Ricardo Andrade Jardí
Pero la consulta nacional, que esta vez es sobre la “reforma energética”, que ha presentado el pirata espurio, que no es en realidad una reforma sino la pretensión de violentar la Constitución en beneficio de las trasnacionales voraces del petróleo, debe y será el primer paso de muchas otras actividades del Estado que tienen que ser consultadas, por ejemplo el hecho de si los mexicanos queremos seguir pagando con nuestro dinero (público) la deuda privada de los usureros banqueros y empresarios que se enlistan en el FOBAPROA, también sería sano preguntarnos si queremos seguir pagando impuestos mientras los grandes consorcios como Televisa o TELMEX pagan por sus utilidades anuales (de las más rentables del país) no más 75 pesos.
Es por eso que la derecha usurpadora y el duopolio telebasura intentan descalificar el ejercicio legítimo y bien democrático de la participación ciudadana, a través de la consulta popular, este ejercicio soberano de democracia participativa es el primer paso de una sociedad cada día más organizada hacia la construcción de un nuevo pacto de convivencia, donde la “representatividad” esté obligada a escuchar a la ciudadanía y al pueblo y no a los intereses particulares de las decadentes oligarquías que hoy pretenden rematar lo poco que nos queda; pero a través de la consulta popular, se conocerá de manera directa y sin los discursos falsos de los masivos y concesionados medios electrónicos comerciales, la voluntad de la gente, la voluntad que el pueblo está dispuesto a defender más allá de las corruptas instituciones de una democracia que hasta hoy tiene muy poco de democracia y mucho de verticalidad autoritaria, donde una supuesta “mayoría” avalada por “la maestra” Gordillo, el segundo esposo de Martita y el cuñado del usurpador pirata, delegan su destino en un puñado de cretinos que se asumen como “monarcas” de la voluntad popular, es ahí donde la consulta ciudadana propuesta para el día 27 de julio en el D.F. y para el 10 de agosto en el Sureste del país, tiene todo que ganar, porque este ejercicio será el primero de muchos que impulsarán el camino inevitable hacia la refundación republicana de una nación que se extravió en las marañas del confort enajenante, en el que en los próximos meses estará en juego la defensa de nuestra soberanía y la reconquista de nuestra identidad o la disolución nacional en la globalidad virtual del vecindario imperial de nuestra geografía política.
El ejercicio de esta primera consulta es la puerta necesaria para que la ciudadanía se haga responsable de su destino y obligue a sus “representantes” a velar por los intereses del pueblo y no por los intereses del poder económico, en este ejercicio absolutamente democrático se abre también la posibilidad de poner en la discusión la forma, los “cómos” y los tiempos de las concesiones públicas a particulares, primer paso para terminar de una buena vez con la dictacracia de los concesionarios, (de los medios electrónicos, del transporte, de los servicios públicos, etc.) que tanto daño le han hecho a nuestro difícil y precario camino democrático. Pero la consulta popular es también el primer paso en la defensa del artículo 39 de nuestra Constitución, en el que los mexicanos de 1917 le otorgaron al pueblo, “en todo tiempo, el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”… y más cuando éste olvide su obligación y pretenda sólo responder a los intereses de una minoría de privilegiados del poder económico y no a los intereses del pueblo para el que se supone se debe instituir el poder público.
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