viernes, septiembre 12, 2008

11 de septiembre: el día en que los mandaron al carajo

Irene Barros y Fernando López D’alesandro

No es numerología. Tampoco es una simple coincidencia. En la fecha 11 de setiembre siguen inscribiéndose hitos en nuestra historia. Desde el trágico golpe de Estado al gobierno democrático al presidente Salvador Allende, pasando por el opaco 11-S en Nueva York y Washington, hoy América Latina se encuentra convulsionada por las rupturas de Bolivia y Venezuela con los Estados Unidos.

Pocos dudan que la mano de EE.UU. está detrás de la desestabilización del gobierno de Evo Morales y se han mostrado pruebas contundentes de la conspiración golpista contra el presidente Hugo Chávez, desbaratada en la víspera. No es necesario el análisis de Naomi KLein para reconocer el modus operandi de los halcones, acostumbrados a crear situaciones límites, de catástrofes sociales y económicas que desorganizan el tablero político de gobiernos que tratan de resurgir de los desastres por ellos mismos originados en las últimas décadas.

Si bien es interesante este aporte, en el sentido de interpretar el oportunismo rapaz del imperio que opera en la brecha que se produce entre el impacto de eventos disruptivos (ejemplo: atentado al oleoducto de Bolivia que costó aproximadamente U$S 100 millones) y la capacidad de responder en forma organizada de los pueblos afectados.

Pero hoy no es 1973. El gobierno brasileño –el más importante jugador global de América Latina- declaró que no va a aceptar ninguna ruptura del orden institucional boliviano. Más directo, Hugo Chávez se mostró dispuesto a intervenir si el gobierno de Morales es derrocado. Así también, la CAN (Comunidad Andina de Naciones) y la OEA, más diplomáticamente, se manifestaron “preocupadas” por la desestabilización en el país del altiplano. Estados Unidos no puede hacer y deshacer a su antojo, a la vieja usanza.

El shock existe, duele, perjudica, pero se puede transformar y revertirse en contra de quienes hicieron de él una doctrina. Es así que en pocas horas pudimos observar el proceso en el discurso del presidente venezolano Hugo Chávez, que fue desde el pedido de disculpas por intervenir con sugerencias a los militares bolivianos, hasta la expulsión del embajador norteamericano en Caracas: “-¡Váyanse cien veces al carajo!”, les dijo, en un tono cada vez más encendido que culminó en un llamado a los pueblos latinoamericanos.

Latinoamérica, de diversas formas, se está escurriendo de las manos de EEUU, mientras Washington, tiene que contar dólar a dólar para rescatar sus bancos quebrados, sus soldados muertos en medio oriente, sus “sin techos” (estragos de la promesa de la “sociedad de propietarios”), sus desocupados, y el fin del modo de vida americano.

Algunas cosas tienen que cambiar, el tiempo nos dirá cuales. Ellos, los autodenominados americanos (usamericanos para nosotros) deberán volver a consultar las páginas del “PROYECTO PARA UN NUEVO SIGLO AMERICANO” ( www.pnac.com ), donde seguramente no encontrarán explicado el nuevo posicionamiento latinoamericano. A nosotros nos quedan muchos 11 de setiembres por delante.

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