Fernando Buen Abad
Por: Patria Grande / Luis Tovías Baciao / La Cumbre
Millones de imágenes, audios, datos e informaciones brotan de los llamados "mass media" en todo el planeta. Cada uno de esos mensajes lleva una carga de intenciones, de elementos persuasivos e ideológicos, que en su mayoría son reflejos de una forma especifica de concebir al mundo y al sistema económico, político y social dominante.
Para el mexicano Fernando Buen Abad Domínguez, filósofo, especialista en comunicación social, escritor y profesor universitario, toda la estructura de las corporaciones mediáticas responde a la lógica capitalista. Opina que para superar esa realidad actual es necesaria una especie de guerrilla comunicacional mundial unida, la cual enfrente de manera efectiva el discurso de los grandes grupos de poderes internacionales.
Buen Abad, en entrevista exclusiva para LA CUMBRE, responde, vía Internet, un cuestionario sobre la situación actual de los medios de comunicación que apoyan y que se oponen a las luchas de los pueblos y a los cambios en Venezuela, Latinoamérica y el mundo.
—¿Cómo observa el tratamiento mediático internacional sobre las bases estadounidenses en Colombia?
—El tratamiento mediático de las oligarquías es absolutamente delincuencial para animar a la barbarie. Las bases militares yanquis les sirven en varios sentidos, por una parte las tienen por "Alma Mater" golpista y reserva de moral burguesa para justificar bravuconerías y magnicidios; por otra parte les sirve como ariete para tergiversar la historia y presentar a Venezuela, y al presidente Chávez, como emblemas bélicos y amenaza "comunista". Sus perspectivas son monstruosas, se comportan de manera obscenamente complaciente y a estas horas gustan de omitir, a toda costa, cualquier referencia sobre el calibre intervencionista que incuba el plan perverso pergeñado por Uribe y sus amos.
Los medios de las oligarquías (CNN, FOX, el "consenso" de Miami, Prisa, Televisa, Globovisión, O´globo, Caracol, Clarín, Mercurio y todos sus séquitos) despliegan su ofensiva terrorista, también, con el silencio. No sólo agreden mediáticamente para distorsionar y criminalizar... también operan para invisibilizar. Abonan todo lo que pueden, minuto a minuto, para ridiculizar toda iniciativa democrática y desde luego se esmeran en "preparar el terreno" para intervenir con golpes militares, asesinatos y desestabilizaciones al estilo "antiguo" o al estilo new age. Como en Honduras.
Desde otra perspectiva, es decir desde la perspectiva revolucionaria, los medios alternativos y comunitarios con vocación transformadora genuina, que crecen en todo el continente, van (desde un punto de vista organizativo y programático) un tanto a la zaga del escenario geopolítico que se configura ahora con la presencia, y las amenazas implícitas y explícitas, de las bases militares yanquis en Colombia. Creo que necesitamos construir un acuerdo de lucha comunicacional que eleve continentalmente un clamor de repudio, cotidiano, sistemático y permanente, en cada pueblo, organización social, sindicato, escuela, oficina... en cada casa. Necesitamos un plan de lucha por la paz y en contra de toda mentira. Un plan de lucha que desmonte cada frase y cada acción de la ofensiva yanqui y que, además, haga sonar a los cuatro vientos el malestar de un continente entero en contra de los proyectos criminales del imperio. Necesitamos levantar una protesta histórica e inmensa, un reclamo y un mensaje capaz de alzar la voz y la dignidad de nuestro pasado de luchas, de nuestro presente y de nuestro futuro sin amos, sin terratenientes, sin banqueros, sin clérigos y sin terrorismo mediático. Ya basta.
—¿Qué papel juegan los medios independientes hoy en día en la construcción de un mundo mejor?
—Su papel es de relevancia vital. Es esta la hora de dar un salto cualitativo enorme que se exprese en la unidad y en la integración. Es esta la hora de tomar conciencia de nuestras fuerzas y la hora de sincronizar ideas y acciones directas en cada transmisión, en cada página en cada minuto y en cada frase. No se trata de uniformar pensamientos o de uniformar acciones, se trata de unirlos. En la agenda de cada radiodifusora, de cada televisora, de cada medio impreso debiéramos poner por prioridad la denuncia y la batalla de las ideas para la emancipación. Abandonar, pues, de una vez por todas los sectarismos y los recelos y darnos a la tarea de comprender el calibre de la amenaza yanqui que ha pactado con Uribe un plan criminal contra el pueblo colombiano y contra todos los pueblos de Latinoamérica. Necesitamos de toda la voluntad y toda la capacidad organizativa de que dispongamos, necesitamos el talento y la creatividad, necesitamos la audacia y la astucia. Necesitamos ganar la guerra simbólica y necesitamos fortalecer inmensamente la moral emancipadora desde todos los frentes. Y lo necesitamos ya, a cada minuto. Es ese el papel de los medios comprometidos con otro mundo mejor que es posible y que es urgente. A estas horas las vacilaciones son inútiles y son peligrosas. La clave es la unidad y el desarrollo, cualitativo y cuantitativo de nuestras fuerzas comunicacionales, que no son pocas pero que atomizadas son peligrosamente débiles; es decir la desorganización es una debilidad muy peligrosa. Hay que multiplicar e integrar los foros ya existentes y hacer nacer los que necesitemos. Hay que afinar la autocrítica, hacerla útil y convertirla en proyectos organizativos continentales. Cada día y a toda hora. Como se pueda y con lo que se tenga. Hay que impulsar una gran Corriente Latinoamericana de la Comunicación para la emancipación.
