¿LE IMPORTA MÉXICO A HILLARY?
El Semanario.No. 159 :: Del 22 al 28 de noviembre de 2007
A doces meses de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, la senadora Hillary Clinton, primera opción para los demócratas en la contienda, ha develado, hasta ahora, su decisión de marcar distancia de la población hispana, de la reforma migratoria y del TLCAN. ¿Qué puede esperar México de ella?
Malas noticias para México y América Latina: a un año de que Estados Unidos elija Presidente, los temas vitales para la región están ausentes de las contiendas en los partidos Demócrata y Republicano, mientras tanto el galopante clima de hostilidad hacia la migración indocumentada es un virus que contagia comunidades y pequeñas ciudades. Hillary Clinton, la candidata que lidera las encuestas y probablemente la próxima huésped de la Casa Blanca, la demócrata a quienes muchos verían ganar con gusto en este lado de la frontera, no parece tener el corazón ni la cabeza muy cerca de México y América Latina, al menos, hasta ahora, eso ha dejado en claro la campaña que dirige una mexicoamericana, Patricia Solís Doyle, a quien la prensa estadounidense ha nombrado "el cerebro detrás de Clinton". Por ello extraña, hasta ahora, la estrategia adoptada por la senadora por el estado de Nueva York para consolidar su imagen de elegibilidad. Hillary decidió caminar en contra del legado de su propio marido y de los acuerdos comerciales que su gobierno impulsó en la década de los noventa. Para satisfacer a las voces del mainstream americano también decidió radicalizar su posición en el tema migratorio: La enchilada completa imaginada por el canciller Jorge Castañeda hoy está fuera del plato, convertida en un tema radioactivo en la campaña por la Presidencia de EU. George Bush dejará la Casa Blanca y lo más probable es que pasen muchos años antes de que otro gobierno se tome en serio las negociaciones para una reforma migratoria. Quien piense que un gobierno demócrata encabezado por Hillary Clinton podría ser bueno para México podría equivocarse. La Senadora por Nueva York continúa su marcha gradual hacia el centro político de los EU y ha dejado atrás las posiciones liberales que defendía hace años. "Todo indica que Clinton se convertirá en la candidata del Partido Demócrata y si gana la Presidencia las cosas no cambiarán mucho para México", advierte Juan Carlos Hidalgo, director del Proyecto sobre América Latina en el Instituto Cato de la capital estadounidense. "No podríamos esperar en ella un cambio radical para impulsar una reforma favorable a los intereses de los migrantes, sino una actitud más indiferente hacia América Latina". México no debería apostar por un candidato demócrata, dice el ex canciller mexicano, Jorge Castañeda. No sabe –agrega– qué clase de demócrata ocupará la Casa Blanca. Castañeda sostiene que si las negociaciones de una reforma migratoria avanzaron en el gobierno de George Bush fue, en parte, por la percepción burocrática de que el Presidente así lo quería. "Lo que conduce casi siempre a los gobiernos es la idea de lo que el Presidente desea, y mi percepción es que Hillary Clinton no se siente cómoda con el tema migratorio ni está muy cerca de México". Andrew Selee, director del Proyecto México en el Wodroow Wilson Center de Washigton EU tiene la impresión de que preocupaciones como la guerra en Irak y la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte) han acaparado la atención de los candidatos a la Presidencia, pero "el tema migratorio lo cruza todo" y el manejo que decidan darle los candidatos nominados delineará la relación bilateral en los años por venir. "Por mucho, Giuliani y Romney representan una línea dura en el tema migratorio, y Obama, McCain y Clinton son activos promotores de una reforma, a pesar de que todos ellos han mostrado signos de excesiva cautela en la forma en que la discuten", dice Selee. BIPOLARIDAD POLÍTICA Si la elección para definir la presidencia de EU tuviese lugar en estos días, Hillary Clinton derrotaría a todos sus rivales de partido y a los candidatos republicanos. Real Clear Politics, un sitio de internet que compila todas las encuestas existentes para hacer cálculos generales de cómo avanza la contienda electoral consideró en la segunda quincena de noviembre que la senadora por Nueva York reúne 48.2% de las simpatías en una elección nacional contra su más cercano rival, el demócrata Giuliani, con 43.8%. Tal vez por esta ventaja es que, incluso sus rivales demócratas John Edwards y Barack Obama, buscan acorralarla y recordar sus inconsistencias sobre el tema migratorio. Apenas el año pasado declaraba que no apoyaría soluciones unilaterales que no trataran con respeto a millones de familias de migrantes, sin embargo votó a favor de la construcción del muro entre el estado de Arizona y México. Su popularidad, con ello, aumentó y así lo