María Teresa Jardí
Una vez evidenciado, hasta para Carstens, la inutilidad de ocultar que lo del catarrito en realidad desde el inicio fue una pulmonía letal que va a matar de hambre a millones de mexicanos. Y dado que con todo y las impunes, siempre, ejecuciones y los impunes, siempre, asesinatos y las impunes, siempre, muertes por diarrea y las impunes, siempre, desapariciones y las impunes, siempre, …, y las impunes, siempre, …, y las impunes, siempre,…. etc., somos demasiados mexicanos para los fines del capitalismo impuesto como sistema mundial y dado que ya se sabe que en el patio trasero se pueden tolerar
unas cuantas ratas y cucarachas, pero las plagas tampoco son bienvenidas en ese lugar. Los a modo del que paga y manda. Porque ni siquiera es que sean ideológicamente convencidos defensores del sistema capitalista. Cuando nos llegue “made in USA” otro sistema impuesto también. Porque cuando los pueblos no encuentran el modo de propiciar el cambio, aunque sea porque los partidos se han podrido, siempre habrán otros que lo impongan. Los a modo cambiarán de camiseta y defenderán, sin explicaciones, lo contrario de lo que sostenían un día antes del cambio. Que va a llegar. Quién sabe cuándo y posiblemente muchos no lo veremos. Pero va a llegar. Si el hombre, claro está, no acaba antes con la vida humana en el planeta a base de enfadar a la naturaleza que deja sentir en Yucatán una muestra de su furia con el aumento de la temperatura, de suyo elevada, pero que ya pinta, dado que no todos tienen recursos para poner y pagar el aire acondicionado para mitigarla, como otra posible asesina letal.
Pues bien, los a modo se aprestan a defender, pluma y micrófono en mano, el aumento, --aumentar, aumentan todos los días-- pero se trata de golpe y porrazo de encajarle otra tajada a los exiguos ingresos del pueblo con el IVA a las medicinas y a los alimentos. Tajada de golpe, para ser utilizada por el Ejecutivo, hoy usurpado por la derecha panista, cuando no para pagar los intereses de una deuda, contraída a sabiendas de que es para el pueblo una carga intolerable, cuando no para pagar la impagable deuda externa, para no ejercer la partida, en tanto se encuentra el momento oportuno para, también, robarla. Se aprestan a defender el IVA, que acabará por imponerse, que nadie lo dude, a medicinas y a los alimentos, los a modo del sistema con los mismos argumentos. A propósito de las declaraciones de Ernesto Zedillo, quien, presumiblemente, estaría preso en otro lugar del planeta menos tolerante con la delincuencia política. Aquí ya se sabe que la impunidad es la regla incluso de la delincuencia política más extrema. A propósito de las declaraciones de Zedillo, huido al extranjero con un puesto garantizado de antemano, siendo todavía presidente de una república, la mexicana, que sello con él su destino de ser convertida en bananera, garantizándose un puesto en una empresa de ferrocarriles, por ese impresentable, rematador de los ferrocarriles mexicanos, por aquello de que no se ha agotado, en el caso de la ejecución de Luis Donaldo Colosio, la primera línea de investigación que la lógica jurídica manda en el caso de homicidio sobre el establecimiento de a quién beneficia.
Leí, hace unos días, en un diario, con un reciente cambio de dueño, que: “… Hay quienes piensan que deben pagar los que ganan más, lo que constituye un castigo al trabajo, a la imaginación y al talento…”. Y ese mismo día en la tele, que pasa por Cable, a un comunicador a modo, con un analista del mismo corte, los escucho esbozar el mismo argumento, incluso con similares palabras, pero agregando que se puede ser exitosa empresa, como lo demuestra en la que ellos trabajan, fuente de empleos bien pagados incluso en tiempos de crisis, “que se puede ser cuando se trabaja y se tiene, la imaginación y el talento, etc.”
Que se jodan, añado yo, para mí misma, los que no trabajan, no son imaginativos y no tienen el talento para convertirse en sujetos televisivos, explicitándome el mensaje que entre líneas y como subtexto esbozan, “los talentosos” que repiten los guiones que los Zedillo y los Carstens les mandan escritos.
Debo reconocer que no todos los días me apendejo viendo los manipuladores noticieros de la telebasura a modo. Pero no deja de ser un ejercicio necesario. Ni una palabra de que la clase política aquí tiene los salarios más altos del planeta a pesar de ser la más probadamente ineficiente y corrupta del mundo. Ni una palabra sobre las ganancias brutales, que a la empresa en México se otorgan, incluso a la extranjera, condonándole además los impuestos.
Que pague el pueblo que es flojo, que no es imaginativo para cometer los fraudes en su beneficio y que no tiene el talento de lograr que el Poder Judicial los legalice… Es lo que piensa la derecha que destruye al país.
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