Martí Batres Guadarrama
Objeciones de la Memoria
Motivado por los tiempos electorales y el descontento generalizado por la falta de resultados favorables para el país, especialmente en lo económico y en el combate contra el crimen organizado, el PAN se ha empeñado en criticar y censurar al PRI, partido que lo ha llevado y mantenido en el sitio donde se encuentra actualmente.
En 2000, pero especialmente en 2006, diversos dirigentes del viejo partido tricolor se prestaron para que así fuera, empezando por el entonces presidente Ernesto Zedillo. Pero no es lo único. En 2006 el entonces dirigente nacional del PAN, Manuel Espino, reconoció que convenció a ocho gobernadores priístas para que apoyaran a Calderón y evitaran el triunfo de Andrés Manuel López Obrador.
En una grabación, en el Zócalo, se escuchó a Elba Esther Gordillo ordenarle al gobernador de Coahuila que llamara a votar en su estado por el panista. Se corroboró que Mario Marín, el góber precioso, invirtió millones para lo mismo, en Puebla. Los gobernadores de Sonora y Oaxaca imitaron tal complicidad.
Ubicado en el tercer sitio electoral en 2006, el PRI contribuyó a que Calderón ingresara al Palacio Legislativo a rendir la protesta de ley y desde entonces le ofreció los votos necesarios para aprobar sus reformas legislativas.
La colusión ha sido total.
Nadie duda, como lo señaló recientemente Juan Ignacio Zavala, que “los priístas son incapaces de modernizarse. Saben cómo sacar raja de su posición, chantajear al país, hacer declaraciones tronantes y exigir responsabilidades”.
Lo que llama la atención es que pareciera que ahora el PAN y Calderón, justamente en tiempos electorales, se dan cuenta de ello.
Aparentan renegar de su cómplice permanente aunque saben que sin él, ellos no estarían donde están. De facto, como un ilegítimo, el PRI mantiene el poder con la anuencia de Acción Nacional, porque en el fondo ellos también son el PRI. No se explican sin la complicidad del Revolucionario Institucional.
Esa es la razón por la que dicho partido nunca se ha ido. En ello radica el peligro de que reasumieran el poder.
En el fondo, la mayor responsabilidad de ello recaería en el PAN. Su desempeño ha evidenciado que no es real la supuesta diferencia que dice tener con el ahora “partido opositor”, que en todo les ha ayudado. Gobiernan a través del tricolor. La mejor prueba es que los cuadros políticos que más protección han recibido, a los que se les ha brindado total impunidad, son los más oscuros del priísmo.
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