Iván Restrepo
La ciudad de Saltillo alberga el único museo del desierto de México. Es un espléndido sitio donde se comprueba la enorme importancia de la flora y la fauna que allí existe y se muestra la vida de quienes lo habitan. Sin embargo, al final del recorrido alguien mandó instalar en uno de los muros los recuerdos y triunfos de un adinerado cazador: Manuel J. García. En las fotos aparece en África con sus trofeos (animales en peligro de extinción) y los “exóticos” habitantes de ese continente. Tal testimonio no debe estar en ningún lugar público, menos en un museo que invita a cuidar el medio ambiente y los recursos naturales.
En tanto, una mujer de 65 años que abandonó a su perra enferma en una calle de Segovia, España, fue sentenciada a pagar una multa de 250 dólares y cubrir los gastos de curación del animal. Mucho más elevada fue la sanción (10 mil dólares) impuesta en Barcelona a quien dejó en la vía pública a un perro de la raza American strafordshire terrier (una entre las ocho consideradas oficialmente en España como “peligrosas”). Las autoridades informaron que los perros “peligrosos” han causado decenas de lesiones graves e incluso la muerte a muchas personas, por lo que “abandonar en un parque a uno es como dejar una pistola cargada al lado de un tobogán donde juegan niños”. También en Barcelona siete jóvenes activistas de la organización AnimaNaturalis se encerraron desnudos en pequeñas jaulas en el paseo de las Ramblas. Protestaban porque en un tramo del que es uno de los sitios más transitados del mundo existen quioscos donde se venden aves, roedores, tortugas, entre otras especies que la gente compra para tenerlas como “mascotas”. En todos los casos esos quioscos incumplen la norma oficial sobre protección, tenencia y venta de animales.
Mientras, en China, sede de la próxima olimpiada, en algunos zoológicos los animales matan por hambre. En el de la ciudad de Shenyang, provincia de Lianoning, un tigre siberiano murió debido a las mordidas que le ocasionaron otros cuatro felinos. Todo indica que la lucha entre los tigres se debió a falta de alimento, pues el zoológico no tiene los recursos para atender las necesidades de los animales que allí se encuentran cautivos.
Por su parte, la Unión Europea (UE) cuestiona el estado en que se encuentran otros zoológicos, como los de España, pues incumplen las normas aprobadas sobre la materia para los 26 países de la UE. Califican la situación de “dramática” luego de conocer varias investigaciones realizadas por expertos en la materia. No solamente las autoridades no supervisan adecuadamente el estado de dichos lugares, sino que hay irregularidades en la concesión de licencias de funcionamiento.
De irregularidades no están exentos los zoológicos más visitados, como los de Madrid, Sevilla, Cádiz, Mallorca, Valencia y Toledo, donde tigres, osos y varias especies en peligro de extinción se encuentran entre los animales que no cuentan con el espacio ni el cuidado necesarios. La lucha contra el mal estado de los zoológicos españoles la encabezan asociaciones como Infozoos y Born Free.
Dentro de tantas noticias negativas sobre el maltrato a los animales, hay una buena: en Bulgaria no habrá más osos bailarines como atracción turística: los tres últimos fueron liberados de la argolla que colgaba de su nariz, así como de las cadenas con que los sujetaban quienes los explotaban en las ciudades de ese país, hoy integrante de la UE. Los tres se unieron a otros 23 que se hallan en el parque natural de Beliza, el cual funciona gracias a las aportaciones de organizaciones defensoras de animales y de personas como la actriz Brigitte Bardot. Parece que hay orden de que no se acerque al parque el rey Juan Carlos, aficionado a matar osos.
En México, la defensa de los animales es tarea pendiente, como también lo es resolver, sin demagogia ni aprovechamiento político, las necesidades de los tabasqueños afectados por una tragedia cuyos culpables siguen siendo ocultados por las instancias oficiales, pero que la ciudadanía identifica cada día con mayor precisión. Igualmente, las autoridades no reportan el daño que sufrió la avifauna de esa entidad por la inundación, que no causaron ni el cambio climático ni la Luna.
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