Rómulo Pardo
El futuro será muy distinto del presente y el pasado y hay que afrontarlo desde ahora aunque sea impopular.
Pedro Prieto y Manuel Talens advierten:
“… ¿Se avecina el fin del capitalismo?
“… el mundo se verá obligado a decrecer, volverá a ser un lugar familiar, con distancias como las de antaño, mucho más pobre pero más humano…
“El capitalismo, cuya razón de ser es el crecimiento exponencial, sin límites… no podrá seguir existiendo… No habrá salida de esta crisis… más valdría que nos preparásemos a decrecer en orden y concierto…
“… lo más probable es que, llegado el momento, el Imperio muera matando…” (1)
Con esta realidad a la vista la izquierda debería levantar un programa de conservación del planeta, uso racional sustentable de los recursos, propiedad social de los bienes productivos, planificación económica global. El paradigma de una humanidad solidaria, igualitaria, educada, culta, creadora…
Cuba lo hace sin ser completamente explícita. Pero en el resto del mundo el lugar del tema se encuentra vacío.
Una explicación de ese silencio es la falta de valor. No se quiere ir a contracorriente de la pasión consumista dominante. Es más fácil impulsar reivindicaciones bajo el supuesto de un crecimiento económico indefinido aunque se sepa que no es posible.
El discurso de la izquierda se circunscribe a asuntos que siendo válidos tienen menor importancia comparados con la amenaza planetaria de la crisis del poscapitalismo. Así, por ejemplo, Marcos Roitman Rosenmann escribe:
“No se explica que en una crisis tan profunda del capitalismo, con abiertas políticas antisociales, donde se violan continuamente los derechos humanos, afectando directamente a las clases sociales populares y los sectores medios, los escasos votantes hayan decidido mantener el apoyo a Merkel en Alemania, Sarkozy en Francia y Berlusconi en Italia. En medio de escándalos, corrupción, y acusaciones de enriquecimiento ilícito, entre otras, la derecha en España crece, sin olvidar el aumento peligroso de la extrema derecha en Finlandia y Austria. Parece ser que la izquierda no tiene alternativa y la socialdemocracia no administra bien los intereses del gran capital y las transnacionales. El giro a la derecha coincide con un aumento de la abstención, cuya disminución no hace percibir, como antaño, un renacer de la izquierda.” (2)
La izquierda critica la estructura del capitalismo, su desigualdad hasta el extremo de la pobreza de miles de millones de personas, su destrucción del medio ambiente. Analiza en profundidad las crisis. Denuncia el imperialismo, las guerras, la injerencia en los estados que no se someten, las violaciones a los derechos humanos, el latrocinio y discriminación a los pueblos indígenas. En períodos electorales orienta buena parte de su energía a contestar la pauta que han decidido los medias y políticos burgueses.
No teme buscar soluciones en la autocrítica. De su atomización, sectarismo, falta de participación democrática, burocratismo, personalismo y ambición de poder de líderes, alejamiento de la base social, encierro en círculos, ingreso oportunista al sistema.
Pero pone una barrera de silencio sobre lo históricamente principal.
Una verdadera izquierda revolucionaria no debe engañarse ni engañar. El porvenir del la especie humana, de la vida en general, del medio físico, son obligaciones políticas para difundir y preparar el socialismo correspondiente a las limitaciones inevitables de la siguiente civilización.
La izquierda de principios no puede someterse a una situación electoral equivocada y transitoria.
1 Ver http://www.rebelion.org/noticia.php?id=86860
2 Ver http://www.elclarin.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=16838&Itemid=48
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