El Mosad participó en la liberación de Betancourt
Los servicios secretos de Israel, EE.UU. y Francia ayudaron a Colombia en el rescate Dos espías, adiestrados por separado, se infiltraron en las FARC
El Mosad y los servicios secretos de Estados Unidos y Francia trabajaron durante más de un año con las autoridades colombianas para elaborar el plan que concluyó el pasado 2 de julio con la liberación de los quince rehenes en manos de las FARC, entre los que se hallaba Ingrid Betancourt, pero también otro objetivo primordial: tres agentes del Gobierno estadounidense, según ha sabido La Vanguardia.
Un reducido número de especialistas en inteligencia colombianos, israelíes, estadounidenses y franceses formaron el núcleo que se encargó de diseñar el plan de inteligencia que acabó en la operación Jaque, el operativo que concluyó con la liberación. En todo momento la dirección estuvo en manos de Colombia, por motivos de soberanía nacional y porque el Gobierno de la nación debía responsabilizarse del resultado. Pero recibió ayuda exterior por diversos motivos: de Francia, por Betancourt; de Estados Unidos, por salvar la vida de sus agentes, y de Israel, por mantener las buenas relaciones bilaterales con Colombia y con EE. UU. Sentado en un restaurante de las afueras de Tel Aviv, una fuente de la inteligencia israelí explica a La Vanguardia que cualquier operación de su especialidad tiene siempre cuatro parámetros: "Tiempo, observación, paciencia y dinero". Es evidente que una actuación de este tipo sólo puede llevarse a cabo por gobiernos: ningún particular tiene los medios necesarios para ello, y no es cosa de dos aventureros se encuentran en un bar y deciden ir a liberar rehenes. A pesar de que al principio las empresas de seguridad privadas pusieron su granito de arena, llegó un momento en que todo tuvo que oficializarse. En el caso de Israel, mediante la autorización del órgano del Ministerio de Defensa que canaliza las relaciones en materia militar del país en el extranjero. En el caso concreto de la operación Jaque se combinaron los esfuerzos de agentes sobre el terreno con la guerra electrónica: aviones espía sin piloto y satélites. El agente israelí continúa: "La mejor fuente de información sobre alguien es él mismo. Nos faltaban conocimientos sobre las FARC, así que tuvimos que buscarlos en el grupo". Para ello se adiestró por separado a dos personas, que no se conocían, de tal suerte que si una era descubierta, quedaría la otra. Ambos fueron preparados para infiltrarse en el grupo guerrillero, objetivo que lograron. Una vez los grupos de inteligencia dispusieron de datos fiables, empezaron a usar el canal a la inversa: facilitando información falsa a las FARC, creando una realidad que encajaba perfectamente con el entorno del grupo guerrillero, pero que no era real, de forma que los servicios secretos acabaron controlando lo que sabían o no debían saber o debían creer los guerrilleros. Una trama completa de información y desinformación a la que se unía el estudio de los integrantes del grupo, el conocimiento de sus deseos y sus puntos débiles, de forma que se consiguieron deserciones y algún que otro soborno. Paralelamente, los servicios secretos israelíes y estadounidense llevaban a cabo tácticas de guerra electrónica contra las FARC: aviones espía sin piloto recorrían las zonas selváticas señaladas por los infiltrados remitiendo imágenes por satélite a los analistas, en busca de los campamentos donde podrían estar los rehenes. A los especialistas israelíes correspondía extraer conclusiones a partir de las informaciones facilitadas por los agentes y confrontarlas con los datos suministrados por la guerra electrónica. De esta forma, cuatro meses antes de la operación Jaque, se vio la oportunidad de proceder a la liberación. En parte por los mensajes falsos facilitados a las FARC, y también por una afortunada casualidad: los guerrilleros tenían en el mismo campamento a Ingrid Betancourt, a los agentes estadounidenses y a miembros del ejército y la policía colombiana, con lo que con una sola acción se asestaba un duro golpe a las FARC. En ese momento, todo el operativo quedó en manos colombianas. El último mensaje fue una orden falsa a los carceleros. Después, los aviones espía interrumpieron todas las comunicaciones de los guerrilleros, que cumplieron el postrer mandato que creían provenía de sus jefes.
El final ya es conocido.
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