Ricardo Andrade Jardí
Y por aquello de que somos una democracia tan democrática, que hasta parece ser que consultar un tema que cambiará para bien o más bien para mal el futuro de México, es algo que ofende a toda nuestra pulcra y moralina clase política.
Cómo va ser que se consulte a la plebe, algo así como la reforma energética, para qué si ya tenemos a los Héctor Aguilar, al los Marín, a los López y Alatorres, a los seudo intelectuales al servicio de la telecracia, para decirnos lo que es bueno para ellos y si es bueno para ellos porqué tendría que ser consultado, por todos los otros, es decir, por el resto de los ciudadanos que, al fin y al cabo, son los que están obligados a pagar la deuda privada de los banqueros ladrones a los que no se les cobran ni impuestos y a los que seguramente sí que se les consulta sobre la reforma energética, ellos al fin y al cabo sí saben cómo hacerlo (lo de quebrar y rescatar con dinero público su deuda privada).
Y lo que no deja de ser una curiosidad, casi chistosa, es que el sujeto español que usurpa la Secretaría de Gobernación afirme que no hay sustento constitucional para impulsar una consulta nacional con relación a un tema como la apertura al capital privado de nuestros recursos energéticos, curioso porque el artículo 26 de la Constitución Mexicana en su tercer párrafo dice: La ley faculta al Ejecutivo para que establezca los procedimientos de participación y consulta popular en el sistema nacional de planeación democrática, y los criterios para la formulación, instrumentación, control y evaluación del plan y los programas de desarrollo. Asimismo determinará los órganos responsables del proceso de planeación y las bases para que el Ejecutivo Federal coordine mediante convenios con los gobiernos de las entidades federativas e induzca y concierte con los particulares las acciones a realizar para su elaboración y ejecución”. Aunque, tal vez, es posible que el ciudadano español que ocupa la Secretaría de Gobernación ignore que México es, cuando menos en teoría, una república y no una monarquía usurpadora como la de su país de origen y más probable incluso es que, cuando se refiere a la Constitución ni siquiera se haya tomado la molestia de saber lo que dice la mexicana al respecto, como tampoco lo hizo cuando aceptó un cargo público, para el que existen grandes dudas esté facultado (no sólo intelectualmente como ya está demostrado, sino jurídicamente hablando, incluso por razones de procedencia de la madre que aún no ha negado), toda vez que su supuesta nacionalidad mexicana sólo ha sido acreditada para la telecracia de facto que nos desgobierna, para el caballerito usurpador Fecal y para “Los Chuchos” que son, sin el movimiento ciudadano, menos que nada.
Más curioso resulta que los reivindicados como “demócratas progresistas” le tengan tanto miedo a una consulta popular sobre un tema que ellos consideran de “tan vital importancia” para el “progreso” del país. Miedo a una consulta que en todo caso sólo demostraría la opinión que tiene la ciudadanía sobre un tema que nos concierne a todos y no sólo a la pandilla de legisladores, de los que, no debemos olvidar, que ninguno de ellos se ha acercado para consultar con su electores el tema y de los cuales 200 diputados y otros tantos senadores no fueron electos, en realidad por nadie, y menos aún por los nadie a los que hoy la telecracia, el empresariado usurero y la clase política pretenden descalificar “por no estar especializados en materia energética”, como no lo están, por otro lado tampoco, el total de los funcionarios del desgobierno usurpador, los seudocomunicadores del dúopolio telebasura y el 99% (optimistamente) de los legisladores.
Triste república en la que nos hemos convertido, donde la mediocridad “intelectual” de la telecracia se supone ser el representante de la opinión pública y estar autorizada a decidir lo que debe o no ser consultado popularmente, mientras los usurpadores secretarios, del usurpado desgobierno, confunden la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con la de la monarquía española, triste república bananera donde la memoria histórica parece estar dormida, mientras el retroceso nacional alcanza la desigualdad social de hace cien años la misma que llevó al pueblo de México a la primera revolución social del siglo XX.
El miedo a la consulta nacional, sólo es justificable porque saben que su propuesta energética carece de apoyo popular, porque resulta inconveniente poner en la discusión de los asuntos nacionales los instrumentos de la democracia participativa que resulta siempre incontrolable frente a los inmorales mecanismos de la democracia representativa, que no son otros que los instrumentos que garantizan la globalización de subjetividades opresivas y represivas, contra las incómodas subjetividades libertarias siempre latentes en la democracia participativa.
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