María Teresa Jardí
Ni siquiera se puede decir que desde Echeverría, al menos, quizá desde Miguel Alemán y con absoluta certeza desde Salinas hasta Fecal, los yerros colosales que hoy amenazan con colapsar al país incluso con la peor de las crisis alimentarias, sean propios. Hasta la ausencia de amor a la Patria nos ha llegado implantada en los cerebros por el capitalista imperio asesino que, como maldición, nos tocó por vecino. Manejada por corruptos apátridas, desde ya tanto tiempo, la cada vez menos República Mexicana, la cada vez más colonia del imperio norteamericano, se aleja del Sur para verse reflejada cada vez más en los países más pobres de Africa, abandonados también a su miserable suerte.
La Roma Sur, en el Distrito Federal, es una colonia clasemediera donde abundan los maestros de escuelas primarias y secundarias, de preparatoria y también los universitarios. Es una colonia vivible en todos los sentidos. No ha sido invadida por grandes cadenas de supermercados, conserva las tienditas que hacen más fácil la vida a las amas de casa. A un paso se encuentra la tintorería y la lavandería, el cerrajero y el que cambia los cristales cuando se rompen a una ventana. Se pueden encontrar los hilos necesarios para zurcir los calcetines y el tornillo que hace falta, comer quesadillas y tacos exquisitos y comprar pan, que no es de caja, cada día. Pero todos los negocitos están vacíos porque la gente honesta cada vez es más pobre. Y lo mismo se puede decir que ocurre en Mérida donde incluso, al igual que en el DF, las grandes cadenas también se encuentran vacías. Antes era terrible ir al Cotsco, por ejemplo, en domingo. Hoy da lo mismo porque no se hace cola ningún día de la semana.
Apátridas aceptaron las órdenes recibidas, quizá a través de la CIA. Ni siquiera es que necesitaran, sujetos como Echeverría, que fueran sus pares quienes les ordenaran, lo de bajarle al nivel educativo, que, entre otras cosas, con la generosa abierta de puertas que el General Cárdenas hiciera a los republicanos españoles obligados a abandonar su patria por uno de los más sangrientos dictadores de que tenga memoria la historia: Francisco Franco, pero, al que al menos no se le puede achacar que no haya amado a su patria por encima de todas las cosas. Vamos, que hasta un mierda como Franco le puede dar clases de amor a la patria a la apátrida clase político empresarial mexicana. Imperdonable clase, incluso corrupta de corazón y de mente. Preocupado el Imperio por el aumento de la educación escolarizada, le ordenaron al apátrida mexicano su baja y el apátrida dio la orden que aceptaron incluso las universidades.
Porque son apátridas se pusieron a las órdenes del BM y del FMI y remataron, porque, así se los ordenaban, además de cobardes y corruptos son impensantes, la soberanía alimentaria, la bancaria, la carretera, cancelaron la construcción de líneas de ferrocarriles, pusieron los aeropuertos en manos de extranjeros, acabaron con la seguridad nacional y con la pública y con la jurídica, destruyeron las instituciones y así llegamos a las “bondades” que el usurpador, a través de la telebasura con un poder inaudito que no tiene en ningún otro lugar del mundo, anuncia que tienen los alimentos basura que se comprarán al extranjero para consumo del pueblo mexicano, ocultando, claro está, que aquí se importará lo que no sirve en los otros países para alimentar a los animales.
Ciento veinte pesos para los más pobres cuando doscientas cincuenta veces más cuesta cada traje que usa el usurpador en cada una de sus presentaciones.
Por órdenes extranjeras, pero sobre todo por la ausencia de las neuronas que unen a los habitantes de una región geográfica con ese sentimiento de orgullo unido a los olores, colores, sabores, música y poesía, que le son propios, llegamos a una usurpación aceptada incluso por aquellos a los que se robó la elección, como presidencia, no legítima, pero presidencia.
Y lo más triste de todo es que México no puede encontrar el remedio por la vía pacífica y la otra, que se asoma en el imaginario de millones, cuesta tanta sangre que… quién sabe si vale la pena o es mejor esperar que los yanquis nos llegue “made in USA”, lo que va a llegar, que nadie lo dude. El cambio de mundo, que otros pueblos más dignos, sin ir más lejos los del Cono Sur de nuestro Continente, van a imponerle al mundo, porque los pueblos aceptan todo menos el hambre que es a lo que está condenando el usurpador fecalismo al pueblo mexicano y los yanquis al mundo.
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