Carlos Fernández-Vega
Los ayer rescatados regresan hoy como “hacedores de negocios”
Casi dos décadas atrás, y luego del “saneamiento” financiero que de ellas hizo a costillas del erario, el gobierno federal (salinista, en ese entonces) obtuvo 439 millones de dólares por la reprivatización de Mexicana de Aviación (176 millones) y Aeroméxico (263 millones).
Seis años después, ambas aerolíneas regresaron al rebaño paraestatal (multimillonario “rescate” zedillista, vía Fobaproa), para en él quedarse un buen rato, por medio de Cintra, con un escalofriante costo para el bolsillo de los mexicanos.
Transcurrieron de diez (Mexicana de Aviación) a 12 (Aeroméxico) años desde esa penúltima reestatización para que el gobierno federal (foxista en el caso de la primera, calderonista en el de la segunda) concretara la enésima reprivatización de las citadas aerolíneas: ahora, por la venta de ambas, obtuvo 403 millones de dólares, 36 millones menos (en términos nominales, porque si se aplica la inflación la diferencia es abismal) que los obtenidos casi 20 años atrás, amén del enorme pasivo traspasado al erario.
Los banqueros y sus bancos fueron “rescatados” (incluyendo los pasivos de las aerolíneas), pero huyeron a tiempo de Cintra (léase con el precio más alto de las acciones en el mercado bursátil, libre de impuestos y previo al anuncio de la nueva “desincorporación”). Bancomer, Banamex, Scotiabank, Santander-Serfin y Banco Mexicano (otrora Somex) tenían el grueso de las acciones, pero cuando menos con seis meses de anticipación a la venta de Mexicana de Aviación al Grupo Posadas en 2005, y con muy buenos amigos donde se toman decisiones nacionales, como por arte de magia se esfumaron (léase vendieron los títulos).
A eso el gobierno federal (cualquiera que sea el gerente en turno) le llama “buena venta de activos rescatados”, cuando a todas luces el único buen negocio ha sido el de los banqueros “rescatados”. No hay que ser adivino para saber cuál fue el mal negocio y quiénes lo han pagado.
Reprivatizada una vez más, Banamex de nueva cuenta se hace presente en Aeroméxico, con 49 por ciento de las acciones, y junto a él muchos “hombres de negocios” que eran accionistas del otrora Banco Nacional de México durante el “rescate” del Fobaproa y en la extranjerización de 2001, libre de impuestos. Ahora regresan como “hacedores de negocios”. Otros más participaban en otras instituciones financieras, las cuales, al final de cuentas, también engulló Citigroup.
Tal es el caso de la familia Canales Clariond, con los hermanos Marcelo y Fernando a la cabeza, que en aquellos aciagos años del “rescate” tenían suculenta participación accionaria en Banca Confía, institución que primero fue a parar a la “panza” del Fobaproa y después a la del Citigroup, hoy dueño también de Banamex. Esta familia también surgió como una de las grandes beneficiarias del crack bursátil de 1987, no sin antes pasar por el Ficorca (generosos subsidios cambiarios a costillas del erario en los años de Miguel de la Madrid y la primera mitad de Salinas). De igual manera sacaron raja de la “democratización nacional”. Fernando fue gobernador de Nuevo León en tiempos zedillistas (justo cuando tronó el Grupo Financiero Abaco, propietario de Confía) y secretario de despacho con el “cambio” foxista (Economía y Energía). Como buenos empresarios nacionales, recién vendieron (mil 727 millones de dólares) su empresa insignia, IMSA, a la trasnacional italiana, disfrazada de argentina, de nombre Techint, la cual, dicho sea de paso, ha obtenido jugosos contratos del gobierno mexicano.
La larga mano de Lorenzo Zambrano, otro accionista del Banamex de Roberto Hernández, está presente en la reciente compra-venta de Aeroméxico. Entre los “hombres de negocios” que aparecen “asociados” al otrora Banco Nacional de México está Tomás Milmo Santos, sobrino del zar cementero, presidente de la telefónica Axtel, que en noviembre de 2006 adquirió Avantel, una empresa que perteneció al Banamex libre de impuestos.
Otro integrante de la familia Banamex (antes de la estatización, en la reprivatización y en la extranjerización) que hoy aparece como “hombre de negocios” en la compra-venta de Aeroméxico es Enrique Bremond Pellat, de siempre asociado a la tienda departamental Liverpool, pero también a la lista de sacadólares que en los estertores de su sexenio José López Portillo amenazó con divulgar. El crack bursátil de 1987 también lo tocó, para bien desde luego.
Al comerciante Ricardo Martín Bringas, cabeza visible de Organización Soriana e integrante del consejo de administración de Telmex, también le gustan los aviones. Su familia participó en la compra (reprivatización) de Banco Mexicano (antes Somex), institución que pasó por el Fobaproa y la extranjerización. Carlos Gómez y Gómez, cabeza visible de esta institución, perteneció al consejo de administración de Cintra, y, al igual que los otros banqueros, “huyó” a tiempo de las aerolíneas.
Y como se acabó el espacio, habrá que mencionar de pasadita a otros asociados de Banamex en la compra de Aeroméxico: Agustín Franco Macías (Infra, Telmex, Grupo Carso, Grupo Financiero Inbursa); Juan Francisco Beckman Vidal (Grupo Cuervo); Francisco Medina Chávez (Grupo Frame, Telmex); Eduardo Tricio Haro (Grupo Lala –sus vacas tienen mayor acceso al agua que los habitantes de La Laguna–, Telmex, Grupo Industrial Saltillo); Eugenio Garza Herrera (Xignus, Banamex); Maximino Salazar Nava (Desarrollo Ganadero Las Piedras), y José Luis Barraza González (Proyectos Inmobiliarios Impulso, Optima, Realiza y Asociados, Inmobiliaria Realiza), un mapache electoral a quien Felipe Calderón, ya sentado en Los Pinos, calificó de “responsable” y “patriota”.
En fin, así se hacen los “negocios” en México: las ganancias a la oligarquía, las pérdidas a la plebe.
Las rebanadas del pastel
La buena noticia del día: una bestia menos al frente del micrófono; Manuel Espino no buscará la relección en la presidencia panista; la mala, que allí viene la otra.
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