Mujeres triquis, el exilio
Foto: ezequiel leyva
Oaxaca, Oax., 26 de noviembre (apro).- En ocasión del Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer, que se celebró este domingo 25 de noviembre, las indígenas triquis exponen su cruda realidad, enmarcada por la creciente violencia.La desesperanza invade a ese pueblo indígena, donde las agresiones han alcanzado niveles similares a los ochenta, situación que ha obligado, principalmente a las mujeres, a un exilio forzado.“Aquí la pobreza es normal, lo peor es la violencia”, confiesa un grupo de mujeres triquis que viven en el destierro.Y es que en su pueblo de origen no ven otra cosa que desapariciones, secuestros, violaciones, emboscadas, huérfanos, viudas, saqueos de casas e incendios en terrenos de sembradío…Pero esa situación no parece importarle al gobierno estatal. El propio procurador Evencio Nicolás Martínez Ramírez reconoce:“Es una zona muy conflictiva (la región Triqui), y no voy arriesgar a mi gente para que entre a esa zona. Esa violencia ya tiene años, no es de ahora. Entonces, no puedo resolver en seis meses, de la noche a la mañana, el problema”.En palabras de las denunciantes, el procurador les dijo que “lamentaba la situación por la que estaba pasando la familia (de dos indígenas desaparecidas)”Les dijo que no se trataba “de que ellos no quisieran trabajar, pero que todo va muy lento porque es muy difícil entrar a la zona Triqui, por la presencia de los grupos políticos en la región, y que no va a arriesgar a su gente”.Sobre un caso relacionado con la violación a una menor registrada el pasado 21 de febrero, el funcionario dijo que se ordenó a la Policía Ministerial la detención de los responsables y, “cuando se les detenga, tal vez se pueda tener una pista para localizar a las jóvenes desaparecidas”. Por si fuera poco, los representantes del gobierno consideran que, “debido a la violencia que vive la región triqui, la forma de resolver los conflictos es militarizando la zona”. Las mujeres, que prefieren omitir su nombre para evitar represalias, sostienen que “si las propias autoridades no se atreven a entrar (a su pueblo) para investigar las recientes desapariciones, violaciones y crímenes, no nos queda otra alternativa más que el destierro.“No es por gusto sino por necesidad, por el sufrimiento que agobia a mi pueblo. Ya tenemos muchos muertos”, relatan al tiempo que de sus ojos brotan algunas lágrimas.Según las mujeres, los hombres ya no salen al campo a realizar sus tareas agrícolas a causa de tanta violencia. Dicen que ese papel lo han asumido ellas.Ahora, ellas no sólo reparten su tiempo entre las labores del hogar y el campo, con el riesgo de que, en esta segunda actividad, sean víctimas de alguna violación.La región Triqui se encuentra asentada en la zona montañosa denominada “Nudo Mixteco” y está divida en la zona baja, cuya cabecera es San Juan Copala; mientras que la media comprende San Martín Itunyoso y, la parte alta, lleva por sede a San Andrés Chicahuaxtla.Es decir, los indígenas triquis se encuentran asentados en tres municipios, Juxtlahuaca, Tlaxiaco y Putla de Guerrero.Aunque en toda esa región predomina la pobreza, es en la región baja donde particularmente la autoridad tradicional se ha desintegrado, pues el cultivo de café fortaleció la propiedad privada y desató la violencia por la posesión de tierras.
