“¡Dame canicas para jugar!”, demandó el candidato Felipe Calderón al presidente del Partido Acción Nacional (PAN), Manuel Espino, en plena campaña de 2006.
–Claro, te damos todo el apoyo –le respondió Espino.
–Pero quiero candidaturas.
–Ve y pídeselas al comité nacional, no a mí, yo no soy el comité nacional.
–Pero tú puedes hacer la petición.
–La puedo hacer, pero no la voy a hacer –le reviró a Calderón, quien pedía más de 40 candidaturas del PAN a diputados y senadores para Elba Esther Gordillo, la secretaria del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Y le aclaró: “Yo no voy a ser el presidente del partido que pase a la historia por concederle candidaturas a Elba Esther, una mujer tan desprestigiada que encabeza el sindicato más corrupto de América Latina”.
Junto con Josefina Vázquez Mota y Juan Camilo Mouriño, coordinadora general y coordinador operativo de su campaña, Calderón hizo pactos con Gordillo y Miguel Ángel Yunes, de los que nunca informó al PAN –parte de los cuales comienzan a ventilarse–, y pretendía concederles decenas de candidaturas de diputados y senadores, casi todas seguras de ganar, revela Espino:
“Quería 15 diputados federales de representación proporcional de los que le corresponde directamente designar al comité nacional; cinco senadores de lista, que también le corresponde designar al CEN (Comité Ejecutivo Nacional); 20 candidaturas de mayoría en distritos en los que el PAN había tenido éxito en los últimos procesos electorales, distritos ganables, y dos o tres candidaturas de mayoría de senadores. Eso es todo lo que pedía de candidaturas, pero ésas tenía que autorizarlas el comité nacional.”
En el contexto del escándalo por las acusaciones mutuas de corrupción entre Gordillo y Yunes, y luego de la debacle electoral del PAN del domingo 3 –en la que fueron derrotados Guillermo Anaya y Luis Felipe Bravo Mena, compadre y exsecretario particular de Calderón, respectivamente–, Espino revela a Proceso entretelones del controvertido proceso de 2006, incluida la Ley Televisa.
Sobre el pacto con Gordillo, Espino asegura que le propuso a Calderón ir él mismo al CEN “a explicarle a sus integrantes por qué y a cambio de qué” pedía esas candidaturas para entregarlas a la lideresa sindical, pero el hoy presidente se negó y designó para ello a Vázquez Mota.
–¿Y ella sí fue al CEN? –le pregunta el reportero a Espino.
–No fue, cuando tenía que haber ido no fue. Nos quedamos un día desde las 10 de la mañana hasta las seis de la tarde esperándola. Se suponía que iba a ir con las listas de candidatos solicitados por Elba Esther y además iba a explicar a cambio de qué se iban a dar las candidaturas. Le dije: “Si el comité nacional te las autoriza, adelante, pero ve tú y convéncelos, y diles por qué y a cambio de qué”. Nunca llegó.
“Por eso yo deslindo al PAN de cualquier negociación con Elba Esther o con Yunes, porque eso fue en el espacio de campaña. Qué negociaron Calderón, Josefina y Mouriño, dónde, a cambio de qué, no lo sabemos. Su deber era informárselo al partido y nunca lo hicieron.”
Espino acepta que, “a petición de Calderón”, se reunió con la presidenta vitalicia del SNTE en su departamento. La cita la hizo Vázquez Mota.
“Dije: Si esa es una petición del candidato, está bien, pero a cambio de qué, cuál es el apoyo que nos van a dar. ¿Económico? ¿De operación política? ¿Gente trabajando en la calle? Quiero saber quiénes son y quiero saber cuánto nos van a compartir financieramente para que se deposite en las cuentas del partido. Pero nada… La maestra sólo ofreció apoyar al candidato, que él y ella ya lo habían acordado.”
Al final Calderón entregó a Gordillo la Lotería Nacional, el ISSSTE, la secretaría del Sistema Nacional de Seguridad Pública y la subsecretaría de Educación Básica, “de manera desleal a la vida institucional del país”, pero no logró las diputaciones y senadurías que pretendía.
La operadora Vázquez Mota
A seis años de distancia, con Calderón en el ocaso de su gestión, con el PAN “colapsado” electoralmente –“todas las derrotas de los últimos tres años tienen el sello de Calderón”–, con un proceso interno confuso y él expulsado del partido –cuya impugnación ante tribunales se resolverá pronto–, Espino afirma que las consecuencias del escándalo detonado por la diatriba Gordillo-Yunes, que aireó el contubernio desde 2006, son sobre todo para Vázquez Mota, aspirante a la candidatura presidencial panista.
“El futuro de Calderón ya está muy predeterminado: va a quedar una gran carga de desprestigio por deficiencias en su desempeño como presidente. Pero sí le pega a quien fue su coordinadora, que participó en las negociaciones con Elba Esther y con Yunes, y que quiere ahora ser candidata a la Presidencia de la República.”
Y puntualiza: “Vázquez Mota no sólo participó en las negociaciones con Elba Esther, sino que, ya como secretaria de Educación Pública, le concedió la subsecretaría de Educación para su yerno (Fernando González Sánchez)”.
