Armín Villalobos Bustillos
No cabe duda que el “gran capital” desea ser el único conductor del destino de los pueblos y de la humanidad. Y por lo que toca a nuestro país, el gran poder del Estado se ha puesto al servicio de las grandes compañías multinacionales y nacionales para lograr este propósito, pretendiendo entregar la riqueza petrolera de los mexicanos al voraz e insaciable apetito del capitalismo, y aunque todavía no se inicia la discusión en las Cámaras de Senadores y de Diputados de la famosa iniciativa de reforma energética y la entrega de PEMEX que tiene al país de cabeza, ahora nos amenazan con otra gran iniciativa de reformas a la Ley Federal del Trabajo, reglamentaria del artículo 123 Constitucional que el Constituyente de 1917 logró después del triunfo de la Revolución de 1910 y la caída del dictador Porfirio Díaz
Ambas iniciativas tienen como fin la entrega al “gran capital” de nuestra riqueza petrolera y nulificar las conquistas que el movimiento obrero ha alcanzado en más de noventa años de lucha. Esta iniciativa, de aprobarse en sus términos, sería la gota que derrame el vaso de la paciencia de los mexicanos, podría ser la chispa que encienda un gran movimiento de pronóstico reservado, porque señores gobernantes, con el hambre del pueblo no se juega, un pueblo puede ser tolerante en sus luchas políticas e ideológicas, se calienta y se enfría pronto si sus líderes son moderados, pero el hambre, señores gobernantes, no se soporta y menos se aguanta ver a la familia, a los hijos morir por falta de alimento. Es, señores gobernantes, cuando se justifica asaltar y robar para llevar el pan a la familia y sublevarse contra las personas que medran con el hambre del pueblo, es cuando los masas desquiten sus frustraciones contra las personas que todo lo tienen y cuando el pueblo hambriento, que nada tiene que perder, ofrenda su propia vida por la esperanza de un cambio.
No se olviden que las tres grandes revoluciones: la Francesa, la Mexicana y la Rusa que costaron millones de vidas, se iniciaron por el hambre de sus pueblos y se pueden repetir si se repiten los elementos que las originaron, no obstante que el gobierno actual cuenta con armamento sofisticado, tal vez dispuesto a acabar con este tipo de movimiento, pero no hay que olvidar que cuando no se tiene nada que perder, ¿qué más da que ofrendar la vida por un verdadero cambio que beneficie a los que menos tienen y no a unos cuantos que día con día se hacen más ricos?
En la iniciativa de la reforma laboral se impone que ahora sí, los líderes de las centrales obreras se pongan al frente de sus agremiados para la defensa de las conquistas sindicales y quien no lo hiciere, merecerá ser destituido y que ahí comiencen los verdaderos cambios.
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