Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri
En el estira y afloja de transacciones (y transas por los “lobbystas” del duopolio empresarial televisivo con tentáculos radiofónicos) para la actualización de los contenidos o fines de la Ley de Radio y Televisión, con merecidas sanciones para cancelar las concesiones en caso de sistemáticamente resistirse a cumplir las propuestas del legislador Ricardo García Cervantes, no hubo acuerdo entre los senadores del PRI, PAN (éste se echó para atrás por órdenes de Los Pinos) y PRD, por lo cual las reformas democratizadoras quedaron en “suspense” porque todo indica que su desenlace es previsiblemente funesto.
Los “lobbystas” (lobby es el vestíbulo, antesala, del Congreso estadounidense, donde se pusieron de moda esos intermediarios) son los antiguos gestores que con toda clase de recursos para ablandar a los legisladores, logran que estos favorezcan a los intereses que representan.
Es una práctica legal en los Congresos y Parlamentos, sin que hasta la fecha lo sea en los órganos colegiados de las cámaras de Diputados y Senadores del Congreso General (mientras en los Congresos de los Estados el único que ablanda a los diputados es el desgobernador en turno, mediante cuantiosos recursos).
Esos lobbystas, pues, lograron parar la aprobación de la nueva Ley de Radio y Televisión. A cambio de esto, se legisló para que las estaciones de radio que transmiten por AM ocupen los espacios en frecuencias de FM y, como siempre, los que se llevan la mayor parte son los radiodifusores de los grandes consorcios. Los medianos otro poco.
Pero salieron perdiendo las pequeñas empresas. Y nada alcanzaron las estaciones comunitarias y culturales. Una vez más, no hubo equidad ni distribución democrática. Es cierto que los solicitantes para esa transición de frecuencia han de cumplir ciertos requisitos. Con todo, llevan la ventaja y los peces grandes se comen a los pequeños.
Las radios comunitarias y culturales, en su mayoría, transmiten por FM y necesitan acceder a la de AM, para ampliar el radio de acción para su difusión y modernizar en algo su atraso. Pero universidades, centros de cultura, radios de la sociedad civil y comunidades indígenas que se esfuerzan en una radio independiente, han quedado fuera, al no haber sido contempladas de manera específica para obtener nuevas frecuencias.
Y esto es mucho muy grave, ya que para gobernar en beneficio del pueblo, como dispone la Constitución, se debe legislar atendiendo a los sectores más indefensos. Las radios comunitarias y culturales del país participan en desigualdad con quienes ya se apoderaron de las frecuencias de AM, dejándolas desamparadas.
Es necesario reparar ese estado de indefensión, para que comunitarias y culturales del país tengan derecho a acceder a esas frecuencias que, por lo pronto, son acaparadas por los concesionarios comerciales. Así que los legisladores de la modernización radiofónica dejaron fuera del aire, valga la expresión, a las radios comunitarias y culturales, con lo que ello implica hacer prevalecer el botín.
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