Miguel Ángel Velázquez
¿Quien pidió su intervención en Miguel Hidalgo?
Los caprichos de la delegada Cuevas
Son variados y de calado profundo los problemas que enfrenta el gobierno de la ciudad, y que deberán ser analizados hoy en la reunión del gabinete de seguridad, para dejar en claro asuntos de mayor relevancia, como la presencia del Ejército en el hundimiento de la tierra en un solar adyacente a una enorme construcción que se efectúa por los rumbos de Polanco.
Pero vayamos por partes: con el cinismo y la esquizofrenia que caracteriza a los panistas y que ha demostrado por el mundo su líder, Vicente Fox, la delegada de Miguel Hidalgo, Gabriela Cuevas, culpó a las autoridades del gobierno citadino de haber otorgado los permisos para la construcción de un monstruoso edificio de departamentos, argumento que fue desmentido por las autoridades locales correspondientes.
No hay que hacer mucha memoria para acordarnos de que fue la misma delegada Cuevas la que en una cruzada, muy acorde con la ideología azul, se lanzó a impedir que en esos mismos rumbos se construyera la Torre del Bicentenario, pero en este caso ni pío dijo, seguramente porque la obra no afectaba sus caprichos políticos.
Además, ¿qué no deberían ser los inspectores de la delegación los que vigilaran que la edificación se fuera dando conforme a normas de seguridad que previeran accidentes como el que se presentó? En fin, la delegada no fue capaz de impedir que allí se diera la construcción, pero tampoco de vigilar, que se hiciera bien, así que por más que le haga al vicenteloco y pretenda, de esa forma, esquivar su responsabilidad, todos en la delegación, y en el DF, saben cuáles son sus culpas.
Y si eso no bastara, habrá que investigar bien a fondo quién solicitó la intervención del Ejército más de una vez en los terrenos accidentados. En la jefatura de Gobierno, y en sus instancias correspondientes, nadie se hace cargo del llamado de auxilio, porque se asegura que de allí no salió.
La especie parece creíble porque desde la noche del jueves, cuando sucedió el accidente, el Gobierno del DF pidió el retiro de las tropas, exigencia que fue cumplida de inmediato, pero a la mañana siguiente las tropas volvieron a ocupar la calle de Lago Andrómaco, es decir, alguien reiteró la orden, y como se ve no parece haber salido de las oficinas del Zócalo.
La idea se reafirma si recordamos que en una situación parecida, aquella vez en Iztapalapa, no hubo, ni por asomo, presencia verde, aunque la situación era mucho más grave y sí ponía en riesgo la seguridad de muchos habitantes de la zona afectada.
Aunque para muchos el asunto parezca baladí, esto resulta más que preocupante. Si las autoridades del gobierno central no pidieron auxilio al Ejército, y tampoco lo hizo la delegación, como dice la Cuevas, entonces fueron las autoridades militares quienes decidieron, por sí mismas, la intervención, y eso es grave.
La administración federal actual ha dado manga ancha a la milicia para actuar en diversas ciudades donde pareciera que la presencia verde es la única forma de frenar al llamado crimen organizado, aunque los resultados sigan siendo magros, y si en el DF el pretexto de la inseguridad extrema no es aplicable, menos aún la actuación de los militares.
Por eso, el gobierno de la ciudad debe pedir explicaciones claras a la Secretaría de la Defensa Nacional, de otra manera en un abrir y cerrar de ojos las calles de la capital del país se verán invadidas por botas y fusiles.
Pero además el jefe de Gobierno debe exigir la explicación conveniente porque si no, habrá abdicado del poder que le dio la gente para gobernar, y eso es más grave aún, así pues, por el bien de todos el asunto debe aclarase. Sea quien sea, así provenga del propio Ejército, las cosas debe aclararse para impedir que vuelva a suceder. Eso es lo más importante.
De pasadita
Si la derecha partidista está en total declive, la ultraderecha no está quieta, y encabezada por Lorenzo Servitje, que reunió a sus miembros más conspicuos, se lanzará a la conquista del Distrito Federal. En breve se darán a conocer los planes con los que piensan cambiar el cauce político de esta ciudad. ¡Cuidado, son un peligro!
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