Patricia Muñoz Ríos
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) señaló ayer que al menos 100 millones de niñas laboran para sobrevivir, pues están en pobreza extrema. La mayoría, aseguró, efectúan sus actividades en condiciones de riesgo, que afectan su seguridad, salud y moralidad.
En un informe que dio a conocer ayer la organización, con motivo del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, señaló que en total más de 218 millones de menores de edad trabajan, de los cuales casi 20 millones lo hacen en el sector manufacturero y un millón en minas. En tanto, 1.8 millones son víctimas de explotación sexual y cerca de 250 mil están asociados a grupos armados.
Establece que del total de niños y niñas que laboran, 75 millones no han sido inscritos a ninguna escuela de educación primaria. Plantea la necesidad de que se refuerce la inspección en las empresas, pues gran parte del trabajo infantil está oculto en los sótanos de las fábricas.
Según el documento, la crisis económica y financiera está hundiendo más a los sectores vulnerables en la pobreza. En la medida en que las familias se están sumando a la pobreza tienen que elegir entre enviar a sus hijos e hijas a la escuela o ponerlos a trabajar, por lo que muchos menores se ven apartados de su derecho a la enseñanza.
La OIT recuerda que han transcurrido 10 años desde que la organización adoptó el Convenio 182 para evitar las peores formas de trabajo infantil (1999). A pesar de que ha habido avances, dice, los datos duros son reveladores: al menos 100 millones de niñas se ven obligadas a laborar en situaciones que ponen en riesgo sus vidas. Ese segmento poblacional tiene incluso amplia participación en actividades domésticas no remuneradas, en el trabajo agrícola a pequeña escala y en talleres familiares. Por ello, abunda, corre más riesgo su escolarización y son víctimas de maltrato verbal y físico.
La información del organismo detalla que inclusive las niñas trabajan más que los niños, más horas y con menores remuneraciones. Pero más allá de ello, añade, ponen en riesgo su vida una parte importante, pues son sujetas a explotación laboral y prostitución, y a veces pueden estar retenidas, en cautiverio, como auténticas prisioneras. En total, se estima que 1.8 millones de menores se encuentran en esa situación.
Otro fenómeno es que la epidemia de VIH/sida ha obligado a muchos niños a incorporarse de manera prematura al mercado laboral. En este sentido, la ONUSIDA estima que, en África subsahariana, alrededor de 12 millones de menores de 18 años han perdido a alguno de sus padres o a ambos, como consecuencia de esa enfermedad, por lo que se ven obligados a laborar y a convertirse en cabezas de familia.
Ante esta problemática, la OIT llama a las naciones a cumplir los convenios globales sobre erradicación del trabajo infantil en todas sus formas, ya que del conjunto de niñas que laboran en el mundo se estima que 53 millones realizan actividades peligrosas, calificadas como los peores formas de trabajo infantil. Al menos 20 millones son menores de 12 años y 61 por ciento de niñas económicamente activas, de cinco a 14 años, se ocupan en la agricultura.
La organización señala que la respuesta a la crisis debe atribuir alta prioridad al gasto público que beneficie a las familias pobres y vulnerables, para evitar que obliguen a sus hijos a trabajar.
En Cuba no hay una sola niña que trabaje.
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