“Municipio autónomo” triqui
El activismo de la comunidad ha provocado el surgimiento de diversas organizaciones, como el Movimiento Unificador de Lucha Triqui (MULT), Unidad de Bienestar Social de la Región Triqui (Ubisort) y, más recientemente, el Movimiento Unificador de Lucha Triqui Independiente. Este último declaró “municipio autónomo” a San Juan Copala, el pasado 1 de enero.Aunque en la región triqui había una regla escrita de que la violencia por pugnas políticas, venganza o control territorial no alcanzaría a mujeres o niños, ésta dejó de respetarse en los últimos años.Según consta en la averiguación previa 157/2006, el 7 de julio del año pasado una niña de 14 años, Lucía, fue violada presuntamente por Timoteo Alejandro Ramírez, Francisco Martínez Bautista y Marcos Flores, en presencia de su padre y su abuela.La estudiante de secundaria fue ultrajada cuando al salir de su domicilio ubicado en la comunidad El Rastrojo. Ella y su padre llevaban a su abuela al doctor en Juxtlahuaca. Pero, como el camino estaba cerrado por un conflicto político, los tres tuvieron que caminar por una vereda. Cerca de Yosoyuxi, les salió al paso un grupo de hombres.Timoteo tomó del cabello a la niña y la arrastró a un descampado. Ahí la violó en repetidas ocasiones. Ante los gritos, el padre y la abuela trataron de intervenir, pero el grupo de hombres se los impidió. Al final los amenazaron con matar a toda la familia si denunciaban la agresión.Lucía y su familia viven ahora con un pariente cerca de San Juan Copala, y no salen ni a trabajar la tierra por temor a que sus violadores cumplan su amenaza de matarlos por haberlos denunciado.La angustia creció cuando se enteraron que Marcos Flores, uno de los agresores murió de una enfermedad incurable. La menor tuvo que ser sometida a un estudio de VIH donde el resultado salió negativo, aunque actualmente se encuentra en terapia psicológica.Pese a que las pruebas del examen ginecológico confirmaron la violación, hasta el momento no se ha detenido a los presuntos responsables.A ese caso siguió el de la niña Daniela y su maestra de educación indígena, Virginia Ortiz Ramírez, quienes desaparecieron el 5 de julio de este año, según consta en la averiguación previa 187/2007.Antonio Bautista Ramírez y Dionisio Merino Ortiz relataron ante el Ministerio Público que ese día se encontraban en Santiago Juxtlahuaca esperando transporte para dirigirse a Putla de Guerrero.Ahí observaron que en una camioneta azul marino Ford Ranger de doble cabina y sin placas, conducida por Francisco Herrera Martínez, llevaban a bordo a Daniela y Virginia Ortiz Ramírez, con los ojos vendados.Timoteo Alejandro Ramírez sujetaba y encañonaba con una pistola a la menor Daniela.En la parte media del asiento trasero también observaron que iba la maestra Virginia, sometida por Miguel Ángel Velasco Álvarez y José Ramírez Flores.Los testigos confesaron que no se atrevían a denunciar porque los secuestradores de la Ubisort son conocidos por su alta peligrosidad.Ante la inacción de las autoridades, la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh) y los familiares de las dos mujeres triquis anunciaron que expondrán el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).El caso más reciente ocurrió el domingo 21 de octubre pasado: Sofía Bautista, de 11 años, resultó herida de gravedad en una balacera. Un grupo armado atacó a la comunidad de Cuyuchi. En el tiroteo, resultó herida Sofía. La bala entró por la occipital derecha y quedó alojada en la mejilla derecha.El impacto le causó a la menor un derrame cerebral y se provocó un derrame de líquido cefalorraquídeo.Simultáneamente, otro grupo emboscó a una camioneta de pasajeros, y la acción impidió el tránsito normal por el camino principal, Ese incidente, provocó que doña Florencia tuviera que caminar alrededor de media hora para llegar a su casa y encontrar herida a su sobrina Sofía.Con ayuda de sus vecinos la trasladó al hospital de Putla, donde le recomendaron canalizar a la niña a la ciudad de Oaxaca, debido a su gravedad. Doña Florencia trasladó a su sobrina al hospital “Aurelio Valdivieso” de esta ciudad, donde le extrajeron el proyectil. Aunque la menor todavía no recupera el habla, ya empezó a tener movimiento en casi todo su cuerpo.Yésica Sánchez Maya, presidenta estatal de la Limeddh, condena esos hechos y lamenta la ausencia de justicia en Oaxaca.
El estigma de ser mujer
La mujer trique sufre la discriminación desde que nace. Por esa razón, los hombres prefieren tener hijos varones. A pesar de esa situación, en esa región los hombres pueden tener una, dos o tres mujeres o las que quieran. Son parte de sus “usos y costumbres”.“Lo que pasa es que hay muchas mujeres que aunque saben que tienen su familia, se meten con ellos. Son usos y costumbres. (Aunque) la primera esposa decide en todo, todas conviven. Hay algunas que viven juntas y otras separadas”.Las mujeres en el exilio justifican sus formas culturales y desmienten rotundamente la venta de mujeres en su comunidad.Entre los triquis todavía no se permite a las mujeres participar en las asambleas comunitarias ni en la toma de decisiones; no pueden andar solas y tampoco usar toallas femeninas ni, menos aún, se les permite utilizar anticonceptivos.Sin embargo, las mujeres itinerantes piden que “no nos critiquen ni nos vean como animales”, porque todo ello es parte de su cultura. Destacan que casi 70% de su población emigró a Alaska, Nueva York y Chicago, en Estados Unidos, y a Baja California, Jalisco, Tabasco, y la Ciudad de México, pues “tenemos miedo a las emboscadas, las violaciones y los asesinatos.“Es lo peor que puede haber, lo que estamos viviendo las mujeres. Hay algunas que no tienen ni dónde vivir. Muchas mujeres no comen con tal de darle de comer a sus hijos”, finalizaron.
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