Por Dr. Eugenio R. Balari
Ser consecuencia ante sí mismo, los demás y la propia historia
En la sociedad es frecuente encontrar muchas personas, también líderes, que dicen o predican ciertas ideas y en la práctica actúan de otra forma diferente.
A eso, ante todo, le llamo ser inconsecuente.
Después puedo continuar adicionando otros calificativos que por lo general ilustran o caracterizan a esas personas o las muestran al desnudo tal cual son en la realidad.
El que no es coherente entre lo que dice y lo que hace es ante todo un demagogo o un farsante, o cuando menos un mentiroso, generalmente también unos pocos no tienen vergüenza, mucho más si se trata de hombres públicos, sean estos políticos, periodistas, religiosos, dirigentes empresariales, oficiales de las instituciones armadas, líderes de asociaciones sindicales, colegios profesionales, de organizaciones no gubernamentales o de la sociedad civil, jueces, religiosos, maestros o profesores y profesionales en general, etc.
La sociedad sabe distinguir y generalmente reconoce la pulcritud y la decencia de los hombres dignos y honorables.
Las personas con ética enseguida se distinguen.
En los tiempos actuales, lamentablemente muchos de estos valores y formas honorables de comportamiento ciudadano tan habituales en el pasado, han perdido fuerza, se aprecia un relajamiento y en muchos casos se ha convertido en una técnica de manipulación para fines mezquinos, que incluso sino han tenido aceptación por la ciudadanía al menos ésta ya lo ven como algo común a la política, a los partidos, los políticos y sus frecuentes promesas incumplidas.
Dice mucho de las personas, de los líderes en particular que no le mienten al pueblo, que son a su vez coherentes al través de los años entre lo que dicen y lo que hacen. Para ellos mi mayor respeto.
Se sabe que muchas veces ello no es fácil, pues una cosa es cuando estás pujando desde la oposición y otra cuando te encuentras en el poder.
Es que el poder es el poder pero tampoco sus recursos son ilimitados y lo pueden abarcar todo, mucho más cuando existen grandes necesidades acumuladas.
Tampoco el poder hace milagros, lo que sí hay que exigirle es que sea consecuente, transparente y realice los esfuerzos mayores por cumplir lo que prometió.
A veces, otras instituciones existentes vinculadas al ejercicio del poder se oponen a sus intenciones y deseos de hacer lo que dijiste, otras porque los propios recursos no siempre te acompañan para hacerlo y en no menos ocasiones pasado el tiempo comprendes, que si lo haces y cumples puedes estar incurriendo en un grave error para el país y la propia ciudadanía.
Así son las cosas del poder.
Alguien dijo, no tengo muy claro si fue el Che Guevara, que en la Cuba revolucionaria se podía meter la pata pero nunca la mano.
También y generalmente con mucha frecuencia no hacer lo que dijiste es continuar el hilo conductor de tus anteriores pronunciamientos demagógicos.
¡Cuánto resaltan y se distinguen de los demás, aquellos líderes cuya trayectoria está identificada por la correspondencia entre lo que han dicho o dijeron en su momento y después hicieron todo lo posible y los esfuerzos mayores por hacerlo o lo hicieron!
El pueblo, con su gran sensibilidad y olfato político los ha aprendido a conocer en medio de la selva de engaños y traiciones, corruptelas y politiquerías.
Cuando unos hombres no llevan en la frente el decoro y la dignidad de muchos, otros pocos pueden llevarla y representar la de todos los demás.
Hay líderes que sin ambigüedades ni zigzagueos coyunturales se distinguen por ser estandartes de políticas progresistas, de contenido y esencia popular, que son demandadas con urgencia por amplios sectores de la población en todos los rincones del planeta.
Esos líderes no serán nunca olvidados por los pueblos. Siempre tendrán el reconocimiento de la historia, incluso cuando a lo largo de su vida también hayan cometido equivocaciones y hasta de cierta importancia.
Pero las masas han aprendido a distinguir entre lo fundamental y lo accesorio.
Los líderes, cuando son consecuentes con sus prédicas, no se olvidan fácilmente por los pueblos, a veces se añoran y hasta muchos de sus enemigos y contrincantes pasados los años reconocerán sus méritos y sus actuaciones servirán de referencias.
Muchas veces se retomarán sus ideas y procedimientos como elementos de comparación para lo que se debe hacer y cómo, incluso hasta en otras disímiles circunstancias. Es la dialéctica de la vida y los acontecimientos.
Se quiera o no, estos líderes se distinguen de la generalidad, porque casi siempre se concentra la atención en ellos; por lo general se señalan por expresar criterios atípicos, polémicos, novedosos, se aparecen por donde nadie los espera o piensa, se adelantan a los acontecimientos, son previsores, dialécticos, tienen tendencia alertar y a combatir sin tregua al enemigo, son críticos y autocríticos y no se regodean en los logros y éxitos, hablan con claridad, lujo de detalles y son precisos.
Todas esas características han distinguido a algunos de ellos en el transcurso de los años cuando se analiza la historia más reciente.
Todos han cometido errores, mayores o menores, es que es una condición humana que se produce bajo el influjo de diferentes coyunturas históricas, todos han tenido limitaciones y debilidades, defectos y virtudes, son seres humanos, pero la historia a su vez es rigurosa, imparcial, a veces implacable, y analiza los acontecimientos ocurridos de una forma fría, justa y equilibrada.
Los resultados alcanzados por los pueblos, la evaluación y valoración de sus tendencias durante las etapas del poder de los líderes las harán los historiadores.
Se harán los balances entre los logros o no, entre lo positivo y negativo y de esa manera se dejará definida la actuación y el paso de los líderes y su trayectoria por los países y el mundo.
En ese sentido no se escapa nadie del rigor de los historiadores y de la historia.
Entre otros países y procesos históricos del mundo contemporáneo que han promovido líderes destacados e interesantes figuras políticas, no debemos perder de vista acontecimientos tales como la revolución francesa, la industrialización inglesa, las luchas independentistas y de integración en USA, la revolución mexicana, la rusa, la de China, Corea, Vietnam, Argelia y Cuba, que entre otros procesos han lanzado al mundo varias decenas de importantes figuras y líderes políticos, tradicionalistas, reformistas o revolucionarios, por tanto, evalúe usted mismo por su cuenta, amigo lector, cómo los definiría y los colocaría definitivamente ante la historia.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario