fortune, considera a México, en su aciaga etapa calderonista, como candidato a convertirse en un “país fracasado”, al estilo de la República Democrática del Congo, Colombia y Líbano, debido a la aparente derrota del “Estado mexicano” frente a los cárteles de estupefacientes.

George Friedman, director de Stratfor (13/5/08), define la razón por la cual México está al borde de convertirse en un “Estado fracasado”, un “Estado que no funciona más como un Estado”: “La lealtad primaria de los funcionarios del gobierno es a los cárteles y no al gobierno, que se convierte tanto en un campo de batalla de competencia entre los cárteles como en un instrumento utilizado por un cártel contra el otro”, cuando el Estado “no puede cumplir su función primaria de mantener la paz”.

Matiza que el “Estado mexicano no ha fracasado aún”, pero posee el “potencial de convertirse en un Estado fracasado”. México tiene una “tradición de gobiernos fracasados”, aunque “hoy existen mayores riesgos en juego. El tráfico de drogas ascendió a 40 mil millones de dólares, 20 por ciento de las exportaciones de México a Estados Unidos en 2007”. Concluye que “si México fracasa, habría serias repercusiones geopolíticas” que llevarían a la intervención de Estados Unidos.

En la “gestación de un país fracasado”, Stratfor (23/5/08) pone en relieve la foto de un muñeco alusivo a Felipe Calderón que es quemado en el Zócalo. Su escalofriante tesis nodal, aunque nada novedosa, levanta la “posibilidad” de un atentado en contra de Calderón que desembocaría en el “caos sociopolítico” y una sucesión presidencial tormentosa que obligaría a la “intervención de Estados Unidos”.

México “ha entrado a un periodo de inseguridad acelerada” y, aunque todavía no cumpla los requisitos para ser clasificado un “país fracasado”, su “gestación” parece haberse iniciado. Más de mil 300 muertos de la guerra de los cárteles en menos de cinco meses no son poca cosa y las “fuentes” (sic) de Stratfor “han indicado que el presidente mexicano Felipe Calderón puede estar en la lista de los objetivos de los cárteles”, por lo que “ha incrementado los detalles de su protección personal, incluyendo la integración de una escolta de un helicóptero armado”, con la “ayuda de los servicios de inteligencia de Estados Unidos”. Entonces, ¿la Iniciativa Mérida está más bien destinada a la protección física de Calderón?

Stratfor rompe sin desparpajo todas las barreras de la temeridad: “debido a las ambigüedades de la Constitución Mexicana en relación con la sucesión presidencial, si Calderón fuese asesinado, la estabilidad del país podría deteriorarse en forma dramática”. ¡Ni Dios lo quiera!

Profundiza su escenario letal: “la muerte de Calderón desencadenaría probablemente (sic) una disolución completa de alianzas en la legislatura mexicana”, básicamente entre el PRI y el PAN, que buscarían colocar al sucesor. ¿Beltrones, Gamboa o Creel de “presidentes interinos”? ¡Ni Dios lo quiera! ¿Qué será peor: otro magnicidio, o la llegada a la primera silla de uno de estos tres?

Stratfor se enreda con las claras atribuciones constitucionales entre un “presidente sustituto” y un “presidente interino”. Aquí no vale tanto la precisión jurídica, sino la amenaza del mensaje sobre un magnicidio y el caos sociopolítico ulterior de un país cuyo “control estaría expuesto a una variedad (sic) de influencias”.

A juicio de Stratfor, en tal escenario macabro el papel del secretario de Gobernación sería determinante, pues no solamente lubricaría la sucesión en forma ordenada gracias al control de las fuerzas armadas, sino que, en caso de una parálisis legislativa para ponerse de acuerdo, él mismo podría elegirse como nuevo presidente con el apoyo de la “policía federal de 24 mil efectivos cuyas interacciones con los cárteles los han convertido en las autoridades más corruptas –¡súper sic!– del país”. ¿Se trataría, entonces, del ascenso de la narcocracia al poder de México, prevista en el libro La próxima guerra, escrito hace 12 años por el ex secretario del Pentágono Caspar Weinberger, con prólogo de Maggie Thatcher, la ex primera ministra de hierro de Gran Bretaña?

En medio de las manifestaciones de los partidarios de Andrés Manuel López Obrador, el “único desafío potencial” a la toma del poder por Juan Camilo Mouriño Terrazo “provendría de los comandantes militares”, aunque la “fuerza del Ejército es relativamente limitada. Constituye la más pequeña fuerza militar per cápita de Latinoamérica, con 192 mil 770 de personal activo, de los cuales 60 mil son conscriptos de solamente cuatro horas de servicio por semana durante el año”, y cuya “capacidad tecnológica también es limitada”, habiendo llegado hasta a “devolver helicópteros a Estados Unidos por falta de mantenimiento”.

Pareciera que Stratfor desea militarizar México al estilo de Colombia y del propio régimen torturador bushiano que libra varias guerras en el planeta con el fin de estimular su “complejo militar-industrial”, al señalar que “el Ejército Mexicano no ha operado mayores actualizaciones o revisiones de su sistema en los pasados 15 años”.

De paso, lanza elogios a la “Iniciativa Mérida”, que servirá para “profesionalizar (sic) a las fuerzas militares y de policía” con unos magros 350 millones de dólares. Pareciera que México no cuenta con ejército ni con policía, totalmente desamparado de tecnología para garantizar la seguridad y ni siquiera para explorar el “tesoro” petrolero en las profundidades del Golfo de México.

A nuestro humilde entender, viene la parte principal: la balcanización y la intervención de Estados Unidos. México podría “correr el riesgo de una fragmentación política” en caso de no poder asegurar “un rápido remplazo” de Calderón: “no existe un poder claro que pueda tomar las riendas del país”, y en caso de que la “lucha doméstica se salga de control, Estados Unidos podría considerar seriamente –¡súper-sic!– una intervención”.

¿Quién controlará los hidrocarburos de México? Esto no lo dice Stratfor.

Después de los escándalos del chinogate (cuya hermana es traductora de la CIA) y el hurto de los Blackberry (que valió la difusión exagerada de la Casa Blanca y Fox News), pareciera que los círculos bushianos sopesan la viabilidad de aplicar el escenario Weinberger que repite Stratfor 12 años más tarde.

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