José Antonio Rojas Nieto
Una vez más, esta semana los precios internacionales del petróleo alcanzaron el más alto nivel en moneda corriente de la historia. Luego de las altas y bajas registradas hace días, este viernes el crudo de referencia West Texas Intermediate (WTI) cerró en 83.69 dólares por barril. Con el precio medio de los primeros 10 meses del año –66 dólares por barril–, y los 80 dólares en promedio que se esperan para el resto del año, el promedio anual llegará a 70 dólares.
Para el caso de la canasta de crudos que importa Estados Unidos –similar a la que se consume en el mundo– la cotización de 2007 será de 66 dólares por barril. Y dado el nivel de consumo medio de crudo que se espera para este año, una buena estimación de la factura petrolera anual se obtiene multiplicando los cerca de 85 millones de barriles diarios de consumo por ese precio medio de 66 dólares.
La cifra resultante es brutal: poco más de 2 trillones (estadunidenses) de dólares (billones nuestros). Equivale a más de 4 por ciento de un producto mundial estimado para este año en 50 trillones de dólares (billones nuestros). Recuérdese que en 1980 y 1981, la factura petrolera mundial representó 6.7 por ciento del producto mundial de entonces, 28 trillones de dólares de hoy (billones en nuestras cuentas).
Esto significa que al precio actual le faltan 18 o 20 dólares más por barril (en promedio anual) para que, una vez más, este mundo pague por el petróleo consumido, un porcentaje similar al que pagó en esos años del boom petrolero. O sea, necesitaríamos que las cotizaciones actuales del crudo (más de 80 dólares) se mantuvieran estables durante 365 días para que eso sucediera, o que en algunos meses alcanzaran o superaran –como ya lo mencionan algunos especialistas– los 100 dólares por abril, cifra que, en verdad, da un poco de miedo por lo que significa para los países que no disponen de petróleo.
No es de celebrarse –sin duda– que el mundo pague tanto por el petróleo. Menos aún por el maíz, el trigo, el acero, el hierro, el níquel, el cobre, el estaño, el plomo, el zinc, el oro, la plata y, en general, las llamadas commodities que se cotizan en el mercado mundial. Pero, pero… nunca olvidemos que esta fase de altos precios sigue a un largo periodo -no menos de 10 años a quince años en la mayoría de los casos- de precios bajos, en algunos casos muy pero muy bajos, como sucedió con el petróleo. A más de castigar a los productores de estas materias primas, estos precios inhibieron de manera drástica la inversión en nuevas fuentes de abasto. A la postre, esto resultó contraproducentes, pues desencadenó una dinámica altamente especulativa, como la que vivimos hoy.
Entre otras cosas, esta especulación se ve reflejada en las nuevas características –composición, nivel, dinámica, estructura y condiciones de operación– de un mercado mundial de dinero que –a manera de ejemplo– en el año 2006 mostró una interesante fisonomía. Un ejemplo. La tercera parte de todo el capital que se exportó en el mundo en 2006, provino de los fondos acumulados por países petroleros. Se trata de Arabia Saudita y Rusia (con 8.8 por ciento cada uno), Noruega (4.8 por ciento), Kuwait (3.6 por ciento), Emiratos Árabes Unidos (2.7 por ciento), Argelia (2.3 por ciento), Venezuela (2.1 por ciento) y algunos otros concentran cerca del 35 por ciento del volumen neto de dinero exportado el año pasado en el mundo. China (25 por ciento), Japón (12.2 por ciento) y Singapur (2.8 por ciento) concentraron el 27.5 por ciento. Y Alemania (8.8 por ciento), Suiza (3.7 por ciento) y Holanda (3.7 por ciento) 16.2 por ciento.
El resto de países con participaciones menores, cerca de 20 por ciento. ¿De dónde sale el dinero de los petroleros? De una renta petrolera que en 2006 alcanzó cerca de 900 mil millones de dólares, casi la mitad del total de la factura petrolera.
¿Qué podemos esperar para el cierre de 2007? Una factura petrolera de poco más de 2 trillones estadunidenses de dólares. Y una renta petrolera cercana a la mitad de esa factura. Sí, en cierto sentido, el mundo financiero de hoy maneja ese regalo –prácticamente exclusivo de la bondad de los yacimientos petroleros– derivado de los bajos costos de producción o, al menos de los que resultan inferiores a los más altos que hoy soporta el mercado mundial.
¿Cuáles son estos? Con ese precio medio de 66 dólares por barril para la canasta de crudos del mundo y una tasa de interés de poco más de 5 por ciento (para el caso de los Fondos Federales estadunidenses), podemos decir que hoy el mundo le da buenos rendimientos a productores con costos de hasta 60 dólares por barril. ¿A quiénes? Sin duda y en primer lugar, a los grandes productores del Pérsico que tiene los costos más bajos del planeta. Pero también a otros, como México, que pese a la elevación reciente por el deterioro de Cantarrel, sigue captando muchísima renta petrolera.
Se trata de mucho dinero –muchísimo– que circula por todo el mundo buscando –como gustan decir sus administradores– oportunidades de inversión. Termino con una pregunta. ¿Por casualidad sabe usted de dónde provienen los fondos para los Pidiregas que hoy soportan nuestra inversión en el sector energético? Pues sí…adivinó… buena parte proviene de fondos petroleros administrados por las grandes firmas financieras. Sin duda.
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