–¿Por voluntad propia o por instrucción de su jefe?
–‘Haiga sido como haiga sido’, ella era la secretaria de Educación. No pudo con Elba Esther. Me parece que del daño que se le causa al partido y al gobierno por el escándalo de Elba Esther y Yunes tiene muchas cosas que explicar Josefina Vázquez Mota, pero muchas.
Los acuerdos de Calderón con Gordillo, operados por Mouriño y Vázquez Mota, encajan en el proyecto transexenal de Gordillo, que ella misma le reveló a Espino.
“Elba Esther me confesó que ella tenía dos prospectos para la candidatura presidencial de 2018, pero antes los quería hacer gobernadores: Rafael Moreno Valle y Miguel Ángel Yunes, y a los dos los estaba perfilando por el PAN”.
Añade: “Quería que llegaran a ser gobernadores por el PAN sin que tuvieran un compromiso permanente con el partido. Tal vez por ello una vez se molestó con Moreno Valle cuando Rafael se afilió al PAN. ‘¿Ya eres senador, para qué te afilias al PAN?’, le dijo”.
–¿El prospecto de Gordillo para 2018 es el gobernador de Puebla?
–Pues sí.
Yunes, el otro prospecto de Gordillo que la acusa de corrupta, había sido vetado por Calderón en 2006 para ser senador del PAN, pero luego fue candidato a gobernador de Veracruz. “Yunes me dijo que iba a ser candidato para honrar el acuerdo entre Felipe, Elba Esther y él”.
En medio del escándalo, Calderón adujo que los puestos cedidos a Gordillo eran producto de la continuación de un pacto que venía del gobierno de su antecesor Vicente Fox. “Venía antes de mí y yo lo respeté”, le dijo al presentador de Televisa León Krauze.
Espino dice al respecto: “Eso es evadir su responsabilidad, como suele hacer. Además es conocida la animadversión de Calderón hacia Fox. No le creo que quisiera mantener acuerdos asumidos por Fox”.
De hecho, dice que “Fox se sentía incómodo con Yunes”, pero lo dejó en el consejo de Seguridad Pública a petición suya para evitar hacerlo candidato a senador, como se lo pidió Calderón.
“Por eso no me hace sentido que Calderón, quien tampoco quería a Yunes, lo haya dejado en el ISSSTE. Ese fue arreglo suyo con Elba. ¿A cambio de qué? Es la pregunta de la que pende el prestigio personal del presidente, no del PAN.”
“Ley Televisa”, la trama
Pero hay otros arreglos de Calderón en 2006: Uno es la Ley Televisa, que hizo aprobar a los senadores del PAN con la promesa de no promulgarla si llegaba a la Presidencia de la República, y otro es el que hizo con el entonces gobernador de Chiapas, Pablo Salazar Mendiguchía, para que el partido declinara a favor del priista José Antonio Aguilar Bodegas y evitar el triunfo de Jaime Sabines, apoyado por Andrés Manuel López Obrador.
En el caso de la Ley Televisa, revela Espino, Calderón instruyó a Vázquez Mota y a él para pedirles a los senadores ratificar lo que habían aprobado los diputados. “Ambos tuvimos que ver, después de platicar con Calderón. Cuando teníamos que ir los dos con los senadores, no fue Josefina, no dio la cara, pero ya habían hecho algún pacto”.
–¿Con quién?
–Con las televisoras.
La Comisión Política del PAN había rechazado la Ley Televisa y Espino dio a Calderón argumentos en contra e inclusive, como en el caso de las candidaturas a Gordillo, le propuso ir ante los senadores, pero éste insistió en la aprobación, con la promesa –dice– de que no la promulgaría estando en la Presidencia de la República.
“Él quería que lo hiciéramos de manera oficiosa, porque él lo veía como una oportunidad para subir en las encuestas. Yo le di mis argumentos de por qué no, porque además en el PAN ya habíamos platicado que eso no convenía, y él se comprometió, es la primera vez que lo digo, a que si sacábamos adelante esa ley, él no la promulgaría.”
El panista exclama: “¡Y yo le creí! ¡Era la palabra del candidato presidencial, carajo! ¡No era un panista equis! Era el candidato a la Presidencia de la República el que me estaba diciendo: ‘Una vez que pase esa ley en el Senado, no se promulga, me esperan para promulgarla yo, y cuando llegue la hora no la promulgo, la devuelvo’”.
–¿Ese fue el compromiso que hizo?
–¡Así de sencillo! Y eso lo sabe Javier Corral, porque se lo platiqué cuando me dijo que por qué hicimos eso. Le dije: “Yo tenía que apoyar a mi candidato, pero no de a gratis”. Una cosa de esas que no estaba bien, yo la apoyé con la condición de que cuando ya fuera presidente él no promulgaría la ley, y la promulgó. ¿Por qué? Quién sabe qué arreglitos habrá hecho también con las televisoras.
