Ricardo Andrade Jardí
Para dejarle claro, a todo el mundo, que en el México de la usurpación telecrática el administrador en turno desgobierna para las trasnacionales es que se anuncia, con bombos y platillos, que se dará vía libre a la importación de maíz, trigo, soya, arroz, frijol y leche: el sueño del libre mercado hecho realidad en México. Un anuncio tétrico que nos promueve a la realidad terrible a la que nos dirigimos. No habrá inversión en el campo, no se subsidiarán los productos mexicanos, no se invertirá en garantizar la soberanía alimenticia ¿para qué si se pueden subsidiar (con nuestros recursos) a los productores extranjeros (ya subsidiados por sus gobiernos)?
Una visión con corto alcance y muy mala leche es la idea de importar productos que en su mayoría, y como lo han denunciado durante meses las organizaciones ambientalistas, son alimentos no aptos para el consumo humano.
La pobreza es el negocio más rentable y más aún si en nombre del combate a la pobreza se favorece el negocio trasnacional.
¿Para qué invertir en maíz (originario) si los consorcios trasnacionales pueden ofrecerlo al precio que quieran sin pagar impuestos y además transgénico?
Pero eso sí "les daremos" a los pobres campesinos (de "Oportunidades") diez pesos más para que puedan comprar los granos de importación y sobrevivir con hambre, que no salir de la pobreza, eso no está estipulado en la lógica del BM ni FMI ni de la OMC.
"La solución para abatir la, evidente, crisis alimenticia", crisis que es para el tercer mundo la consecuencia natural de la "competitividad", que ya nos afecta, más allá de los demagógicos discursos del "no pasa nada", es equivalente a la propuesta de reforma energética presentada por el desgobierno usurpador. El abandono al campo, la libre importación de productos básicos de consumo frente a la negativa de reactivar el sector agropecuario, pese a un excedente petrolero récord en la historia, es un paso fundamental en la renuncia de nuestra soberanía e independencia, un paso más en la entrega pactada por la usurpación "de la fantástica colonia" en la que nos quieren convertir. Una colonia con todas las obligaciones y sin ningún derecho.
No han entendido que el menosprecio al campo será también un paso decisivo en la caída del ya decadente y corrupto sistema mexicano. Cuando a los asentamientos urbanos les cueste el doble llenar sus platos o encontrar los alimentos se reproducirán las subjetividades de lucha y resistencia que ya para entonces prenderán como estopa en el abandonado campo, pues el hambre, que si bien no es una virtud, tiene una enorme cualidad que es la de borrar las subjetividades opresivas y represivas, es decir, la de romper la resiliencia conformista que hasta hoy nos mantiene en calidad de esclavos de una oligarquía mediocre y corrupta incapaz de ver más allá de sus narices.
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