—¿Cuáles serían las mayores fallas del movimiento mundial de medios de comunicación independientes y revolucionarios que no permiten una mayor coordinación?
—Al lado de la desorganización y del sectarismo las fallas son muchas y, a pesar de todo, también los aciertos. Hay que hacer autocrítica dialéctica si no, no sirve. Creo que nos falla la capacidad de consensuar diagnósticos. Aunque en apariencia existe un marco amplio de coincidencias generales, nos es fundamental coincidir con los métodos de análisis y con algunos de los resultados más concretos pero organizadamente. Por ejemplo: No es lo mismo que coincidan nuestras cifras, respecto a la debacle ocasionada por el capitalismo, que estar completamente convencidos de que debemos luchar, con fuerzas democráticas, por su superación inmediata. No es lo mismo que detestemos el modelo de acumulación burguesa, de las herramientas de producción comunicacional y de la propiedad privada, a identificar en nuestras propias cabezas los estragos alienantes que el capitalismo ha sembrado, en todos nosotros, por revolucionarios que nos sintamos. No es lo mismo que nos auto-critiquemos, fraternalmente y coincidamos, incluso, en las autocríticas, a estar dispuestos a levantar, concretamente, las banderas de las luchas obreras y campesinas más avanzadas como nuestro orientador principal y nuestro lugar esencial para la militancia como revolucionarios de la comunicación.
No es lo mismo reconocer nuestras debilidades o necesidades en materia de educación revolucionaria para la comunicación a establecer una lucha teórico-metodológica contra las matrices ideológicas que nos han formado en estos campos y las ideas burguesas, que se nos han infiltrado sin enterarnos. En fin, no es lo mismo anhelar la superación del capitalismo que pasar a la acción comunicacional socialista. (En escenarios con situación revolucionaria y en escenarios absolutamente controlados por los enemigos de clase). No es lo mismo un medio alternativo y comunitario honesto que uno que se disfraza de eso para operar como comerciante de espaldas a las luchas de los trabajadores. No es lo mismo el "socialismo" en abstracto, puramente teórico, que emprender el camino hacia el socialismo científico. Y creo que en esos terrenos y muchos otros como el de la estética revolucionaria, la poesía de la lucha, la visibilidad de nuestras conquistas y el entrenamiento objetivo de la moral y la felicidad revolucionaria hay aún mucho por hacer, desde nosotros y para nosotros, permanentemente.
—¿Es necesario que el periodismo comprometido con los pueblos sea crítico y autocrítico?
—Es absolutamente necesario y sólo nos será útil, en verdad, si sabemos desarrollar una crítica y una autocrítica científicas, sistemáticas y dialécticas. Que sepamos despegarnos de los modos desesperantes y "fracturistas" que nos han plagado como métodos intolerantes, autoritarios y perniciosos.
—¿Usted está impulsando desde hace tiempo la necesidad de una Cumbre Latinoamericana de presidentes para discutir sobre comunicación. ¿Cómo va esa iniciativa?
—Hasta donde yo sé esa iniciativa ha coincidido con la del propio presidente Chávez quien ha sostenido conversaciones afines con los presidentes de Ecuador, de Brasil y de Bolivia, entre otros, para evaluar las posibilidades, los tiempos y las agendas de una iniciativa con semejante calibre. Sé que hay, día a día, mayor interés por esta idea y que es preciso garantizar su operatividad concreta dada la densidad de temas que involucra desde los problemas de atraso y asimetría tecnológica, los propios de las herramientas jurídicas, las características pluriculturales de nuestros países y la urgencia de una revolución educativa en materia comunicacional. En fin, todos esperamos que, así como se dio una cumbre para debatir en contra de las bases militares yanquis en Colombia, en la cumbre de Bariloche, así se dé una en materia de comunicación que es un tema de seguridad nacional urgente.
—¿Qué le recomendaría a los medios de comunicación venezolanos, que apoyan la revolución bolivariana, para que mejoren su lucha contra las grandes corporaciones de la información?
