Julio Hernández López
Robin Hood(icial)
La demanda de Barnés
El licenciado Calderón contribuyó ayer de forma involuntaria al entendimiento masivo de lo que es la política, y lo que significa y cuesta el uso de los recursos públicos para ciertos proyectos equívocos, cuando reconoció que el dinero que se gasta en la lucha contra el narcotráfico y la inseguridad pública ha de escamotearse a otros renglones importantes, entre ellas, la seguridad social. Así lo hizo saber en Tlalnepantla, en la inauguración de una unidad médica del IMSS, donde comentó que ha pedido al Congreso un incremento de 39 por ciento en recursos para policías y militares en funciones policiales: “Es indispensable hacerlo. Habrá, quizá, que sacrificar algunos otros rubros, pero tenemos que resolver este problema”. El círculo del sacrificio vicioso: menos dinero para la atención de las necesidades de la gente, que entonces tiene como caminos de desesperación la delincuencia, que entonces tiene que ser combatida con más fuerzas gubernamentales, que entonces necesitan muchísimo más dinero, que entonces debe ser quitado en el presupuesto federal a las necesidades de la gente, que entonces…
Las palabras de Calderón hacen luz sobre una realidad que no siempre es visible entre los segmentos sociales educados en la desinformación intencionada de los grandes medios de comunicación y en la cantaleta de selectivos e hipócritas reproches ácidos que locutores y periodistas oficialistas hacen contra los políticos y la política (como si esos medios y esos “informadores” no formaran parte de ese poder que critican): la “guerra” contra el narcotráfico, el despliegue de personal policiaco y militar por todo el país, consume tantos recursos que es necesario desatender otros flancos. Todo ello con un saldo terrible, pues la tal “guerra” no se gana ni se ganará nunca (mientras no se legalice el uso de las drogas, lo que privaría de fuentes subterráneas de financiamiento a entes políticos de México y Estados Unidos) y el país se sigue llenando de odios, venganzas y cuentas por cobrar, que se suman a las demás desgracias del país. Desde luego que es necesario cambiar la política (y, si se pudiera, a muchos de los políticos en el poder), pero ello sólo será posible mediante otras formas de hacer política y otros políticos. Mientras tanto, los recursos públicos seguirán siendo asignados a los rubros favoritos de cada camarilla, con su dosis adjunta de alta corrupción.
Astillas
Andrés Peña anuncia que tiene lista la cooperación para pagar la demanda económica que por presunta difamación entabló el ex rector de la UNAM, Francisco de José Barnés contra la investigadora María Fernanda Campa: “estoy encantado de pagar, por la moral y las buenas costumbres de Barnés, la estratosférica suma de diez centavos, de hecho ya tengo la moneda lista”… Sobre el tema, un profesor del Colegio Madrid, cuyo nombre mantendrá en reserva esta columna para evitarle un proceso judicial en contra, considera “ridículo que Barnés diga que su trayectoria ha sido ‘intachable’ cuando él generó uno de los conflictos más graves en la UNAM, aunque, después de salir por la puerta trasera con más pena que gloria, el Colegio Madrid lo nombró ‘presidente’ de su Junta de Gobierno” y, a partir de esa designación, se implantaron en el mencionado colegio políticas “desastrosas” que recuerdan lo hecho en la Nacional Autónoma. “Hoy en día, el colegio se ha convertido en todo lo que decía combatir: un lugar donde no se puede disentir, donde las autoridades son elegidas en función de ‘amiguismos’ o de relaciones con los grupos de poder existentes, como su Junta de Gobierno. Es vergonzoso que en pleno siglo 21 las tomas de decisiones en escuelas o instituciones como la UNAM y el Colegio Madrid sigan recurriendo a un sistema tan antidemocrático como las ‘juntas de gobierno’ o grupos de notables, como si estos no tuvieran posición o filiación política, intereses personales y demás”… Brenda Gurruchaga plantea: “Entiendo que sientas –y reflejes– una especie de obligación moral de restar fuerza al contendiente de AMLO en 2012; entiendo que los motivos de Ebrard en este asunto sean tan mediáticos como de cumplimiento de sus obligaciones ante la sociedad; entiendo que no te gusten sus amaneramientos al hablar, pero ¿qué sentido tiene convertir tu columna en eco de la campaña antimarcelista orquestada desde los medios calderonistas? ¿Cuál es la idea de hacer un análisis tan furibundo con respecto a un manejo mediático que no tiene otro remedio que ser reactivo? ¿Cuál es la idea de darle más relevancia a los detalles que no te gustaron del manejo mediático de Ebrard que a las enormes atrocidades contra la verdad que García Luna y subalternos están cometiendo?”… Dado que Felipe Calderón habló en días pasados, entre en serio y en broma, de hacer un concurso nacional para identificar el trámite burocrático más enredado e inútil, Eduardo Jiménez considera que el premio corresponde al proceso de elección presidencial: “Se imagina usted cuánto papel podemos ahorrar, a cuánto costosísimo tiempo de la tv podemos darle un uso más inteligente que el de los espots de campaña, cuántas ‘horas maestro’ podemos dedicar a la enseñanza de los menores en lugar de desperdiciarlo en la administración de las casillas electorales, cuánto dinero del narco podríamos canalizar a obras sociales y de infraestructura, cuánto encono social podríamos evitar y, sobre todo, no habría posibilidad de fraude electoral; total, que una junta (¿o se escribe yunta?) de notables, como los del pacto contra la delincuencia, se reúna en la embajada gringa y decida quién será el próximo presidente de la República, o que nos quedemos sin presidente; ya Fox nos demostró que puede no haber presidente durante seis años y en este país no pasa nada”… Y, mientras Genaro García Luna acusa a los medios de generar confusión en cuanto a la situación laboral de una agente de la AFI detenida por el secuestro de Fernando Martí, ¡feliz fin de semana, con halcones republicanos deseosos de fabricar victorias electorales a partir de crisis armadas en Sudamérica!
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