demuestran las encuestas. Clinton, sin duda, es el objetivo a vencer de los repúblicanos pero también de los demócratas. Pero aún falta un año y la contienda se mueve en el vértigo de un país cada vez más influenciado por los medios, los escándalos políticos, la publicidad y el dinero. Además de Clinton, son cuatro los candidatos más visibles –el demócrata Barack Obama y los republicanos Rudulph Giuliani, John McCain y Mitt Romney (un empresario millonario que puede ser la sorpresa electoral en 2008) y ese grupo compacto es también ya el de los candidatos más publicitados en la historia de las elecciones. La candidata a vencer, sin duda, es Hillary Clinton. Su experiencia, su trabajo en el Senado, ocho años de Primera Dama en la Casa Blanca y una bolsa repleta de millones de dólares en aportaciones de campaña representan su fortaleza, pero algunos virajes sobre temas importantes le han abierto un flanco vulnerable en tiempos de campaña. "Sus frecuentes giros y vueltas han provisto a sus oponentes de carne de cañón para criticarla", advirtió el analista Marc Santora en un texto sobre el último debate de octubre, en el cual la senadora Clinton respondió con un sí, un no y un tal vez a una misma pregunta sobre si estaba de acuerdo con una propuesta de otorgar licencias de conducir a los imigrantes indocumentados del Gobernador de Nueva York Eliot Spitzer. "Intentó manejarse sobre los dos lados del tema, como cuando trató de presentarse como contraria a la guerra cuando votaba para autorizar el uso de la fuerza militar en Iraq". En general, Hillary se mueve en un territorio de centro demócrata, alejada de las posiciones que defendía hace años, lo que le han costado críticas de grupos liberales. En junio de 2006, durante una conferencia en Washington, fue abucheada por algunos demócratas después de que sostuvo una posición ambigua sobre la necesidad de traer las tropas americanas de regreso a los Estados Unidos. Desde entonces su enfoque no ha cambiado a pesar de algunas divisiones en el Partido Demócrata. En marzo de 2007, en una entrevista dijo que el retiro de las tropas "no es tronar los dedos y decirle a la gente que lo haga mañana". En el tema de política exterior que, con frecuencia se reduce al debate sobre la guerra en Iraq, Clinton y Giuliani, los candidatos punteros, y quienes les siguen detrás –Obama por los demócratas y MCcain y Romney por los republicanos– se han pronunciado en favor de cambios sustantivos que modifiquen la percepción de Estados Unidos en el mundo y permitan reposicionarlo en un orden multilateral. "Los candidatos republicanos y demócratas prometen una restauración de la tradición internacionalista de los Estados Unidos, lo que significa un repudio al unilateralismo de la era Bush", advierte Carlos Pascual, director de Política Internacional en Brookings. Strobe Talbott, ex jefe de asesores en la Secretaría de Estado durante el gobierno de Bill Clinton, sostiene que en la elección 2008 un debate vital será la necesidad de que el nuevo Presidente restablezca las relaciones afectadas con distintos países del mundo. La senadora Clinton ha asumido algunas posiciones más radicales en política exterior, como aplicar sanciones a Irán y su programa nuclear, cosa que no han hecho sus adversarios Obama y Edwars. "Esa propuesta la ha colocado en una extraña posición con una parte importante de su partido y su nominación podría sugerir que el partido está dispuesto a apoyar una política exterior relativamente militarista, así proponga el fin de la guerra en Iraq", opina Adam Nagourney, especialista en temas politicos en The New York Times. Tal vez la mejor definición ideológica de Bill Clinton y por extensión de Hillary Clinton fue hecha en septiembre pasado por el ex presidente de la Reserva federal, Alan Greenspan, quien llamó a Clinton "Un Presidente Republicano" en referencia a que su agenda fue muy similar a la de un republicano liberal: Un gobierno reducido, déficit presupuestal controlado, libre comercio, globalización y reforma asistencial. En algunos temas la senadora Clinton se ha movido con frialdad, calculando el comportamiento de las uniones sindicales y otros grupos radicales en una elección primaria. Por ejemplo, al referirse a los tratados de libre comercio que en la elección de 2004 fueron un tema prominente, en un debate de noviembre dijo que "el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y la forma en la que se implementó ha lastimado a muchos trabajadores americanos". Hace más de un mes presentó ante el Senado una iniciativa que propone revisar el impacto de todos los acuerdos comerciales suscritos por Estados Unidos y a mediados de noviembre, en otro debate con los candidatos demócratas, radicalizó su posición al advertir que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue un error porque se incumplieron las expectativas de