lunes, octubre 22, 2007

En alas de un ideal mayor

J. Kalvellido y Michel Balivo

(Con la libertad entre ceja y ceja)

Aló Presidente sale al aire con una imagen de los llanos y serranías de Barinas, donde nació el Señor Hugo Chávez, lo acompaña su padre, gobernador reelegido de ese estado. Las conversaciones de padre e hijo discurren entre tropicales matas de mango, lechoza, onoto, mamón, recuerdos de la infancia y adolescencia del presidente que la atmósfera familiar propicia.
Están en el terreno en que se está removiendo la tierra para la construcción del hospital general especializado en toxicología. Uno de los 15 que se comienzan a construir entre lo que queda de año y el primer trimestre del 2008, entrando en servicio en dos años. Es la primera etapa de Barrio Adentro 3, medicina especializada gratuita para todo el pueblo, sin discriminaciones de ningún tipo.
Estos hospitales se construirán según especialidades de lo que afecta prioritariamente la salud de cada región acorde a sus estadísticas. Este nivel de servicio especializado y de alta tecnología nunca existió en Venezuela. Dispondrá también de viviendas para los acompañantes que vendrán de todas partes del país, así como para todos los empleados del hospital. Además como parte de Barrio Adentro 2 están todos los antiguos y casi abandonados hospitales generales en remodelación total.
Las estadísticas de Barrio Adentro son realmente impresionantes, todas ellas en decenas y centenas de millones, como las he divulgado en muchos artículos. Creo que podemos decir sin temor a equivocarnos que no existe en la historia mundial una acción sanitaria gratuita y masiva de esta magnitud, que por otra parte no está limitada a las fronteras nacionales.
Todo ello ha sido posible gracias a la voluntad y sensibilidad del gobierno, más el masivo respaldo popular, así como la invaluable ayuda del pueblo cubano, de los cuales hay más de 30.000 voluntarios en suelo venezolano, a los que hoy afortunadamente ya se suman unos cuantos miles de venezolanos, además de las decenas de miles que están estudiando la especialidad.
Sin embargo se continúa diciendo que Venezuela regala petróleo y dólares. ¿Cuánto vale en esta época de medicina mercenaria un médico que abandona su país y familia para servir a su prójimo necesitado, que no acepta vivir sino en sus mismas condiciones, que visita a los pacientes en sus propias casas para asegurarse de que evolucionen favorablemente?
Lo importante es que el pueblo venezolano no se cansa de reconocer y agradecer la humanidad de estos ya compañeros cotidianos de vida, así como aprender de su ejemplo. Los que no solo no aprenden, sino que luego de ocho años siguen diciendo tonterías que ya nadie cree, como que dichos doctores ganan más que ellos, cuando a veces por retrasos en sus salarios a cargo de Venezuela no tienen ni que comer, son los mercenarios de la medicina.
¿Saben uds. cuanto le cuesta a un paciente una diálisis privada que ha de repetir cada tres o cuatro días? Redondeando un millón de bolívares o 500 dólares, que por supuesto quien no tiene no puede recibir. ¿Y a quién le importa? Es un negocio como cualquier otro. Hace una semana se inauguró en la isla de Margarita una sala de diálisis gratuita para el pueblo.
Se adelantan gestiones para regular los precios, o mejor dicho los robos descarados de las clínicas privadas, es decir mercenarias. Además será penado el no recibir a todo paciente en las salas de emergencia, sin importar su condición económica y social.
El presidente anunció en su programa que las clínicas que no cumplan dichos lineamientos serán nacionalizadas como cualquier otro servicio social. Lo mismo sucederá con las casas de estudio de todo nivel, que a su debido tiempo no adopten el nuevo currículo y libros de estudio. Porque todas esas son licencias que da el Estado y del mismo modo las puede quitar cuando se irrespetan o no se cumplen los requisitos exigidos tras reiteradas advertencias. ¿Qué nos van a satanizar por ello? No habrá merecimiento mayor, lo recibiremos como una medalla al servicio humanitario. Pero no solo hubo advertencias para los privados de que la constitución y sus leyes son para cumplirse y que un gobierno está para mandar y hacerlas respetar.
Se presentó el caso de un módulo de Barrio Adentro 1 que tenía dos años sin inaugurar. Allí faltaba electricidad, agua, pisos, cerca perimetral. Las excusas eran múltiples y el presidente preguntó cómo se habían realizado en un año todos los estadios para una maravillosa Copa América, y no se podía culminar un simple módulo para la salud.
Además, de los 600 módulos de segundo nivel de Barrio Adentro 1, (Centros de Alta Tecnología (CAT), Centros de Diagnóstico integral (CDI) y las Salas de Rehabilitación Integral (CRI), pautados para todo el país, solo se está llegando a 400 cuando ya hace rato que deberían estar terminados. Preguntó entonces que era más importante y si pensaban segur jugando con la salud del pueblo.
Uno de los noveles estudiantes de medicina que ya culminan su segundo nivel, al pedido del presidente de que le diera sus impresiones, comenzó quejándose de todo lo que les faltaba. Luego de preguntar al ministro de salud de que se trataba y ordenarle que supervisara y resolviera todo lo necesario, volvió a dirigirse al estudiante. Puso al allí presente médico, encargado de todos los cubanos en suelo venezolano como ejemplo. No había retornado a su país ni veía a su familia en dos años, podría perfectamente pasarse al área de medicina privada si lo deseara, pero no aceptaba ser comprado, compartía las mismas condiciones del pueblo y de todos sus compatriotas, y además agradecía el trato que se le daba.
¿Qué haríamos si no contáramos con más recursos económicos? ¿Detendríamos la revolución social? ¿Abandonaríamos al pueblo? Todas estas circunstancias generaron profundas e intensas reflexiones que no estaban dentro del guión inicial de Aló Presidente. ¿Qué hubiese sido de la gesta heroica libertadora de América si aquellos grandes hombres, si aquellas generosas almas se hubiesen limitado a sus planes e intereses personales?
El mismo planteo cabe para la revolución cubana y la bolivariana. ¿Dónde y como estaríamos hoy si Fidel, Raúl Castro, el Ché Guevara, no hubiesen sido reunidos por el viento del Azar o el Destino? ¿Dónde y como estaríamos si Hugo Chávez y un grupito de militares no hubiese tomado conciencia de las circunstancias de su pueblo y tenido la sensibilidad y valor necesarios para renunciar a su papel de represor de las guerrillas populares, encabezando la rebelión ante la explotación y la injusticia?
¿Y qué pasa entonces con la familia, los deberes conyugales y parentales, con los planes e intereses personales, con la propiedad privada? Hay dos enfoques como respuestas posibles a tal interrogante. Todo eso está dentro de un contexto mayor, histórico social. Justamente cual tropismo histórico los capitales y propiedades se concentran cada vez en menos manos.
Si la miseria avanza y nos rodea crecientemente en las últimas décadas, parece sensato pensar que si no hacemos algo al respecto, si nos quedamos pasivamente encerrados en nuestros intereses personales e inmediatos, tarde o temprano la soga se irá apretando entorno a nuestros cuellos, así como el cinturón a nuestros estómagos. Hasta llegar el momento en que ese ensimismamiento se haga totalmente contraproducente, volviéndonos impotentes.
Desde el punto de vista personal nuestro corazón se debate siempre entre grandes y pequeños amores. Cuando triunfan los pequeños gana terreno el egoísmo y la propiedad privada, comienzan las expoliaciones y la usura, la apropiación del esfuerzo y sudor ajeno, nos alienamos del entorno humano, social, hasta conducirnos a situaciones como la presente.
Entonces despertando del ensueño personal miramos sorprendidos nuestro mundo y nos preguntamos como hemos llegado a circunstancias de tal inhumanidad. Y es así y allí que se hace posible reconocer que un tipo de acciones siembran la miseria camino de la muerte. Mientras que otras de mayor generosidad y sensibilidad social abren nuevos y más ricos horizontes para la vida, tanto para los afectos inmediatos como para los mediatos.
De ese modo es como podemos reconocer que hay circunstancias en que alejándonos de los intereses personales y familiares, ampliando la generosidad de nuestras miradas, es como más los favorecemos y demostramos la grandeza de nuestro amor que los abarca e incluye. Aunque muchas veces las creencias y hábitos de ese momento nos juzguen como irresponsables y egoístas, serán los frutos de nuestras acciones, será la historia quien juzgue el valor de nuestras decisiones y actos.
Pareciera entonces que la vida no es una cosa estática, que hay momentos y momentos, cada uno exige respuestas diferentes. Hay amores y amores, a veces es suficiente con uno chiquito y otras se necesita uno enorme que a duras penas cabe en el humano corazón. Pareciera que no hay relatividades ni términos medios, no hay negocios posibles entre estos dos amores y las acciones que propician, las semillas que siembran, los frutos que recogen.
Y por ende nos toca dejar de preguntar como fue que llegamos hasta aquí, para reconocer qué amores y acciones hemos sembrado y cultivado en este largo camino, que no ha hecho sino hacernos girar en espirales de egoísmo y generosidad. Sembrando a veces vida y otras muerte, atrapados siempre en la contradicción de creer que avanzamos en una dirección para despertar luego frustrados en la opuesta, enfrentados a los fantasmas de que creíamos huir.
