Partidero
Al cardenal Juan Sandoval Íñiguez cuando no le llueve le llovizna. Aparte de recibir un sinfín de críticas e improperios de toda índole por haber recibido la macrolimosna de 90 millones de pesos para el Santuario de los Mártires y que por eso pronto tendrá que comparecer como testigo ante las autoridades judiciales, ahora es conminado a denunciar ante la Procuraduría General de la República que el robo de niños aquí en Guadalajara es “para tenerlos como un banco de órganos”, como lo escribió en su columna del Semanario Arquidiocesano del pasado 4 de mayo. El doctor Rodolfo Morán González, secretario técnico del Consejo Estatal de Trasplantes de Órganos y Tejidos, le envió al arzobispo una carta que, entre otras cosas, destaca que tan temeraria afirmación puede producir “un severo rechazo al programa de donación y trasplantes y, consecuentemente, la pérdida de vida de pacientes esperanzados en sustituir sus órganos insuficientes por órganos funcionales obtenidos de cadáveres cuyos familiares los donan en el momento de su muerte”. Agrega Morán en su carta, fechada el 8 de mayo: “Si usted, señor Cardenal, tuviera pruebas de que esto sucede en Guadalajara, estaría obligado a informar a la PGR, ya que, de acuerdo con la Ley General de Salud, se trata de un delito federal. El Consejo lamenta que este tipo de declaraciones se expresen en el Semanario, que ha apoyado permanentemente la lucha por mejorar la donación de órganos cadavéricos que, de acuerdo con el llorado Juan Pablo II, ‘es un acto de gran amor, aquel que da la vida por los otros’”.
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Apenas hace dos semanas, el Vaticano aceptó la dimisión por enfermedad del arzobispo de Argel, Henri Tessier, de 79 años, quien al igual que todo obispo, como ya lo hizo aquí en marzo pasado don Juan Sandoval, presentó su renuncia canónica a la edad de 75 años. Recientemente el Papa Benedicto XVI ratificó a Sandoval Íñiguez en el cargo. El hecho es interpretado, entre observadores eclesiásticos, como un espaldarazo ante los ataques que ha recibido el jerarca. Antes, por su insistencia en el esclarecimiento del asesinato de su antecesor, el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, y a últimas fechas por el asunto del Santuario de los Mártires. Por lo visto, tendremos en don Juan –que goza de cabal salud– arzobispo para rato.
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“¿Quién gobierna Jalisco?”, le espetó un empresario local a Emilio González Márquez después de la mentada de madre en el Banquete del Hambre en Expo Guadalajara, cuando el gobernador barrió parejo a todos sus críticos y opositores. También le reclamó el susodicho: “Oye, Emilio: ¿no te cansas de hacer y decir tantas pendejadas? Soy el hazmerreír de todos, fuera de Jalisco, especialmente de los chilangos cuando me dicen: está peor tu góber piadoso que el góber precioso” (éste de Puebla y de apellido Marín, cómplice de un presunto pederasta de origen libanés, denunciados por la periodista Lydia Cacho). Y es que así nos ven desde fuera a los jalisquillos. Para vergüenzas no ganamos.
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A todo esto, el Comité Regional del Movimiento Nacional Sinarquista envió a esta columna un comunicado en el que se deslinda de cualquier posible relación anterior o posterior con Emilio. Asegura que jamás ha pertenecido a esta organización política y condena los despilfarros en donativos que llegan a “cerca de 285 millones de pesos”, y también “la oscura manera de entregarlos para diferentes empresas y a la Iglesia católica”. Dice el MSN que esos recursos debieron ir “a atender las apremiantes necesidades de la gente en el estado de Jalisco”. l
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