sus beneficios económicos y se pronunció por una moratoria a firmar nuevos tratados. "En el Partido Demócrata se vive un período de reacomodo y en materia comercial se ha vuelto a la izquierda y ha regresado a los malos días", opina el analista Hidalgo, del Instituto Cato. "El Presidente Clinton fue promotor del libre comercio, metió a Estados Unidos en la Organización Mundial de Comercio, propuso un Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y hace unos días dijo que apoyaba el acuerdo comercial con Costa Rica, sólo para encontrarse con el rechazo de su propia esposa. En este tema los demócratas suenan populistas". Obama dijo que si ganara la elección llamaría de inmediato al Presidente de México y al Primer Ministro de Canadá para enmendarlo". Obama, quien ha sido perfilado por quienes han estudiado su carrera de abogado como un político liberal, se ha conducido en un espacio de centro en los debates demócratas, pero ha asumido posiciones más críticas que Clinton en temas como Iraq: ha dicho que se han perdido demasiadas vidas y millones de dólares en una política fallida sostenida por el Presidente Bush a pesar de las opiniones contrarias de expertos militares, republicanos y demócratas y ha dicho que el retiro de las tropas depende de una decisión política y no militar. EL TALÓN DE AQUILES En el Partido Republicano el camino hacia la elección interna también ha llevado no sólo a Clinton sino a todos los candidatos a moverse de posiciones moderadas a otras radicales. Es el caso de Giuliani, que como alcalde convirtió Nueva York en un santuario para la migración indocumentada y ahora se pronuncia en contra de una amnistía "porque sería un error civil"; en favor de aplicar sanciones a los indocumentados y obligarlos a pagar sus impuestos. La posicion de Clinton ha sido ambigua pero con una tendencia hacia la derecha. La aparente indiferencia que mostró hacia el tema durante meses puede ser indicador de su percepción hacia el problema migratorio. La migración se ha convertido en uno de los dos o tres temas incómodos de la campaña y se adivina uno de los flancos más controvertidos y de mayor tensión en la relación bilateral en los próximos años. "Creo que los candidatos líderes en la campaña no coinciden necesariamente con la urgencia de una reforma migratoria. La impresión que tengo es que Hillary Clinton, quien encabeza las preferencias del electorado, no se siente cómoda con el tema migratorio", advierte el ex canciller Jorge Castañeda. Lo mismo sucede en el tema de la seguridad interior, con algunos matices y diferencias: Clinton sostiene que una solución integral a la crisis migratoria exige reforzar la seguridad de las fronteras; Obama dice que es vital garantizar la seguridad de la franja fronteriza y encontrar la manera de exigir a los empleadores que verifiquen el estatus de los trabajadores antes de contratarlos y Giuliani, quien se desplazó de una posición de tolerancia a otra de tolerancia cero, está a favor de una barda fronteriza reforzada con alta tecnología y un programa de tarjetas de identidad. John Bailey, director del Proyecto México en la Universidad de Georgetown, dice que hay varios indicadores de lo delicado que es el asunto en la campaña: Hillary Clinton lo evadió y sólo hasta después de uno de los debates decidió incluir una posición en su página de internet. Giuliani no lo menciona en su sitio electrónico y Tom Tancredo ha hecho de la oposición a la migración su único tema, y aunque su posición es muy débil en la contienda, el tema puede influir en las primeras convenciones. De hecho el apoyo a la reforma migratoria por parte del republicano McCain afectó su relación con las bases. "Respaldar una reforma migratoria integral no es una posición ganadora", dice Bailey, porque no es una posición que atraiga el apoyo de estratos importantes de electores. Por el contrario, subraya, mostrar un apoyo firme al endurecimiento de la frontera es una posición ganadora en la campaña. Advierte que la Senadora Clinton necesita evitar que se le perciba como una candidata "suave" respecto de una frontera que necesita ser reforzada "pero puede tomar una posición moderada sobre la reforma migratoria, en el entendido de que querrá moverse hacia el centro si gana la nominación". La apuesta resulta arriesgada: Llegar a la Presidencia de EU con la plataforma más derechista en la historia de su partido. Para México, los pronósticos son reservados y las señales, hasta ahora, desalentadoras. La imagen de político calculador y su enfoque pragmático se resumen en sus propias palabras que guardan, hasta ahora, muchos enigmas para México. Apoyar la guerra de Iraq; negar a los migrantes una y otra vez ha funcionado en las encuestas. ¿Empleará la misma estrategia de llegar al gobierno? Por Wilbert Torre / Washington
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