Carlos Fernández-Vega
Funcionarios sancionados con dureza; empresarios defraudadores mimados por el poder
El gobierno de la “continuidad” dice haber actuado en contra de una de las grandes empresas del país, la constructora Gutsa (con uno de los expedientes más negros en el de por sí oscuro historial de los barones de la iniciativa privada mexicana y sus relaciones con el poder político), porque, presume, la siempre lerda Secretaría de la Función Pública decidió “inhabilitarla”, por un año, para que celebre contrato alguno con cualquiera de las instituciones y organismos del sector público federal.
Esa misma autoridad pretende hacer de éste un caso con “olvidos” y “problemas de calendario”, cuando en realidad da cuenta de lo sucio que se procede cuando de por medio está el dinero público, la salud financiera de uno de los principales grupos constructores del país y las perversas relaciones que la familia Gutiérrez Cortina (cliente frecuenta del Fobaproa) mantiene con quienes estén en el poder.
Si en tres años, tres meses y 15 días la constructora Gutsa, presidida por Juan Diego Gutiérrez Cortina, apenas avanzó una tercera parte de la obra comprometida con el gobierno (“rehabilitación” de un tramo de la Autopista del Sol), la autoridad federal (la Secretaría de la Función Pública y Caminos y Puentes Federales, en este caso) tardó los mismos mil 200 días en “darse cuenta” del espeluznante “retraso” que reportaba la constructora y en registrar que al consorcio privado se le seguía pagando, amén que éste exigía más dinero.
De nueva cuenta surge la tétrica historia de la Autopista del Sol, asociada al negro expediente de Juan Diego Gutiérrez Cortina, un experto en eso de “regresar” empresas privatizadas por él adquiridas (total o parcialmente) para que el erario las “rescate”, como sucedió con Aeroméxico (reestatizada vía Fobaproa, para luego reprivatizarla) y Multibanco Comermex (ídem, para proceder con su extranjerización), más los “regalos” que en forma de créditos insolutos envió a la panza del Fobaproa (cuando menos cerca de 150 millones de pesos obtenidos en Banamex, ahora Citigroup, y alrededor de 40 millones en Bital, hoy HSBC), y el cuento de terror protagonizado por él, Guillermo Ortiz y Francisco Gil Díaz en torno al Hotel de México, ahora simplemente World Trade Center.
Resulta que en mayo de 2003 Capufe y Gutsa formalizaron dos contratos para “rehabilitar” 60 kilómetros de la Autopista del Sol. El organismo público se obligaba a pagar poco más de 335 millones de pesos por los trabajos y la constructora a concluirlos en un plazo no mayor a 270 días. El compromiso fue finiquitar dicha “rehabilitación” en febrero de 2004. Hasta allí los acuerdos igual de firmados que de incumplidos, pero Caminos y Puentes Federales dejó transcurrir mil 200 días para “darse cuenta” que la empresa registraba igual tiempo de retraso en la obra pactada, aunque seguía cobrando, porque “a todos nos interesa que la Autopista del Sol esté funcionando a plenitud” (Gutiérrez Cortina dixit).
Sólo hasta junio del presente año Capufe “se dio cuenta” que Gutsa no sólo incumplió los contratos en tiempo (mil 200 días) y forma (sólo 30 por ciento de la obra concluida), sino que del propio organismo público recibió “pagos extraordinarios” (100 millones de pesos) por “horas muertas” derivadas de “condiciones imprevisibles” en la Autopista del Sol, de tal suerte que los rescindió. Mientras eso sucedía, Juan Diego Gutiérrez Cortina aparecía como uno de los “mecenas” del autodenominado “Centro de Estudios, Biblioteca y Museo Vicente Fox”, cuyo propietario, como inquilino de Los Pinos, fue magnánimo con este empresario, como lo es ahora la “continuidad”. Dicho sea de paso, también fue benefactor de Vamos México, de Martita Corleone.
Pues bien, independientemente de que el erario fue quien concluyó las citadas obras de “rehabilitación” (sin que a Gutiérrez Cortina le exigieran nada), transcurrieron alrededor de seis meses (junio a la segunda semana de diciembre de 2007) para que la Secretaría de la Función Pública sacara su espada de plástico para “actuar en contra” de Gutsa. Le llaman “castigo” a un año de “sanción” que impide a la empresa celebrar contrato alguno con la administración pública federal, sin que sea obligada a regresar lo que cobró en la “rehabilitación” de la Autopista del Sol, ni a enfrentar un proceso penal por fraude a la nación. Mientras eso sucedía, Juan Diego Gutiérrez Cortina contribuía al Teletón con un generoso cheque, siendo su testigo el actual inquilino de Los Pinos.
¿Será casualidad? La pregunta vale, porque la misma Secretaría de la Función Pública sancionó (sin comillas) a siete ex funcionarios de Capufe “por daños al erario” relacionados con la Autopista del Sol y las “obras” de Gutsa en ella. Al director de Caminos y Puentes Federales en el sexenio de Fox, Manuel Zubiría Maqueo, le aplicaron una sanción económica superior a 42 millones de pesos, al tiempo que fue inhabilitado del ejercicio público por 11 años. Igual dosis económica le administraron a Manuel José Castellanos Cervera, ex director jurídico del organismo, aunque la inhabilitación se amplió a 15 años.
A Gutsa y Juan Diego Gutiérrez Cortina un año, sin sanción económica. Deberían emparejarlos con la dosis de los ex funcionarios, pero Zubiría Maqueo y compañía no reparten cheques al Centro Fox, ni al Teletón, con el inquilino de Los Pinos como testigo.
Pero no se preocupen, que Luis Téllez dice que la Autopista del Sol “ya se rehabilitó”, cuando lo que se requiere es reconstruirla.
Las rebanadas del pastel
Sigue el discurso gubernamental de “máximos históricos” en materia de empleo, cuando es sabido que en el primer año de la “continuidad” la tasa de desocupación abierta creció más de medio punto porcentual. Lo cierto es que en los últimos 13 años sólo 5 millones de empleos formales se han creado, ante una demanda real que se aproxima a 16 millones de plazas en ese lapso. La diferencia se encuentra en el desempleo, la informalidad y la migración hacia el norte, ésa sí histórica.
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