Incumple la Sedesol promesas de Calderón
Carolina Rocha Menocal
El Universal
A más de un año de la visita del Presidente a Hueytlalpan, Puebla, ni las caravanas de la salud ni el piso firme a viviendas ni caminos ofrecidos se han vuelto realidad
A más de un año de la visita del Presidente a Hueytlalpan, Puebla, ni las caravanas de la salud ni el piso firme a viviendas ni caminos ofrecidos se han vuelto realidad
HUEYTLALPAN, Pue.— Son ocho horas de camino entre zanjas, derrumbes y terracería. Ocho horas desde la ciudad de México, rumbo a la pobreza, rumbo Hueytlalpan, Puebla, el primer municipio en el que Felipe Calderón, ya como Presidente, se comprometió con los pobres. Ahí, a 40 días de su toma de protesta, cobijado por Mario Marín, gobernador del estado, y representantes indígenas, el presidente Calderón presentó su primer programa para vencer la miseria en México. El 100x100: cien acciones para los cien municipios más pobres. Pero mientras el 9 de enero de 2007 las promesas de infraestructura, vivienda, salud y aulas cayeron en cosa de segundos, las obras se han cristalizado a cuentagotas. Otras, no pasaron de promesa. ‘Harto’ cinismo La visita presidencial por este pueblo al norte de Puebla dejó a su paso harto cinismo. “Una de las cosas que vamos a hacer es que en las casas, en lugar de ser pisos de tierra sean pisos de cemento, pisos firmes que eviten que los bichos que andan en las casas contaminen la salud de nuestras familias”, dijo Calderón el 9 de enero de 2007 acompañado de la entonces secretaria de Desarrollo Social, Beatriz Zavala y del secretario de Salud, José Ángel Córdova. Nos “vino a proponer muchas cosas, pero la verdad no hay apoyos”, “dicen que van a dar pero lo que quieren es tu voto” o “vienen pero no sirve de nada”, las palabras salen ya sin enojo ni decepción de la boca de pobladores, quienes no han visto los pisos de cemento y vivienda dignas que prometió Calderón. El Presidente saludó y tocó a cientos de indígenas. Portó una camisa tejida a mano y un collar de semillas rojas. Habló delante de casi todo el pueblo, porque los que tienen credencial fueron convocados por las autoridades locales. “Fue mi mamá, porque ella es la que tiene la credencial y tiene Oportunidades”, recuerda Josefina, una adolescente de 17 años a dos meses de dar a luz. Vive con sus padres y cuatro hermanos, y su “casa”, una construcción que está asentada sobre la tierra. “¿Piso firme? ¡No tengo!”, exclama sorprendida. Conforme nos invita a pasar dentro de la estancia en la que se apilan cajas y unas maderas que le hacen de cama agrega que “antes era pura teja y se metía la lluvia, pero le pusimos las láminas". Y sí, las pusieron ellos mismos, con el trabajo en el campo. Las autoridades les otorgaron hace seis meses arena y grava que se deteriora detrás de su casa. Porque el cemento, necesario para poner el piso, nunca llegó. El municipio, sin embargo, asegura que entregó material para 700 pisos firmes. También se distribuyeron tinacos, entre los habitantes de Hueytlalpan. El problema es que alguien en el municipio hizo negocio. Sin embargo, el recién entrado en funciones presidente municipal, Juan Martín Barrientos Ramos, negó conocer el hecho: Incumplimiento La carretera que deben poner en el mapa a este municipio que colinda con Veracruz aún no está lista. El acceso sigue siendo, pues, casi exclusivo de autos todo terreno. Otra promesa inclumplida. Ese 9 de enero de 2007, Calderón dijo: “Tengo una buena noticia aquí para el alcalde de Hueytlalpan... le vamos a invertir 40 millones a la construcción de la segunda etapa del camino para que puedan tener un mejor acceso aquí a la cabecera”. El último tramo, de no más de 30 kilómetros que va de Cuetzalán a Hueytlalpan, toma hora y media en carro, pero el centro del municipio está por primera vez pavimentado. Mientras ascienden hacia el cerro, Bartolo y Francisco Javier, dos niños de ocho y 10 años, relatan emocionados que cuentan con cancha de basquet nueva. El 100x100 ha dejado un sabor agridulce entre la gente. “Vino el señor Presidente, vino a proponer muchas cosas para beneficio de nuestro pueblo pero la verdad esos apoyos no llegaron”, insiste Juan, uno de tantos en Hueytlalpan que vive de sus cultivos, pero reconoce que “por lo menos ya metieron el drenaje”. Ahora en el centro están en eso, pero en la zona del cerro donde ya acabaron, cavaron las zanjas para meter el drenaje y luego nadie rehizo el camino. Cuando lleguen las lluvias al menos unas 40 viviendas tendrán que buscar otra ruta para descender al pueblo. Lo que tampoco se logró, a pesar de las promesas, fue abrir caminos hasta el último rincón. Las comunidades de la Esperanza y Escancipil no tienen ni vías de acceso ni drenaje ni agua. Desde hace varios meses, las enfermeras de las tan cacareadas caravanas de la salud andan a pie y sin posibilidad de llevar salud. De la unidad equipada que presumió hace más de un año el propio presidente en Hueytlalpan, queda tan sólo el recuerdo. Pero la caravana que llevaría salud a las zonas más marginadas del país no estaba preparada para los caminos. Sonia López Arellano, una de las enfermeras que llegó en agosto explica: “Es muy pesada la camioneta y no es para esta zona”. Y sin camioneta no hay Papanicolaou, no hay dentistas o exámenes médicos ambulantes. Esta semana se anunció una estrategia, similar en sus objetivos al 100x100, pero mucho más amplia para combatir la miseria. Rodolfo de la Torre, encargado de evaluación del Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas indica que “la estrategia de Vivir Mejor no está compuesta de programas específicos”. El programa, dice, no tiene un sólo elemento innovador respecto a la pobreza. Y mientras se esperan resultados, la pobreza, más que condición, pareciera destino.
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