Jorge A. Franco Cáceres
La visita de Barack Obama en abril a México no representó el inicio de una nueva era de relaciones bilaterales a partir de la revisión de los acuerdos del ASPAN. Alfredo Jalife en entrevista para el programa En Contexto de Telemundo, señaló que se trata realmente de una imposición unilateral de la agenda de Obama respecto al tratado de libre comercio. De acuerdo con este analista, el combate al narco es solamente una coartada para una anexión militar del Pentágono. Jalife manifestó que sus declaraciones estaban basadas en documentos publicados en Europa en donde se menciona esta anexión.
Sin embargo, el ASPAN fue anunciado de nuevo por el gobierno de Felipe Calderón como un acuerdo para eliminar las diferencias entre los Estados Unidos y Canadá -con menores índices de pobreza a pesar de la crisis ocasionada por la administración de G. W. Bush-, con México –con mínima productividad a pesar del rechazo público a los impactos de la crisis norteamericana-. En sus más recientes discursos, se insistió en que nuestro país necesita aprovechar más sus recursos humanos y naturales y que tiene una fuerte necesidad de desarrollo social que atenderá con el respaldo financiero de sus socios continentales.
La realidad es que el ASPAN permanece como otra desventajosa “renegociación” internacional del gobierno espurio para la continuidad del modelo del neoliberal de fronteras abiertas a los mercados agresivos y voraces -que ha sido impulsado desde 1982 en nuestro país y que nos ha llevado a las crisis económicas 1982 con José López Portillo, 1987 con Miguel de la Madrid y 1995 con Ernesto Zedillo. En consecuencia, este acuerdo sólo ratifica ante el gobierno de Obama o incluso rectifica de acuerdo con él, los términos diplomáticos que sirven al Estado mexicano para reproducir la inseguridad pública y la polarización social que requieren esos mercados.
El gobierno federal pondera otra vez desde los medios masivos las ventajas comparativas del ASPAN: los usos continentales de los recursos estratégicos: petróleo, gas natural, uranio y minerales, acuíferos y ríos tropicales, bosques maderables, plantas medicinales, etc.; y también de los recursos humanos generadores de los servicios turísticos anclados en los patrimonios naturales y culturales y las necesidades sociales. Por encima de todo, se guarda que la biodiversidad es al parecer el recurso que los acuerdos del ASPAN identifican como de mayor potencial geoestratégico, a pesar de las deficiencias de infraestructura de comunicaciones que prevalen e impiden sus usos comerciales e industriales en mayor escala.
El Corredor Biológico Mesoamericano que impulsa el Banco Mundial para anunciar al mundo global la conservación redentora de los recursos naturales, tiene una propuesta que, a decir verdad, es ejemplar de los intereses patrimoniales detrás del ASPAN. Porque este proyecto se fundamenta en la privatización estratégica y el manejo lucrativo de las riquezas biológicas de la región mesoamericana. Con él está abierta la posibilidad comercial y se otorga cobertura política para que los laboratorios transnacionales experimenten con programas de explotación de recursos naturales estratégicos e incluso de la apropiación ilegal de la biodiversidad y las aguas superficiales y subterráneas.
Los discursos presidenciales ratifican el ASPAN en términos absolutamente neoliberales o más bien salinistas. Los pronunciamientos más serviles de Felipe Calderón parten del argumento de que prevalecen necesidades sociales que no se resolverán si no crean en el país las condiciones indispensables – “seguridad pública” y “confianza empresarial”-, para las inversiones capitalistas. Sugieren incluso que no importa lo que haya que pactar con los Estados Unidos y Canadá en términos de colaboración policial y migración internacional o lo que haya que entregar a los corporativos transnacionales, con tal de que lleguen sus inversiones para generar empleos y combatir la pobreza.
Entre la ignorancia política, la perversión ideológica y la simpleza administrativa, el gobierno espurio no asume que el ASPAN no es y nunca será una estrategia de desarrollo, como lo pretendía también el gobierno golpista de Vicente Fox. No da visos de entender que se trata de una renovada versión de la anquilosada plataforma gubernamental de los tiempos neoliberales de los gobiernos del PRI. Por esta razón, es importante informar que el ASPAN, más allá de los discursos calderonistas sobre sus objetivos y proyectos e incluso en los tiempos actuales de Barack Obama, sigue poniendo en riesgo el perfil de nación que deseamos.
Quienes impulsan los acuerdos del ASPAN creen que el desarrollo sólo puede existir con el comercio global y las industrias transnacionales-. Son agentes de la globalización hegemónica y el capitalismo salvaje, porque no les interesa formular propuestas de desarrollo consecuentes con las características económicas, políticas, sociales y culturales de las regiones, con respeto a las tradiciones y los patrimonios de sus habitantes. Son utileros del comercio global y las empresas transnacionales, porque se dedican a instrumentar campañas sucias y golpes letales contra todos los intentos políticos y sociales de plantearlas al margen de sus intereses.
No hay duda que los nuevos acuerdos del ASPAN buscan promover decisiones y consolidar acciones en las regiones de México, a través de la implantación de políticas públicas y desde la imposición de programas y proyectos de inversión pública y privada. Se trata de iniciativas para enganchar el desarrollo educativo y social al crecimiento de actividades productivas, la transformación de las instituciones locales y la ampliación de las bases tecnológicas de acuerdo con los grandes intereses mercantiles.
A pesar de la postura pública del gobierno espurio, el ASPAN sigue siendo un instrumento central de la estrategia de entrega del país al capital global, propiciando con ella las transacciones continentales mediante desregulaciones institucionales, exenciones fiscales, privatizaciones de infraestructura y expropiaciones de patrimonios naturales y culturales. Son estos los estímulos que los socios continentales reclaman a Felipe Calderón y a los grupos legislativos del PRI y del PAN, para que los capitales globales puedan potenciar las ventajas comparativas del país. Porque únicamente bajo condiciones de un ventajoso costo-país, los agentes transnacionales disponen entrarle a los megaproyectos turísticos, las industrias especializadas y los servicios comerciales de mercancías orientadas a los mercados internacionales.
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