México SA
Carlos Fernández-Vega
Amagan bancos con restringir más el crédito
Tanto han exprimido los bancos a su clientela, que el saldo es verdaderamente espeluznante: de enero de 2000 a septiembre de 2008 las ganancias acumuladas de esas instituciones por concepto de intereses (margen financiero) se aproxima a un billón 100 mil millones de pesos, o lo que es lo mismo prácticamente el costo del Fobaproa. Pero nadie se había dado por enterado.
Ahora que las elecciones intermedias se aproximan y la crisis aprieta cada día más, parece que algunos están interesados en utilizar la memoria. Por eso, la mosca vestida de Senado de la República se ofendió con la respuesta de los barones del dinero: al “evitemos las tentaciones de controlar variables que deben responder al libre comportamiento del mercado; controlar las tasas de interés y comisiones no es la forma más prudente de proteger a los usuarios de los servicios financieros” lanzado por los siempre prepotentes banqueros, los líderes de las bancadas en Xicoténcatl respondieron con un (sic) “si las instituciones bancarias no toman medidas para bajar el costo del crédito, se tomarán medidas para beneficiar a los usuarios y consumidores; no deben asustarse los banqueros si el Congreso mexicano empieza a discutir colocar topes a las tasas de interés de la banca (porque) tiene facultades, autorización y derecho a intervenir en este tema, si no quieren que lo hagamos desde el Congreso, háganlo por decisión propia… tienen hasta finales de febrero”.
Discursos y más discursos, porque de siempre el Congreso ha tenido “facultades, autorización y derecho” para intervenir en este explosivo asunto, pero más personajes como Diego Fernández de Ceballos, Fauzi Hamdam y Salvador García Rocha, entre otros, para frenar cualquier intento en contra de los barones. Por eso, hasta ver no creer, pues los banqueros acumulan muchos años de expoliar a los usuarios y consumidores, los mismos que, aparentemente, ahora preocupan y ocupan a los legisladores, quienes sobre el particular no habían dicho ni pío. Sólo respondieron en tropel luego del discurso de Carlos Slim (“estas tasas –de interés– son insostenibles, impagables en la mayoría de los casos”, dijo, con un hilo de sangre en las comisuras de la boca, el mega empresario permanentemente cuestionado por los elevadísimos precios y tarifas que cobra en las empresas de su imperio), de tal suerte que podrían impulsar al dueño del Grupo Carso como líder del Congreso para ver si así reaccionan a tiempo senadores y diputados.
En los últimos ocho años y nueve meses los banqueros le exprimieron a su clientela el equivalente a un Fobaproa completito, los mismos usuarios que, quiéranlo o no, también pagan, junto con el resto de mexicanos, los platos rotos del “rescate” bancario que el hoy preocupadísimo Congreso “legalizó”. Más de un billón de pesos en ganancias por intereses es una salvajada, pero en ese periodo ninguna autoridad (así les llaman) dijo nada, porque “México goza los beneficios de su banca moderna” (dixit de Salinas a Calderón). Crearon su Frankenstein y ya no saben cómo domarlo.
En esos ocho años y nueve meses, el “libre comportamiento del mercado” (frase utilizada por el presidente del BBVA-Bancomer, Ignacio Deschamps, para describir la rapacidad gremial) más que triplicó (con ganas de cuadruplicarse) las ganancias por margen financiero (la diferencia entre los intereses cobrados y los intereses pagados): de 33.66 por ciento a 117.6 por ciento al cierre de 2007, y si las cosas siguen como hasta ahora dicho margen podría cerrar 2008 en 144 por ciento.
En el año 2000, por cada peso que pagó a sus ahorradores, la banca cobró 1.33 pesos a sus creditohabientes; ocho años después, este último indicador se incremento a 2.17 pesos, y se estiman 2.44 pesos para 2008. En el primero de los años citados la ganancia bancaria por este concepto fue de 76 mil 855 millones de pesos; en 2007 de 207 mil 193 millones y en 2008 fácilmente rebasará esta última cifra.
Con mayor clientela y número de bancos en operación, el “libre comportamiento del mercado” defendido por los banqueros arroja el siguiente balance: el margen financiero favorable a los barones creció de 33.66 por ciento en 2000 a 43 por ciento un año después; de allí a 62.7 por ciento en 2002; 74.8 en 2003 y 92 en 2004; bajó a 78 por ciento en 2005, para incrementarse a 110.25 en 2006; a 117.6 en 2007 y, se estima, a 144 por ciento en 2008.
Y si faltara algo, los precios al consumidor se incrementaron 1.14 por ciento en noviembre, el más alto para un mes igual desde 1999, de tal suerte que la inflación anualizada llegó a 6.23 por ciento.
Las rebanadas del pastel
De la lectoría, sobre el agio bancario: “son tasas de interés que aplican a los que por necesidad tenemos que disponer de un plástico para enfrentar nuestros problemas más severos de liquidez doméstica con los grandes bancos, pero creo que pasó por alto a los que supuestamente están dirigidos a las clases más desprotegidas, como Banco Azteca, Coppel, WalMart y Compra Fácil de GE Capital, entre otros, que se ensañan contra la ignorancia y desesperación de la gente de estratos sociales bajos al aplicarles tasas brutales (el doble o más) de lo que les prestan o de autorizarles algún crédito. Mi esposa tuvo el desacierto (sin saberlo, claro) de endeudarse con Azteca y Compra Fácil, aplicándole el doble de lo que originalmente le prestaron a través de tasas y comisiones de toda índole (creo que hasta por respirar) y cuando se vio presionada por constantes pagos y amenazas de cobradores (tanto por teléfono como de cobradores en moto que se portan muy, pero muy prepotentes y hasta dispuestos casi a golpear o portarse como viles malandrines de cantina) no tuve más que asumir el pago de ambos créditos y por fortuna los liquidé, hasta hace poco, pero créame que la experiencia fue desastrosa. Y si a nosotros nos tocó sortear el agio de esos bancos, principalmente el de Azteca –que se da el lujo, incluso, de cooptar a columnistas de negocios (principalmente de El Financiero y El Universal, quienes casi a diario le dedican importantes espacios como de gacetilla, ensalzando la labor de un ‘iluminado’ Ricardo Salinas Pliego) sin que averigüen, como reporteros que creo deben seguir siendo, el sentir de la gente que a diario acude ahí a reclamar o angustiarse por sus interminables deudas– que podría pensar de esas pobres personas que sin misericordia, y sin que haya autoridad que ponga un hasta aquí, se cruzan los dedos por pagarles a esos agiotistas. O que tengan que sacrificar su presupuesto familiar, tan sólo para comer, para destinarlo al pago exorbitante de abonos chiquitos, pero con intereses de puñalada por la espalda. Ojalá que en algunos de sus futuros espacios logre cristalizar el sentir de otras personas que como yo tuvimos la desgracia de enfrentar a los bancos ‘chiquitos’, igual o peor de usureros que los grandotes” (Toño Ramírez, toniora4@prodigy.net.mx).
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