Jaime Avilés
Pasado mañana, Felipe Calderón llegará a España para postrarse ante el rey Juan Carlos, el exigentísimo José Luis Rodríguez Zapatero y los magnates de los grandes consorcios ibéricos que en 2006 le impusieron el grotesco disfraz de “presidente” a cambio de que les entregara una porción de Petróleos Mexicanos (Pemex).
Durante su visita de cinco días a Madrid, Barcelona y Zaragoza, Calderón se las verá negras cuando trate de explicar, primero, por qué sus petrosenadores (Manlio Fabio Beltrones, Francisco Pemexgate Labastida y Santiago Creel) no fueron capaces de consumar el madruguete legislativo que, según sus más íntimas promesas de campaña, aprobaría por sorpresa la llamada “reforma energética”.
A continuación, deberá justificar por qué los defensores de su proyecto han perdido los ocho debates que hasta ahora se han llevado a cabo en el Senado de la República, o por qué los levantacejas de los medios electrónicos, o las plumas flamígeras de la prensa de derecha, no han podido convencer a nadie de que a nuestro país, hundido como está en la miseria, le conviene vender una industria que deja 3 mil millones de dólares mensuales.
Curándose en salud ante los regaños que seguramente le esperan por lo mal que ha manejado este asunto (y todos los demás: empleo, alimentos, inflación, narcotráfico, derechos humanos, etcétera), hace unos días Calderón mandó de avanzada a su publicista de cabecera, el contrabandista de odios, Antonio Solá, quien durante un coctel auspiciado por la Secretaría de Relaciones Exteriores y la embajada de México en Madrid declamó un espot en vivo y en directo al asegurar que la “apertura” del sector energético es “casi” un hecho.
Para corroborar las palabras de Solá, ahora Calderón llevará consigo recortes de periódicos (ya podemos imaginar de cuáles), devedés con noticiarios de Televisa y Tv Azteca, y desde luego encuestas, muchas encuestas –encargadas por ejemplo a Gea-ISA, la empresa de Jesús Reyes Heroles González Garza, director de Pemex–, con todo lo cual intentará tranquilizar a sus patrones y pedirles sólo un poco más de tiempo. Y sobre todo comprensión: él nunca había gobernado a nadie y todavía está aprendiendo.
Con la muy valiosa ayuda de Felipe González, de José María Aznar y de otros cabilderos de lujo, el rey Juan Carlos y Rodríguez Zapatero escucharán, disimulando su impaciencia y su disgusto, que de acuerdo con la agenda del desesperado hombrecito de Los Pinos, faltan sólo un mes y algunos días para que termine la pesadilla en que se ha convertido el debate en el Senado y entren en vigor los acuerdos, nada secretos, que ha establecido con los líderes parlamentarios del PRI y del PAN, a fin de que el Poder Legislativo inicie un periodo extraordinario de sesiones y apruebe finalmente sus medidas privatizadoras, con “algunos cambios”, que ya preparan Beltrones, Labastida y Gamboa Patrón, en combinación con los chuchos del PRD.
Después de ese amargo trance madrileño, Calderón aterrizará en la antigua “ciudad condal”, que muchos latinoamericanos avecindados en Cataluña han rebautizado como “ciudad congal”, donde habrá de reunirse con los dueños del poderoso banco La Caixa, propietarios de Aguas de Barcelona, una empresa fundada en 1887, que en la actualidad controla por completo el sistema de agua potable de Saltillo, Coahuila, donde impone sus tarifas de la manera más abusiva, cobrando lo que quiere, evadiendo impuestos, dañando el medio ambiente y devastando los mantos freáticos de la región sin que el municipio, ni el gobernador Humberto Moreira, le digan nada de nada.
Sin duda, al llegar al edificio inteligente de Aguas de Barcelona –donde el consorcio le solicitará apoyo para apoderarse de 20 ciudades mexicanas más–, Calderón recibirá un fuerte aplauso porque en 2003, todavía como director del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, afirmó que la privatización del agua potable de Saltillo era un “caso de éxito”, que hoy, aquí entre nos, debe ser documentado detalladamente porque es todo un modelo de lo que se planea hacer con Pemex.
En algún momento de su gira, asimismo, Calderón saludará a los accionistas de Gas Natural de México, una filial de Repsol, que distribuye gas asociado del petróleo, como combustible de uso doméstico, en toda el área metropolitana de Monterrey y, al igual que Aguas de Barcelona, cobra tarifas leoninas por prestar un servicio vital para cientos de miles de personas, jurídicamente indefensas.
Habrá, pues, que seguir con detenimiento los avatares del viaje calderónico a España, porque éstos nos darán la clave de muchas cosas. Pero ello no debe distraernos de la tarea central de estos días, que es la organización de la consulta nacional sobre la venta de Pemex, un tema que los periodistas ibéricos no le tocarán para nada al empleado de Juan Carlos I (y si alguien supone lo contrario, que diga cuánto está dispuesto a apostar).
Al respecto, hace días, un insigne escritor de la ultraderecha mexicana señaló en un artículo de prensa que un populista predica “ideas que sabe falsas entre personas que sabe idiotas”. ¿A quién se refería? Quizá a Beltrones porque, en opinión de éste, “no necesitamos andar haciendo consultas para entender bien lo que quiere el pueblo de México”. O probablemente a Reyes Heroles, para quien el del petróleo “es un asunto demasiado complejo como para someterlo a consulta popular”.
O a Georgina Kessel, la secretaria de Energía, para quien la decisión sobre la venta de Pemex “se tomó en 2006” (al calor del fraude electoral). O acaso a Santiago Creel, quien antes de insinuar, como lo hizo el jueves, que la consulta constituye una amenaza a la paz pública, había observado que saldría “carísima”, tras lo cual comentó, lleno de consternación: “¿de dónde vamos a sacar ese dinero?”.
El Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, como salta a la vista, sigue por el buen camino: los balbuceos de la ultraderecha no convencen a nadie, no sólo cuando tratan de justificar la venta de Pemex sino cuando intentan descalificar la consulta, que se realizará el 27 de julio en el Distrito Federal y sin duda en muchas otras ciudades del país.
A todas las personas que deseen colaborar en la difusión de este ejercicio democrático representando en calles y plazas públicas la brevísima obra de teatro llamada El Loro Negro, se les invita a una reunión el próximo sábado 14 de junio en el parque México de la colonia Condesa a las 12 horas, y a quienes vivan en el interior del país y compartan el mismo interés se les ruega comunicarse a la dirección electrónica jamastu@gmail.com, para ponernos de acuerdo sobre la fecha del estreno, dentro de cuatro fines de semana, a más tardar.
Para comunicarse con El Loro Negro www.eloronegro.blogspot.com
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