Gustavo Leal F.*
Finalmente se supo lo que ya era un secreto a voces: que, en efecto, el politólogo Juan Molinar Horcasitas y Valdemar Gutiérrez Fragoso, secretario general del SNTSS, ocultaron –en la más reciente revisión contractual– un pacto que lesiona severamente el horizonte pensionario de los trabajadores de nuevo ingreso y les recarga los mismos términos que Felipe Calderón y Miguel Angel Yunes impusieron –sin consenso– en su cuestionada “nueva” Ley del ISSSTE.
La tradición de decidir no sólo en contra de los trabajadores, sino a sus espaldas, fue estrenada por Santiago Levy y Roberto Vega Galina –secretario general 2002-2006– con la tristemente célebre “acta de la traición” (Imagen Médica, 15/7/04).
En ella, representantes de ambos firmaron en lo oscurito (el 4 de octubre de 2003, entre los cuales se contaba, por cierto, Gutiérrez Fragoso) una controversial modificación del régimen de jubilaciones y pensiones que los pensionados y trabajadores activos movilizados denunciaron, exhibieron y echaron abajo.
Aunque luego Vega Galina la impuso, presentándola como “propuesta de los trabajadores”, en una turbia votación durante el 44 congreso nacional ordinario de octubre de 2005 (Convenio Adicional para las Jubilaciones y Pensiones de los Trabajadores de Base de Nuevo Ingreso).
En la misma tradición, aquel primer automazazo contra su propio CCT recibe ahora una extensión vía el muy poco transparente Molinar Horcasitas y Gutiérrez Fragoso, aunque dirigida especialmente a los trabajadores de nuevo ingreso que aún no pueden defenderse porque todavía no están contratados.
Gracias a esta tradición, el saldo –del foxismo y su continuidad con Calderón– para todos los trabajadores del IMSS viene resultando fatal.
Los 34 mil trabajadores de confianza A y B (aquellos que, surgidos desde la base y libremente contratados por el IMSS, son responsables de la dirección, inspección, vigilancia y fiscalización) fueron víctimas, el pasado primero de octubre (Diario Oficial de la Federación), de una “reforma” administrativa: artículo 65 de la Ley Federal del Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, que los excluye de los “beneficios económicos y las demás prestaciones derivadas de los contratos colectivos”.
Esta exclusión ya se anticipaba en la nueva cláusula 154 propuesta en el pliego petitorio hostil que presentó Molinar el 14 de agosto. Ahora, gracias a Calderón, esas confianzas sólo dispondrán de la protección social que les brinda la Ley Federal del Trabajo y que el experto en telecomunicaciones Javier Lozano, a “cargo” de la Secretaría del Trabajo calderonista, también quiere “reformar” al vapor.
Por su parte y en virtud del convenio adicional firmado por Vega Galina en 2005, los trabajadores activos seguirán aportando hasta su jubilación 10 por ciento de su salario a un fondo (subcuenta 2) que el IMSS usa para cubrir las nuevas contrataciones.
Y ahora, por el pacto Molinar Horcasitas-Gutiérrez Fragoso, los de nuevo ingreso iniciarán su vida laboral exactamente igual que los que ingresan al “nuevo” ISSSTE: financiando su jubilación “sólo con aportaciones de ellos mismos, con cuentas individuales, aportaciones voluntarias para fortalecer, aún más, su jubilación, y aumentando su aportación anualmente hasta llegar a 15 por ciento de su salario en 2015” (comunicado interno del director general del instituto, 26 de septiembre).
Esto es lo que firmaron y ocultaron Molinar Horcasitas y Gutiérrez Fragoso: CCT 2007-2009, expediente II 4429/07, fojas 1005-1006, depositado en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje. Para decirlo con el calderonista Javier Lozano, “se trata de que las nuevas generaciones de empleados del Seguro Social asuman el costo de su retiro”. Eso firmaron y ocultaron, sin que los afectados se puedan defender.
Con ello, el politólogo evitó ser relevado de manera fulminante, mientras Gutiérrez Fragoso lavó la cara con una revisión contractual “histórica” que busca legitimarlo, barrer a su oposición y diseminar –al viejo estilo del priísmo clientelar– los cuantiosos recursos que Molinar Horcasitas le facilitó (cláusula 81: 2 mil créditos para enganche de casa-habitación) a cambio de no sacar a los trabajadores a la calle, frente a la creciente inconformidad por la “reforma” calderonista del ISSSTE.
Hasta que la revelación de su pacto en lo oscurito los alcanzó.
¿Con qué cara podrá ahora Molinar Horcasitas sostener su autodeclarada vocación por la cultura de la transparencia? ¿Con qué cara rendirá cuentas Gutiérrez Fragoso a sus representados, cuando las facultades que se autoasignó en el congreso de Mérida pisotean flagrantemente los artículos 3 (“luchar por conservar y mejorar las conquistas obtenidas en el CCT”) y 13 (“no prestar colaboración a la empresa en forma alguna que perjudique las conquistas de los trabajadores”) de los estatutos de “su” propio sindicato?
Nada del fatal saldo foxista-calderonista mejorará los servicios que presta el IMSS ni resolverá el pendiente pensionario de sus trabajadores. Al contrario. Lo agravará para todos: trabajadores de confianza, activos y de nuevo ingreso. Pero eso sí, como dice Yunes, “la pensión al final de la vida laboral” de los 29 mil trabajadores de nuevo ingreso al ISSSTE “no representará un pasivo ni se cubrirá con subsidios, porque se pagará con los recursos de su propia cuenta individual”.
Justo lo que firmaron y ocultaron Molinar y Gutiérrez (Imagen Médica, 14/11/07). Así que como en el ISSSTE, los amparos llegarán pronto al IMSS.
La continuidad foxista que representan Calderón y Molinar, así como Gutiérrez Fragoso, es la mejor muestra de que la salud y la seguridad social de los mexicanos están en manos de quienes no sólo no rinden cuentas a nadie, sino que viven absolutamente impunes en su mundo predemocrático.
Son la tradición de la traición.
* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
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