Desde Washington, Bush se congratula: “no ha habido otro atentado en 2 mil 557 días”
Los candidatos republicano y demócrata a la presidencia de EU visitan en silencio la zona cero
David Brooks (Corresponsal)
Nueva York, 11 de septiembre. Lágrimas corrieron por el rostro de familiares, rosas en manos, pétalos cubriendo el piso, y con música de violines, cellos y flautas de fondo se dio la lectura del nombre de cada persona que pereció en las Torres Gemelas –un mosaico globalizado con apellidos de cada continente en el planeta– interrumpida sólo por momentos de silencio marcando el primer impacto, el segundo; la caída de la primera torre, la segunda, aquí en el hueco aún bajo semiconstrucción al sur de la isla de Manhattan conocido como la zona cero.
En turnos, pares de lectores pronunciaron los nombres de 2 mil 749 muertos en el World Trade Center el 11 de septiembre de 2001 (en total ese día, incluyendo el Pentágono y el avión estrellado en Pennsylvania, murieron 2 mil 992 personas, entre ellos los 19 aerosecuestradores); los lectores eran familiares y estudiantes internacionales que leyeron “en nombre de” sus pueblos, incluida una mujer de México (Nigeria, Filipinas, Pakistán, Holanda, Malí, Portugal, Siria, Vietnam y decenas más).
Un puente sobre la zona estaba bordeado de las banderas del mundo, ondeando en la brisa ligera, mientras familias, algunas con fotos de los caídos, se abrazaban, recordando esa solidaridad humana que se manifestó ese día entre la gente sin importar de dónde eran, el color de piel, idioma, religión o posición social, y donde por un momento los bomberos, los enfermeros, los rescatistas y los que ofrecieron refugio, fueron los héroes, y no las estrellas, las celebridades o los políticos que cotidianamente suelen ocupar el centro del escenario nacional.
De vez en cuando un político intervenía con unas palabras y para recitar un poema (aparentemente todos acordaron hacer lo mismo, a pesar de ser algunas de las figuras menos líricas), entre ellos el secretario de Seguridad Interna, Michael Chertoff, quien habló del amor, la pérdida y la solidaridad, y dio lectura a un poema del persa Rumi (es el mismo secretario que ha ordenado redadas de inmigrantes separando padres de sus hijos y aterrorizando comunidades enteras, y quien ha implementado las medidas de seguridad internas, violando normas de derechos humanos, en nombre de “la guerra contra el terror”), el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg; el gobernador de Nueva York, David Paterson, y por supuesto el ex alcalde Rudolph Giuiliani, quien usó el 11 de septiembre para lanzarse a la presidencia y para sus negocios como experto en seguridad.
Casi al final de la ceremonia, un coro juvenil de todos los colores canta Recuérdame, entre ellos un joven afroestadunidense cuyo rostro estaba cubierto de lágrimas, y todo concluye con un diálogo entre trompetas, una de bomberos, otra de policía tocando Taps, que se emplea para ceremonias de luto de personas uniformadas. Esta noche, la ceremonia oficial culmina con la proyección de “las torres de luz” –dos rayos de luz blanca que suben al infinito– desde la zona cero.
Al margen de esta ceremonia oficial –y horas después de que concluyó– los candidatos presidenciales Barack Obama y John McCain suspendieron sus campañas, visitaron en silencio la zona cero por tarde y colocaron rosas en el hueco gigante que dejaron las torres.
Durante la lectura de nombres esta mañana, una participante pidió: “no olvidemos lo que sucedió… demos gracias a todos los que están luchando por nuestra libertad, gracias a nuestras tropas”. Otros (aunque no todos) también pidieron que se expresara gratitud a los integrantes de las fuerzas armadas, quienes “luchan por nosotros” para que “ninguna otra familia tenga que sufrir lo que nosotros”.
Pero nadie ofreció leer los nombres de las decenas de miles de civiles que han muerto en Irak y Afganistán (nadie sabe cuántos y menos hay una lista de sus nombres y apellidos para que alguien los lea), ni los cientos, tal vez miles, que han desaparecido en varios puntos del planeta, secuestrados y hoy día tal vez en cárceles clandestinas o en el campo de concentración en Guantánamo. Por otro lado, no fueron invitados a las conmemoraciones oficiales aquellos veteranos de la guerra en Irak que han denunciado que los iraquíes y estadunidenses se han matado entre sí por un engaño y por petróleo, y no en la “defensa de la libertad”. Tampoco llegaron a los micrófonos representantes de las familias que demandaron que no se librara una guerra a nombre de sus seres queridos caídos en esta tragedia, los que declaraban desde hace siete años “no en mi nombre”.
En la Casa Blanca, elogios al conflicto bélico
En Washington se inauguró un monumento para recordar los 184 muertos en el Pentágono. La ceremonia fue presidida por el presidente George W. Bush y atendida por el alto mando militar y político donde todo se bañó en los rituales y colores del patriotismo oficial. Bush declaró que hace siete años “cambió nuestro mundo para siempre” y que los años que siguieron “han visto la justicia llevada a los hombres malvados”.
Agregó que “desde el 11-S nuestras tropas han llevado la lucha a los terroristas en el extranjero para que no los enfrentemos aquí en casa. Gracias a los hombres y mujeres valientes, y todos aquellos que trabajan para mantenernos seguros, no ha habido otro atentado en nuestras tierras en 2 mil 557 días”.
Ahí nadie mencionó que Irak no tuvo nada que ver con el 11-S, ni el caso de las inexistentes armas de destrucción masiva, ni todos los otros argumentos que han sido comprobados como falsos, fabricados o manipulados pero que fueron usados para lanzar la llamada “guerra contra el terror” en la que más de 4 mil soldados estadunidenses han muerto y decenas de miles han salido heridos.
Tampoco que siete años más tarde, según reporta la cadena de periódicos McClatchy, “Al Qaeda y sus aliados están recuperando territorio a través de toda la región donde fue elaborado el complot (de los atentados conmemorados hoy), realizando sus ataques más letales hasta la fecha contra las fuerzas de la OTAN….”. Citan al jefe del estado mayor, almirante Michael Mullen, declarando ante el Congreso esta semana que “no estoy convencido que estemos ganando en Afganistán”.
En tanto, el New York Times revela hoy que Bush aprobó órdenes secretas en julio autorizando por primera vez que fuerzas de Operaciones Especiales lleven a cabo asaltos terrestres dentro de Pakistán sin permiso previo del gobierno de aquel país, con la justificación de que tienen el derecho de violar la soberanía para atacar las fuerzas “terroristas” refugiadas en áreas tribales de ese país.
O sea, esta tragedia sigue dando y matando. La lista de nombres y apellidos que nunca será leída se alarga cada día.
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