Ricardo Andrade Jardí
Malas apuestas las de Leonel Godoy. Quiso jugar a la vida republicana con un usurpador pelele, que ahora responde a las apuestas del gobernador de Michoacán tratándolo o maltratándolo, nunca mejor dicho, como menos que basura. Mala apuesta la de la “institucionalidad” perredista, que no fue capaz de entender cuando, seducida por el discurso telecrático de la “moderna y madura izquierda”, decidió traicionar al movimiento ciudadano nacido a raíz del fraude electoral del 2006. Leonel Godoy, quien junto con los demás gobernadores perredistas, especialmente la de Zacatecas y el de Chiapas, apostaron por una relación de concordia con quien es y será siempre un usurpador; un “sujeto” adiestrado por el sueño americano y al servicio exclusivo de la oligarquía rapaz y quien está inmerso en una santa cruzada que busca implementar el estado militar, dada la absoluta ilegitimidad del puesto que ocupa, nada menos que quien detenta el cargo de Ejecutivo nacional, aunque sea de la tan bananera república mexicana.
El martes 26 el Ejército y las policías federales, sin aviso al gobernador de Michoacán, realizaron un operativo militar con la intención supuesta de detener a una decena de funcionarios públicos del estado y presidentes municipales, bajo el argumento de sus supuestos nexos con el cártel de “La Familia”.
Es probable e incluso posible que existan muchos nexos entre los funcionarios públicos de Michoacán con el narco. Como es evidente que existen también con los funcionarios del Estado de México, de Morelos, de Querétaro, de Jalisco, de Baja California, de Oaxaca y de Puebla, entre otros, la certeza ciudadana es clara: si existe el organizado crimen es justamente porque se organiza gracias a la IMPUNIDAD que la institucionalidad le ofrece.
La vida política de México es siempre sorpresiva y al mismo tiempo sistemática, todos suponemos las relaciones del narcotráfico y otras ramas del crimen organizado con las estructuras de gobierno y en Oaxaca hay un gobernador producto de un fraude, que es, presuntamente, además un asesino, pero también, hoy, un aliado del panismo usurpador. En Puebla el gobernador está, presumiblemente, ligado a las redes de pederastia y el abuso sexual, que el conservadurismo panista tolera bien y tanto, y los votos del PRI son una necesidad para la derecha fecalista.
Tenemos un sistema político donde la carta más fuerte es el chantaje y ahí es donde el PRD apostó mal sus cartas. En las elecciones próximas pasará de ser la segunda fuerza legislativa a convertirse, si bien le va, en la tercera si no es que en la cuarta fuerza política electorera y dejará de tener significado e interés para los poderes de facto que, realmente, nos desgobiernan.
El operativo Michoacán no es más que un ejercicio demagógico para intentar salvar algunos votos más para el PAN.
Leonel Godoy es ya un personaje de segunda categoría para el fecalismo, como pronto lo serán el resto de los gobernadores emanados del PRD.
Pero la apuesta estúpida de “Los Chuchos” tiene además un elevado costo social: la militarización del país, que será antes experimentada en las provincias o municipios gobernados por el PRD.
Esa fue la parte, que la “izquierda” electora, no ha entendido o peor aún, que pactó, a cambio de algunas limosnas.
El trato dispensado a Leonel Godoy es una revelación más del desprecio que el pelele y sus jefes sienten por la democracia. Los “demócratas cristianos” demuestran, en México, el terrible desprecio que les produce la voluntad popular.
Michoacán es el inicio de la embestida militar que con el apoyo de la telecracia desde el primero de diciembre del 2006 se está orquestando en México. Son ya muchos los avisos y la represión es el sello de nuestro futuro inmediato; las condiciones están geopolíticamente dadas. Es parte la Iniciativa Mérida y del nefasto Plan Puebla Panamá.
Y es evidente también que la respuesta, contra la represión, no vendrá de las clases políticas enfrascadas en el fraudulento reparto de “votos”. Vendrá del urgente Despertar Ciudadano, antes de que las futuras generaciones y los muertos empiecen a reclamarnos nuestra apatía, nuestro esperanzado engaño electoral, ante lo evidente.
Paremos hoy la represión o mañana sólo contaremos los muertos de nuestros silencios, de nuestra fatal falta de acción ciudadanamente organizada.
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