Hoy que la crisis del modelo es global, mundial, y sus galopantes frutos son escalofriantes, podemos finalmente caer en cuenta que hemos de ampliar nuestro corazón, nuestro espacio íntimo, si es que realmente aspiramos a dejar de girar entre remolinos de violencia y manos manchadas de sangre, para comenzar realmente a construir juntos el tan anhelado mundo de paz, justicia, igualdad, libertad.
¿Libertad de qué? Libertad de los amores pequeños, estrechos, asfixiantes, que ya han demostrado hasta la saciedad que son un mal negocio personal, familiar y social. Porque una mirada egoísta no puede ver más allá de su ombligo para reconocer que vive dentro de un contexto mayor que la condiciona, tanto para liberarla como para esclavizarla.
Que tarde o temprano se estrella contra su propio egoísmo y la miseria que ha generado en su propio corazón y cuerpo así como en su paisaje social. ¿O es que acaso crece el amor conyugal y parental y la institución del matrimonio navega entre rosados pétalos de rosas? ¿Por qué será entonces que soñando y soñando obsesivamente la felicidad de pareja, crecen geométricamente los divorcios y las preferencias homosexuales?
Decimos que la diferencia entre capital-ismo y social-ismo, es la ubicación que se le da al ser humano en cada modelo. Desde este enfoque yo diría que más bien es que lugar ocupa en cada corazón. Porque todos somos seres humanos, todos somos impulsados por los mismos anhelos, por tanto todos ponemos lo humano como central, la diferencia está en como intentamos realizarnos.
Así pues esta cara de la revolución, tiene que ver con que caminos han de construir nuestros corazones, nuestros amores para realizarse social, mundanamente. Habremos entonces de repreguntarnos qué es el ser humano, de qué desea y pretende ser libre. Habremos de atravesar inevitablemente las tormentas anímicas, afectivas que en este camino de libre albedrío forman oscuras nubes de pasión, sobrecargas tensas y emocionales, fanatismos y homofobias
Se están cumpliendo 40 años de la muerte física del Ché Guevara. ¿Qué mayor homenaje podríamos hacerle que intentar responder con nuestra inteligencia y hechos, sus eternas preguntas que siempre han latido y aún laten en todo corazón, sobre qué es el nuevo ser humano necesario a la continua revolución y como generarlo, crearlo, parirlo?
Yo aporto esperanzado mi granito de arena deseando que pronto sea una montaña, un desierto completo. La revolución no solo es social y pública, sino simultáneamente individual. No solo sucede en el paisaje externo, histórico, temporal, generacional, sino estructural y ubicuamente en nuestro corazón, vísceras, intracorporalidad. No son las instituciones quienes sufren o son felices sino nosotros.
La diferencia de considerar este doble, estructural y simultáneo escenario no es insignificante. Porque por mucho que deseemos un mundo de paz e igualdad, ello no será posible si nuestros corazones son mezquinos y nuestras miradas distorsionadas por el temor y la incertidumbre.
Si nuestros corazones, afectos y conciencias se expanden al punto de abarcar e incluir al prójimo, será inevitable reconocer que lo que hacemos a otros nos lo hacemos ineludiblemente a nosotros mismos. ¿Puede la sumatoria de egoísmos y miseria íntima, de temores fantasmales y enemistades, producir algo diferente a si misma?
No será necesario pensar ni rebuscar mucho para encontrar la respuesta, basta abrir los ojos y mirar nuestro mundo, nuestro hogar y familia. También podemos observar su contracara. ¿Hubiesen sido posibles los hechos de nuestra revolución si alguien no hubiese pensado y actuado con generosidad?
¿Estaríamos en estas circunstancias de votar por la reforma constitucional multiplicando nuestros derechos, si nuestro presidente no hubiese refrendado ante la muerte su compromiso con el pueblo? ¿Si no hubiésemos salido todos a la calle a luchar por nuestra revolución sin medir las consecuencias desde nuestros intereses personales?
La sumatoria histórica de corazones mezquinos y acciones egoístas, excluyentes, esclavos de sus temores y ambiciones compensatorias, han dado por fruto esta sociedad. Sin embargo, si por pocos que fuesen, no hubiesen habido corazones generosos, libertarios, que luchando cada cual en su propio terreno contra sus propios temores y estrechos afectos, hubiesen equilibrado la balanza, abriendo nuevos caminos de justicia e igualdad, ¿estaríamos aún aquí?
A cada cual nos toca entonces preguntarnos y sellar en nuestro corazón, el compromiso de qué amores queremos, qué hombres deseamos ser, de qué queremos realmente liberarnos. De las respuestas que elijamos, del precio que estemos dispuestos a pagar para llevarlas a los hechos, resultará el mundo que emergerá ante nuestras miradas. Y la felicidad o sufrimiento que ello nos depare.

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