“De eso deben dar cuenta también Calderón y Vázquez Mota, lo mismo que en el pacto que hicieron con Gordillo y Salazar Mendiguchía para evitar el triunfo de Sabines en agosto de 2006. Los candidatos del PAN, Francisco Rojas, y de Nueva Alianza, Emilio Zebadúa, declinaron a favor de Aguilar Bodegas.”
El mismo Espino, quien alegó que estaba en juego la seguridad nacional, repartió propaganda del priista en Tuxtla Gutiérrez, pero ahora asegura que el pacto lo operó Vázquez Mota.
“Se trataba de evitar que ganara un candidato apoyado por Andrés Manuel López Obrador, porque la elección era a unas semanas de la toma de posesión. ¿Qué pretendía Calderón? Que no se creciera políticamente Andrés Manuel a unos días de su toma de posesión. No era necesario, ya era presidente, pero ese era su razonamiento.”
El sello de la derrota
Espino, quien aguarda el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) sobre su expulsión del PAN –por cuya ratificación Calderón ejerce presiones a través de su secretario particular, Roberto Gil Zuarth–, no es optimista sobre el futuro del partido, sobre todo con los saldos del gobierno federal.
“Calderón va a cerrar su sexenio, si no corrige antes, siendo un fardo muy pesado para el PAN. Todas las derrotas de los últimos tres años tienen el sello de Calderón”, sentencia.
En efecto, las aplastantes derrotas del PAN del domingo 3 en el Estado de México y en Coahuila, que ubicaron en el tercero y en un lejano segundo lugar a sus candidatos, así como en Nayarit –cuya aspirante, Martha García, es diputada perredista– e Hidalgo, donde se alió con el PRD, son continuación de las que ha padecido desde 2006.
Las victorias conseguidas en 2010 en Puebla, Sinaloa y Oaxaca fueron mediante alianzas con el PRD y con candidatos expriistas, y la de Baja California Sur fue con el perredista Marcos Covarrubias.
Desde las elecciones federales de 2006, y las estatales en Chiapas y Tabasco de ese mismo año, el desplome ha sido sostenido con la pérdida de cinco gubernaturas: Yucatán, San Luis Potosí, Querétaro, Aguascalientes y Tlaxcala. Sólo conquistó Sonora y retuvo Baja California.
En las elecciones intermedias de 2009, la debacle fue pronunciada al pasar de 207 diputados federales en 2006 a 143, por lo que Germán Martínez tuvo que dejar la dirección del partido en César Nava, ambos designados por Calderón.
En diciembre de 2010, Gustavo Madero venció a Roberto Gil Zuarth, identificado como candidato de Calderón, quien tras la derrota lo hizo secretario particular. La frialdad en la relación entre el presidente del PAN y el titular del Ejecutivo generó la versión de que, tras las elecciones del domingo 3, aquél sería removido.
La deposición se conjuró, el lunes 4, con la adhesión de la mayoría de los miembros de la Comisión Política, entre ellos los aspirantes a la candidatura presidencial, incluido Ernesto Cordero, impulsado por Calderón, a cuyo círculo cercano se le atribuye tratar de remover a Cecilia Romero, secretaria general del PAN.
Ella lo niega: “El PAN es otra cosa. Aquí no se compran las posiciones ni se firman con sangre, hablamos de procesos democráticos, de esfuerzos conjuntos y de objetivos comunes, de definiciones estatutarias, no de cambalaches. No es como si no cayó una cabeza ahora, que caiga la otra, y acordamos aquí en lo oscurito”.
Aunque nadie es indispensable, apunta: “Por el bien del PAN, es conveniente que este equipo, que se ha formado bajo la dirección de Gustavo Madero, debe continuar, acelerar el paso, llegar a la culminación de las elecciones del próximo año y terminar el trienio en diciembre de 2013”.
Aclara que, contrario a lo dicho por el senador José González Morfín y como lo demanda el precandidato Santiago Creel, no se prevé adelantar la contienda interna, porque las fechas establecidas son las de la ley electoral. Lo que se plantea es que se reduzca el número de aspirantes a la candidatura.
“Pero ese es un esfuerzo netamente político y con el objetivo común de hacerle bien al partido. Es mejor para el partido que haya menos precandidatos de los que hay en este momento, pero no se puede instruir a nadie y decirle bájate de la precandidatura.”
Al respecto, Juan José Rodríguez Prats, exdiputado y exsenador, confía en que habrá una contienda equitativa, pero reconoce que se presiona a servidores públicos para que se inclinen por cierto precandidato. El PAN, dice, debe demostrar ante los mexicanos que sí puede hacer un proceso democrático.
“Ese es el gran dilema del PAN: Si el PAN permite que se hunda, que se le ponga el pie encima en este proceso, entonces sería un final muy triste de una historia bellísima. El PAN no merece eso”, dice el exlegislador, quien respalda la precandidatura de Alonso Lujambio, secretario de Educación
Y sentencia: “Quiero creer que se va a respetar al partido, porque es la única posibilidad de que pueda ganar. De otro modo va a la derrota. Pero hay algo peor: ¡Es una traición a todo su pasado!”.
Ver edicion completa No. 1810 AQUI.
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