Carlos Fernández-Vega
¿Crisis?: no, pero sí
Entre lo “marginal” y lo “temporal”
Si la crisis económico-financiera que registra el vecino del norte Estados Unidos “quizá sea más grande que la de 1929” (Carstens); si “la mayor afectación para México se dará en la actividad real de la economía y se verá en las exportaciones, remesas y turismo” (ídem), tres actividades fundamentales para la captación de divisas y la generación de empleo; si la sacudida “impacta a México” (Calderón), y si, en resumen, el país “verá reducida su capacidad de crecimiento y tendrá que cambiar sus estimaciones” (el mismo inquilino de Los Pinos dixit), entonces de qué sirve cacarear que “nuestra economía es más sólida que en el pasado” y presumir que “en otro momento solamente la percepción del problema en Estados Unidos hubiera generado un gran problema en México; antes por una gripa en Norteamérica (léase EU) a México le daba pulmonía” (se respeta sintaxis de la “continuidad”).
¿Qué, entonces, es “un gran problema para México”, según la aguda percepción del michoacano que se cae del triciclo (versión oficial)? La mitad de la población (ídem) en la miseria y la pobreza; el desarrollo social prófugo de la realidad nacional; el desempleo al alza; la economía estancada; el “crecimiento” menor que el haitiano; la inflación robustecida; la concentración del ingreso y la riqueza cada día (esa sí) más sólida; el poder adquisitivo rebajado a su mínima expresión; la inversión extranjera a la baja; la feroz dependencia del norte, etcétera, etcétera, ¿y el inquilino de Los Pinos asegura que el país no tiene “un gran problema?
No lo tiene, diría el ínclito inquilino de Los Pinos y coro que lo acompaña, porque “tenemos un sistema financiero sólido”, ergo eso es lo importante, un sistema que, dicho sea de paso, prácticamente no tiene registro en el expediente nacional de crecimiento y desarrollo en los últimos cinco lustros. Así que la sacudida afecta el crecimiento económico y el de por sí deteriorado bienestar de los mexicanos no pasa de pecata minuta.
Aferrado al endeble diagnóstico de “catarrito” económico, del doctor Agustín Carstens, el inquilino de Los Pinos presume su “política contracíclica” –basada en el mercado interno y la infraestructura– para, dice, “contrarrestar” los efectos recesivos de la economía estadunidense y, por añadidura, de la crisis financiera en aquel país. El resultado de tal iniciativa, por llamarle de alguna manera, está a la vista: si bien va, y lo más seguro es que no vaya, la economía nacional “crecería” 2.4 por ciento, es decir una proporción 35 por ciento menor a la observada en 2007 (3.2 por ciento), la cual, a su vez, resultó 33 por ciento menor a la de 2006 (4.8 por ciento). Para 2009, esa “política contracíclica” prevé una reducción sustancial al presupuesto para infraestructura, al tiempo que ningún mercado interno puede reactivarse con la mitad de la población sumida en la miseria y la pobreza.
Bien a bien no se entiende qué pretenden transmitir: si Carstens asegura que para México la sacudida económico-financiera en el vecino del norte sólo provoca un “catarrito” para México, entonces cómo cuadra su declaración de ayer, en el sentido de que tal crisis “quizá sea más grande que la de 1929”, la cual, dicho sea de paso, no fue precisamente un caramelo. Si el inquilino de Los Pinos reconoce que por la misma razón “naturalmente que vamos a reducir las capacidades de crecimiento y tenemos que cambiar nuestras estimaciones”, en dónde cabe que la economía mexicana es sólida como una barra de acero.
El candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, John McCain, abreva del mismo pozo que la “continuidad”: un día dice que sí, otro que no, y alguno más que desde hace dos años advirtió sobre lo que hoy acontece, cuando en realidad una semana atrás ni siquiera se había enterado de la sacudida. En la misma sonora tropical cantan el doctor catarrito y el niño que cae del triciclo. Y ninguno de los dos convence a los electores, por la sencilla razón de que son ellos los que pagan los platos rotos rebozados de discursos triunfalistas. Obvio es el enorme costo político que pagará el senador por Arizona por sus reiterados resbalones. ¿Cuál será el de la dupla catarrito-triciclo?
Y para no dejar pasar la oportunidad, al tablao se subió el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, quien aseguró que para México los efectos de la crisis económico-financiera en Estados Unidos “serán marginales”. Es el mismo personaje que 13 años atrás aseguraba que la participación del capital extranjero en la banca mexicana “será temporal” y “sólo para instituciones pequeñas” (hoy 90 por ciento del sistema de pagos en el país pertenece a trasnacionales financieras) y el que no hace mucho presumía que la inflación “está bajo control”.
Afectará “marginalmente”, pues, dice Ortiz, auque reconoce que “es muy difícil a estas alturas y dada la situación, digamos, tan cambiante que estamos viviendo, el poder hacer diagnósticos precisos; (pero) sí se ve un riesgo no despreciable de un deterioro mayor de la economía americana (léase estadunidense) como consecuencia de la crisis financiera” (segunda tesis del catarrito), o lo que es lo mismo un contundente “no, pero sí”. Tal vez en 1995, cuando presumía la “temporalidad” de la presencia extranjera (que llegó para quedarse) en la banca nacional, también la “situación cambiante” le impidió ver de qué tamaño era la puerta que abrió, con la complacencia del Congreso.
Mientras algunos personajes son felices autodesmintiéndose cotidianamente, en Estados Unidos se hacen bolas con el “salvamento” del sistema financiero, y el ex presidente Clinton pone el dedo en la llaga: el plan de estabilización “deberá garantizar que no habrá enriquecimiento injusto de quienes no merecen el rescate”. Los especuladores mexicanos que se quedaron con la banca reprivatizada por el salinismo y que un par de años después fueron “rescatados” por el zedillismo (obvio es que a costillas del erario), de pie ovacionaron al del saxofón, por aquello de la ingenuidad.
Las rebanadas del pastel
Ya que en Los Pinos se dan vuelo recortando presupuestos para la educación superior, en San Lázaro deberán mostrar un poco de sensibilidad e inteligencia y atender la exigencia de aumentar los dineros que la nación destina a las universidades públicas, con la querida UNAM a la cabeza, sin hacer a un lado a otros grandes centros de estudios, como el Instituto Politécnico Nacional… Hoy, a las 18 horas, el XXIII Foro del Club de Periodistas de México, con el tema “Apocalipsis Financiera”. Participan el estimado colega Roberto González Amador, José Alberto Villasana Munguía y Juan Ramón Jiménez. Como moderadores, Celeste Sáenz de Miera (gracias por su generosidad) y José Manuel Orozco Garibay. La cita es en Filomeno Mata número 8, Centro Histórico. Se va a poner bueno.
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