—En primer lugar que den lugar primordial a la unidad. Recomendaría que se dispongan francamente a liderar una revolución comunicacional desde abajo, desde sus propias cabezas y hombro a hombro con las luchas de los trabajadores. Que contemplen autocríticamente sus programas y que comprendan con sinceridad y moral revolucionaria la urgencia de un programa de unidad comunicacional latinoamericana. Que impulsen talleres de formación, talleres de experimentación y que se entrenen, en ideas y en acción, para hacer visibles los mejores logros de la revolución bolivariana. Son miles los aportes de Venezuela en miles de frentes y es preciso hacerlos visibles. Luchar contra el bloqueo mediático con todas sus fuerzas, romper los sectarismos que sobreviven y comprender su papel fundamental en la Batalla de las Ideas. Yo recomendaría que esos medios que son una vanguardia continental lideren un frente latinoamericano de la comunicación contra las bases militares yanquis en Colombia y que impulsen solidariamente el trabajo de todos los medios honestos en el continente con intercambios, redes y tareas comunes. Es necesario multiplicar la fuerza de la comunicación emancipadora y esta es una hora magnífica para avanzar decididamente.
—Usted ha manifestado la importancia de democratizar los medios para garantizar una verdadera libertad de expresión ¿En la práctica, cómo puede concretarse dicha democratización?
—Insisto en que la única "libertad de expresión" verdadera es la que crece en el seno de la Revolución Socialista. Insisto en que parte de semejante desafío está la tarea de expropiar democráticamente los monopolios mediáticos para liberarlos, creativamente, hacia una comunicación nueva y verdaderamente libre. Insisto en que es primordial la liberación de todos los cauces expresivos a condición de que sepamos inventar y sustentar con audacia los nuevos programas comunicacionales democráticos y para eso nos hace falta mucha preparación, mucho corazón y mucha responsabilidad social, socialista, impulsada desde las entrañas mismas de todas las luchas emancipadoras. No se trata de fabricar fórmulas, se trata de crear un consenso de acciones directas, lugar por lugar, medio por medio, frase por frase. Sin los empirismos que tanto daño nos han hecho y sin inventar la realidad sólo en nuestras cabezas. La democratización de los medios de comunicación pertenece a un grado avanzado de la organización y de conciencia de lucha y es preciso que los militantes de la comunicación revolucionaria asuman la toma de los medios organizadamente y unidos. De otra manera será imposible.
—Si pudiera personalizar en dos periodistas la buena y mala labor de ese oficio, ¿a quiénes nombraría?
—No me deja muy satisfecho la idea de personalizar las ofensivas mediáticas de las oligarquías porque se corre el peligro de reducir el calibre de una agresión continental al "buen" o "mal" desempeño de un individuo. Prefiero siempre trabajar en la tarea de poner en evidencia a las corporaciones (con sus nombres y apellidos) que se alían para financiar golpes de Estado y magnicidios. Poner en claro que el tamaño de la ofensiva debe ser medido con relación a los intereses capitalistas y a los séquitos burgueses que en cada país les sirven de ariete.
Por otra aparte, refiriéndome al papel individual de nuestros camaradas luchadores por la emancipación comunicacional prefiero siempre entender su iniciativa personal como responsabilidad socialista heredada o adquirida en la lucha y siempre en nombre de los movimientos revolucionarios de los trabajadores. De esta manera se pone en claro que la batalla no es un a contienda de individualidades buenas o malas, sino un escenario de lucha de clases.
—¿Cuáles serían las cualidades más importantes que debe tener un medio de comunicación ejemplar?
—Depende siempre de las condiciones objetivas en que trabaje y del programa socialista que lo anime. Me parece que hay que solidarizar y trabajar con todas aquellas cualidades que sean capaces de recoger la mejor experiencia de la prensa obrera, aquellas que sirvan como herramienta organizadora para el ascenso de la conciencia y para perfeccionar la lucha emancipadora. Aquellas cualidades que asuman la Revolución Permanente y se dejen animar desde sus más hondos valores políticos y estéticos. Aquellas cualidades que sepan ofrecerse, y ofrecerle a la lucha, la mejor calidad forma-concepto. Aquellas que creativa y poéticamente desarrollen sus mejores herramientas para terminar con la propiedad privada en todas sus expresiones burguesas y desarrolle la comunicación, la puesta en común, de la alegría y la libertad. Aquellas que impulsen el mejor sentido del humor y del amor revolucionario y socialista. Aquellas que sepan emprender, ya, el camino al socialismo naciendo en el corazón de la clase trabajadora como un motor de visibilización de la lucha, esclarecedor de la contienda y sepan ser plataforma para madurar las mejores ideas y la mejor práctica concreta (hacia adentro y hacia afuera) dialécticamente.
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