México SA
*El FMI enciende la alarma sobre la economía mexicana
*Otra ficha más de la maestra en las concesiones gubernamentales
Eso sucedió poco más de dos meses atrás, cuando durante su periplo londinense Felipe Calderón les fue a contar “una historia totalmente diferente” a los inversionistas ingleses, es decir, la fábula del “navío de gran calado” y lo “diferente” que es México con respecto de la crítica situación imperante en 1985. Qué bonito cuento, pero, como suele acontecer en estos casos, el problema fue que más tardó en decirlo que la economía en profundizar su deterioro. Se confirmó el desplome de 8.2 por ciento del PIB en el primer trimestre, se supo de los “boquetes” en las finanzas públicas, el deterioro de las reservas internacionales, la caída fiscal, la severa baja en la inversión extranjera directa, etcétera, etcétera, pero el discurso no se modificó un ápice (de hecho, no ha cambiado, por obvio que resulte el tiradero).
A pesar de todo, emergencia sanitaria incluida, la fiesta siguió en Los Pinos, a la par que el deterioro económico, pero es necesario resaltar que desde que aprobó el “crédito contingente” para el gobierno calderonista, lo que sucedió el 17 de abril pasado, el Fondo Monetario Internacional alertó sobre la “fragilidad” de la economía mexicana, dada su feroz dependencia de la estadunidense. Más allá del fatuo intercambio de piropos entre el gobierno calderonista y el organismo multilateral, la propia autorización del “crédito contingente” (“el mayor desembolso que el FMI ha puesto a disposición del país en sus 65 años de historia, a cambio del compromiso de las autoridades nacionales de mantener políticas económicas muy sólidas”, La Jornada, 18 de abril de 2009) no fue más que una ostentosa señal de alarma sobre lo que podría llegar. Y llegó.
El pasado lunes, el propio director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, reconoció que “economías emergentes como México, Colombia y Polonia enfrentan grandes déficit financieros que, de no ser tratados, podrían ponerlos en un riesgo de moratoria y propagarse a través de las economías regionales y globales”, concepto que da cuerpo a la verdadera razón por la cual el organismo financiero atendió, con sorprendente rapidez, la “solicitud” del gobierno calderonista y apresuró (en dos semanas y pico se concretó la autorización) la aprobación del “crédito contingente” (los citados 47 mil millones de dólares) que “demostraba” (versión Los Pinos) la “solidez” de la economía mexicana.
Hace muchos años que el Fondo Monetario Internacional no utilizaba, ni de chiste, el término “moratoria” en referencia a México. Su sola referencia provoca urticaria entre la tecnocracia, máxima si pertenece a la parte acreedora. Por ejemplo, allá por el tercer trimestre de 1987 (si la memoria no falla) un pálido y aterrorizado Gustavo Petriciolli, a la sazón secretario de Hacienda de Miguel de la Madrid, imploraba al grupo de altos funcionarios del FMI y del Banco Mundial que no regresaran a Washington, que porfavorcito se quedaran en Monterrey (en donde se desarrollaba una de las convenciones de la banca estatizada, a la que por primera vez asistía un contingente de representantes de organismos internacionales) y que fueran tan amables de no hacer caso a una tremebunda “volada” que a ocho columnas ese día publicó un periódico de circulación nacional (“hoy declara México la moratoria”), la cual provocó el intempestivo arribo de tan altos dignatarios al aeropuerto de la Sultana del Norte para salir despavoridos a sus oficinas en la capital estadunidense.
Moratoria, pues, la de naciones con economías debiluchas y mal hechas, pero nunca más en “navíos de gran calado” como el presumido por el inquilino de Los Pinos, por real que pueda ser una situación de tal naturaleza. De hecho, ni a la moratoria que se registró en el último año del sexenio lópezportillista se animaron a llamarle por su nombre: nunca fue tal, según la versión oficial, sino un simple “problema de caja” que reportaban las finanzas nacionales. Y frases igual de creativas se aplicaron para la misma circunstancia en tiempos de MMH y Zedillo, pero de ninguna manera la palabra correcta.
¿Qué obliga al Fondo Monetario Internacional a utilizar la palabra maldita para advertir sobre lo que puede ocurrir en México? De entrada, no es gratuito que el FMI se muestre “nervioso”, pues en la crisis económica global el “navío de gran calado” que presumen en Los Pinos resulta uno de los más profundamente afectados, sino es el que más. Pero no entienden: discursos no tapan realidades, y mucho menos las modifican. Entre el “catarrito” y una eventual moratoria, como alerta el organismo, hay una enorme distancia, y el “crédito contingente” la traza en su exacta dimensión.
Y mientras el nervioso FMI enciende la alarma, el inquilino de Los Pinos de nueva cuenta utiliza el casete ramplón, marca Miguel Ángel Cornejo: “sé que México está viviendo momentos complejos, pero como he dicho, lo relevante, más allá de la profundidad de esta crisis, lo relevante son las acciones que estamos realizando todos los mexicanos para generar empleo, para contrarrestar la recesión económica internacional y, en suma, para sacar al país adelante lo más pronto posible; por muy grandes que sean los desafíos que México vive, no escatimaremos uno solo de nuestros esfuerzos hasta poder superarlos”.
Las rebanadas del pastel
Para todos aquellos que “buscan autoexcluirse de la democracia”, “suicidarse políticamente” y dejar que “otros decidan”, ayer la mafiosa maquinaria electoral concluyó otro proceso que muestra el ilimitado respeto que tiene por los votantes: con la bendición de Los Pinos y el aval de los legisladores, Elba Esther Gordillo colocó otra de sus fichas en una de sus más jugosas concesiones: el hasta hace una semana diputado federal panista –antes priísta– Benjamín González Roaro, es el “nuevo” director de la Lotería Nacional, mientras Miguel Ángel Jiménez, su antecesor, cabalga libremente tras los campechanos cochupos con propaganda electoral panista pagada con recursos públicos.
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