Nadie de nosotros duda de que los grandes medios de comunicación son corresponsables de la crisis económica actual, en la medida en que forman parte de la macroestructura económica y financiera mundial. Pero eso no debería bastarnos para analizar su implicación, es necesario analizar los elementos que lo explican:
- El silenciamiento de los especialistas críticos. Cada ciudadano puede comprobar cómo, en su país, los analistas que anunciaron y advirtieron sobre las políticas de especulación y descontrol financiero fueron ignorados en los grandes medios, en Espana el catedrático Juan Torres lo recogió en su libro Coge el dinero y corre (Icaria 2006). Hace un año el programa estrella de la televisión cubana, Mesa Redonda, debatía sobre la crisis que se venía llegar con especialistas que acertaron al milímetro sobre lo que ha sucedido, todos ellos ajenos a los medios occidentales. Es decir, había especialistas que advirtieron pero se les impidió acceder a la opinión pública.
- También las organizaciones sociales que señalaban la deriva financiera fueron ignoradas por eso medios de comunicación, basta recordar el caso de ATTAC que lleva más de diez aços recordando la necesidad de aplicar métodos de control sobre los movimientos especulativos financieros.
- Las grandes empresas de comunicación forman parte de los grupos económicos que se beneficiaron con los diferentes booms especulativos, desde los puntocom al inmobiliario.
- El mensaje de los medios está siendo utilizado para crear condiciones de alarma que permitan aplicar medidas de recorte social y de los derechos de los trabajadores, al puro estilo de la denominada "doctrina shock" que la escritora Naomi Klein ha desarrollado en su libro del mismo título.
- Otro silenciamiento que están aplicando los medios es el de cualquier propuesta que suponga una ruptura con los principios económicos dominantes. Así, mientras se reconoce la falta de competencia de las entidades de créditos para atender las necesidades de consumidores y pequeños empresarios, se obvia el debate en torno a la creación y puesta en marcha de una banca pública, una figura existente en Europa y en España hasta hace veinte o veinticinco años que comenzaron las privatizaciones.
Simultáneamente a todo ello, hemos asistido a varias anécdotas que ilustran cómo se busca eximir a los medios de comunicación en las grandes operaciones de engaño colectivo a las que se ha sometido a la opinión pública mundial.
En mayo de 2008 tuvo una gran repercusión la presentación del libro1 del ex portavoz de la Casa Blanca Scott McClellan en el que reconocía la manipulación a la que sometieron a los medios de comunicación desde la administración Bush. En su volumen McClellan acusaba a los medios de haber fracasado en su función fiscalizadora y de "tragarse" la propaganda. Lo que aparentaba ser un reconocimiento de culpa, si se observa bien, es toda una operación para eximir a los medios y los periodistas. El objetivo es que aunque una administración estadounidense salga mal parada, el complejo mediático aparezca como víctima y no como cómplice. Saben que vendrá otra administración y otro gobierno diferente, pero los medios seguirán siendo los mismos y no es recomendable que su imagen quede dañada. Algo similar sucedió tam bién en enero de 2008. En aquella fecha se difundió un estudio de la organización "Integridad Pública" en el que se recopilaban nada menos que 935 declaraciones falsas realizadas por Bush y otros siete altos funcionarios de su gobierno en poco más de dos años2. Los medios fueron muy diligentes para publicar la noticia de la agencia Efe que recogía la investigación3 porque les interesaba que el delito de la mentira se circunscribiera a la Administración Bush, olvidaban que si esas mentiras tuvieron tanta repercusión y efectividad es porque los medios las dieron por válidas y no cumplieron su función de recoger las voces de quienes denunciaban la falsedad. Al poner ahora en la picota a Bush y su entorno, los medios salen indemnes de la situación.
Lo que yo quisiera transmitir es que esta crisis del sistema financiero va ligada a una crisis de los medios de comunicación. El periodista Juan Varela, consultor de medios y editor de la web Periodistas 21, explica todos los elementos que se agrupan en esa crisis:
Crisis de mediación. El modelo informativo ha dejado de identificarse con los ciudadanos, una prueba de ese divorcio es que en España se considerara un descubrimiento periodístico un programa tan obvio que consistía en que varios ciudadanos le hicieran una pregunta al presidente del gobierno. Del mismo modo, muchos gobernantes mundiales han decidido convocar intervenciones televisivas hacia el público desde los medios públicos evitando las ruedas de prensa, es decir, sorteando a los periodistas que se han vuelto un mecanismo de interceptación que obstaculiza y tergiversa la comunicación entre los gobernantes y los ciudadanos, en lugar de un sistema de acercamiento que era su principal origen.
Crisis de la credibilidad. El público ya no se fia de los medios de comunicación, ha comprobado demasiadas veces cómo mienten u ocultan elementos fundamentales de la realidad.
Crisis de la objetividad. Ya sabemos que la objetividad y la neutralidad no existe, no sirve su constante apelación a la imparcialidad. Existe la honestidad, la veracidad e incluso la pluralidad, pero ya nadie discute el interés ideológico y político que muestran los medios en su actividad diaria. El mito de la objetividad cae y la autoridad del periodismo se derrumba con él.
Crisis de autoridad. Internet y las nuevas tecnologías han mostrado la capacidad de organizaciones sociales y periodistas alternativos para enfrentar el predominio de los grandes medios. Han dejado de ser tan poderosos. Gracias a la capacidad de producir y distribuir información, la autoridad tradicionalmente reconocida a los periodistas como mediadores vuelve al público. Los que más saben o están más cerca de los hechos informan a otros.
Crisis de la información. La dinámica mercantilista de los medios y la necesidad de aumentar la productividad y rentabilidad de sus profesionales ha provocado que las informaciones no estén elaboradas, ni adecuadamente verificadas, ni con suficientes elementos de contexto y antecedentes que permitan a la sociedad comprender la actualidad. Un ejemplo es el conflicto palestinoisraeli, la información que acumula el ciudadano medio sobre este asunto es enorme y, sin embargo, sigue sin comprender en su total amplitud el conflicto.
Ante esta situación los medios alternativos tenemos varios retos que enfrentar:
Mejorar nuestra formación y capacitación. Es fundamental apostar por una mayor profesionalización.
Exigir a los estados el reconocimiento necesario a los medios alternativos y recursos necesarios para su desarrollo. Del mismo modo que es imprescindible el compromiso de los gobiernos para que exista una adecuada sanidad universal y una educación para todos, no habrá una información plural, participativa y democrática si se deja en manos del mercado como está sucediendo.
Debemos superar nuestro complejo de marginales, los medios alternativos somos más legítimos y más democráticos que los comerciales, en una sociedad verdaderamente democrática estamos llamados a ser los hegemónicos.
1 What happened: Inside de Bush White House and Washington's culture of deception (Lo que ocurrió: dentro de la Casa Blanca de Bush y la cultura del año en Washington)
3 Ver Público: http://www.publico.es/040456/
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