Antonio Gershenson
Los sucesos recientes nos recuerdan a varios del año pasado. El Informe presidencial tendrá que ser entregado sólo por escrito a la Cámara de Diputados. Con toda una campaña para convertir este primero de septiembre en una especie de reconocimiento, no lograron su objetivo como sucedió también hace un año.
Primero, el PAN anuncia un acto del domingo 3 de septiembre en el Auditorio. Luego, el gobierno federal lo anuncia ese mismo día pero en Los Pinos. Y se publican protestas porque ese día hay elecciones locales y el discurso difundido en escala nacional se haría durante las horas de votación.
Mientras esto sucede, se refleja por varios lados que, en el marco de la reforma electoral, quedará fuera el actual Consejo del Instituto Federal Electoral (IFE). El presidente de ese consejo echa espuma por la boca. Creo que es necesario, en esta situación, recordar por lo menos algunos de los principales elementos que permitieron el fraude de 2006, de modo que la mencionada reforma los elimine.
Nos referimos primero a una etapa previa al periodo electoral, cuyo objetivo fue reducir significativamente la ventaja, del orden de 10 por ciento, que las encuestas habían adjudicado a López Obrador durante un largo periodo. Varias de estas medidas fueron conocidas en su conjunto como “la guerra sucia”.
Las mismas incluyeron mensajes promocionales y en general anuncios denigrantes, mentirosos. El Consejo del IFE, que debía por ley parar esta campaña, se hizo de la vista gorda. Y quedaron impunes quienes pusieron el dinero también. Además de las reformas legales que van desde el uso indebido de la televisión hasta la misma legislación electoral, es obvio que si el supuesto juez favorecía a la derecha, la nueva legislación debe dejar fuera a los que ya desde ese periodo violaron la ley.
Si echan espuma por la boca, que sus dueños los vacunen, pero es claro que se tienen que ir. Y les va bien que no van a la cárcel como correspondería a sus actos. La manipulación de las encuestas también jugó su papel. Y, por supuesto, los videos y la forma como fueron utilizados.
Ya en el periodo electoral, uno de los elementos importantes que permitieron el fraude fue la ausencia de numerosos representantes de casilla de la izquierda. En este y en otros casos, hay también lecciones que aprender para la izquierda; pero el que en una zona llena de miseria le den a un representante, el día de la elección, 5 mil pesos por irse a su casa, debería ser castigado como delito grave. Y el castigo no sólo debería recaer sobre los ejecutores, sino sobre quienes armaron todo el plan y sobre quienes dieron el dinero.
Ya no hablemos de los fraudes “clásicos” que hubo, como relleno de urnas, desaparición de votos y demás. Eso pudo suceder, también, y subsistir, por la red de complicidad en el aparato de control electoral.
Hablábamos de las experiencias para la izquierda. No basta con modificar las leyes, aún si esto se pudiera hacer en la mejor forma. De cada falla detectada, deben sacarse conclusiones y tomarse medidas para que no se vuelva a presentar. Cabe recordar que en Ecuador la derecha también había hecho fraude. El partido de la derecha se llamaba, ahí sí formalmente, PRIAN. Pero el fraude fue combatido y derrotado.
La izquierda ecuatoriana, finalmente, ganó por amplio margen. En cierto sentido, puede decirse que, ante todo, la derecha perdió. Esto, porque eran dos vueltas y en la segunda vuelta ya sólo participaban la derecha y la principal fuerza de izquierda. Y la mayoría de los votantes que en primera instancia se repartieron en partidos chicos, en la segunda, votaron por la izquierda... y contra la derecha.
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