La economía debería crecer al menos 4% anual, lo cual no lograron los últimos gobiernos
La desigualdad aumentó en el mundo, y parte de la responsabilidad es de la globalización, afirma un informe elaborado por diversos expertos y auspiciado por el Banco Mundial
Roberto González Amador
Ubicado a la zaga del crecimiento económico entre los principales países en desarrollo, México tardará por lo menos 55 años, el lapso que cubren dos generaciones, para asomarse a los niveles de bienestar que gozan hoy los países industrializados. Esta es una de las conclusiones más contundentes de un informe internacional sobre el crecimiento y la inclusión social, auspiciado, entre otras instancias, por el Banco Mundial. Además del largo plazo considerado por el reporte para que el país logre colarse a las grandes ligas del desarrollo, existe una condición para que la previsión se cumpla en el tiempo señalado: que la economía mexicana crezca al menos 4 por ciento en promedio anual, una tasa que no han logrado los últimos tres gobiernos, incluidos los años que ha gobernado el Partido Acción Nacional.
El Informe sobre el crecimiento: estrategias de desarrollo sostenido y crecimiento inclusivo, llega a la conclusión de que la desigualdad aumentó en el mundo y parte de la responsabilidad de que ello ocurriera radica en la globalización de la economía.
“Gran parte del aumento en la desigualdad se atribuye a la globalización. El resultado es un creciente escepticismo acerca de los beneficios de la globalización, tanto en los países en desarrollo como desarrollados”, indica el informe, elaborado durante dos años por una comisión de expertos, ex dirigentes y académicos, sobre todo de países en desarrollo. La Comisión de Crecimiento y Desarrollo fue auspiciada por el Banco Mundial, la Fundación Hewlett, y los gobiernos de Australia, Holanda y Reino Unido.
En el informe, publicado la semana pasada, se menciona que México, con un ingreso promedio por habitante de 9 mil 967 dólares en 2006, ha logrado una modesta tasa de crecimiento económico de 2.4 por ciento en promedio anual durante los últimos 10 años. Si el país lograra sostener un incremento de al menos 4 por ciento cada año de su producto interno bruto (PIB) serían necesarios 55 años, dice, “para que alcanzara el nivel de ingreso que tienen los países industrializados”.
La larga espera para acceder al bienestar puede parecer más larga a la luz del desempeño reciente de la economía, precisamente en el periodo en que la estrategia oficial se ha enfocado más a insertar a México en la “globalización”, como se asienta en los planes gubernamentales desde la administración del presidente Ernesto Zedillo –uno de los participantes en la comisión redactora del informe– hasta la actual de Felipe Calderón.
Entre 1995 y 2000, periodo que comprende la gestión de Ernesto Zedillo, el PIB tuvo un crecimiento de 3.2 por ciento en promedio anual; en los años que gobernó Vicente Fox, de diciembre de 2000 a noviembre de 2006, la economía repuntó a una tasa promedio anual de 2.38 por ciento, y en el primer año de Calderón el avance fue de 3.8, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. Para 2008, segundo año de la actual gestión, los pronósticos más optimistas ubican el crecimiento del PIB en 3 por ciento.
A China le llevará 23 años y a Argentina 17
Con el caso de México contrasta el de China, que desoyó las recetas económicas de los organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el propio Banco Mundial. En la última década, indica el informe, el país asiático creció a una tasa promedio anual de 8.3 por ciento. Si logra mantener al menos un crecimiento de 4.7 por ciento en promedio anual requerirá de 23 años, menos de la mitad de México, para “alcanzar el nivel de ingreso que tienen los países industrializados”, añade el documento.
También es de destacar el caso de Argentina, país que en 2001 cayó en bancarrota y que, según el documento, necesitará sólo 17 años de crecer a un ritmo promedio de 3.5 por ciento anual, para alcanzar un nivel de ingreso similar al de países industrializados. Esa nación sudamericana tiene hoy un ingreso por habitante de 13 mil 652 dólares.
En cambio, Brasil, el país con la mayor economía de Latinoamérica, seguirá lastrado por la desigualdad social. El informe plantea que requerirá 119 años, si logra crecer a una tasa promedio anual de 4.4 por ciento, para lograr un ingreso por habitante similar al de los países avanzados.
En todos los casos el reporte calcula los años que requerirá un país en desarrollo para que sus habitantes alcancen un ingreso de nación avanzada a partir de la tasa máxima de crecimiento anual que ha logrado en la última década.
Corea del Sur fue uno de los países más pobres de Asia. Hoy es uno de los más ricos y tiene un nivel de vida similar al de Eslovenia, Israel o Arabia Saudita y superior al de República Checa, Omán o Portugal.
El informe añade que Corea del Sur es uno de los sólo 13 países que lograron llevar a cabo una especie de milagro económico en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, con un crecimiento de 7 por ciento o más durante al menos 25 años consecutivos. En ese grupo no está México. Aparecen: Botswana, Brasil, China, Hong Kong (antes de pasar a soberanía de Beijing), Indonesia, Japón, Malasia, Malta, Omán, Singapur, Taiwán y Tailandia.
“Si los gobiernos y organizaciones internacionales hicieran los esfuerzos necesarios, los beneficios de la economía mundial podrían distribuirse de manera generalizada entre las naciones y al interior de ellas”, dice. “Las ganancias netas en materia de bienestar generadas por la apertura proporcionan gran cantidad de recursos para compensar a las víctimas de la globalización, siempre y cuando los gobiernos tengan la voluntad política de manejar el problema. Hasta este momento, la retórica concuerda con esta prioridad, pero no las acciones”.
Es probable que los gobiernos deban cambiar sus políticas internas para apoyar de manera más decidida una economía mundial abierta, agrega el informe. Ello podría significar la adaptación de las medidas de protección social, los sistemas de seguro social y los sistemas tributarios del país.
“El enfoque alternativo es claramente peor: consistiría en conservar los sistemas nacionales como en naftalina y huir de la economía mundial”.
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