Stella Calloni (Corresponsal)
Simpatizantes de Cristina Fernández colmaron ayer la Avendida de Mayo, en Buenos Aires, durante la ceremonia de toma de posesión de la primera presidenta del país electa por voto popular Foto: Reuters
Buenos Aires, 10 de diciembre. Cristina Fernández de Kirchner asumió hoy como la primera presidenta de Argentina electa por voto popular y en su primer discurso ante la Asamblea Legislativa se declaró en favor de la reconstrucción de la multilateralidad “en un mundo inseguro e injusto”, advirtió sobre la gravedad de la violación global de los derechos humanos en nombre del combate el terrorismo y ratificó el rumbo de su país hacia la integración con el resto de América Latina.
“Hemos vivido los argentinos los ataques del terrorismo global, pero la lucha en la que estamos comprometidos no nos debe llevar a justificar, por temor al terror global, la violación global de los derechos humanos”, dijo la flamante mandataria.
Fernández recibió la banda presidencial y el bastón de mando –en este caso, especialmente diseñado para una mujer– de manos de su esposo, el mandatario saliente Néstor Kirchner.
En su discurso ante la Asamblea Legislativa –seguido por miles de personas que estaban esperándola en la Plaza de los dos Congresos– recordó las difíciles condiciones en que asumió su esposo en 2003, destacó los avances escuetamente y prometió “corregir lo que haya que corregir”.
“En tiempos de la posmodernidad, usted es un presidente de la modernidad –dijo a su esposo– y yo también. Creemos firmemente en los proyectos políticos y en superar las individualidades. Nunca he creído en los triunfos personales y particulares”, dijo la mandataria.
Fernández destacó la importancia de trabajar por “el pueblo y la nación”, y dijo que aunque en estos tiempos de globalización parecen conceptos extraños, es necesario reconocer que todos los países importantes, para llegar a serlo, asumieron “la defensa irrestricta de sus propios intereses”.
“La sociedad convalidó una construcción política, económica y social” en las elecciones presidenciales pasadas, dijo la presidenta al destacar que en Argentina no habrá una victoria política definitiva, mientras haya “un solo pobre” en el país.
Destacó que la administración de su marido logró recuperar el equilibrio constitucional, librarse de las imposiciones del Fondo Monetario Internacional y de la presión permanente de los organismos multilaterales, restituyendo la política como argumento válido.
“Fue desde la política que por primera vez se comenzó a gobernar sin déficit fiscal, y desendeudamientos para tener un modelo de acumulación con autonomía razonable. El ejecutivo y el legislativo saldamos una deuda con la sociedad para que existiera una Corte Suprema que no nos avergonzara. Ahora falta la reforma del resto del sistema judicial”, afirmó.
“Hemos recorrido un largo camino para profundizar la democracia sin adjetivaciones ni agravios con memoria histórica, legitimando propuestas viables”, sostuvo la mandataria, quien recordó que el anterior gobierno derribó un muro de la impunidad al acabar con las leyes de Obediencia Debida, Punto Final e indultos.
Ahora es necesario iniciar los juicios que han demorado más de 30 años, señaló la presidenta, mientras que circulaba la noticia sobre la muerte de uno de los represores de los años 70 y 80, el ex prefecto naval de la Marina, Héctor Febres, quien estaba bajo proceso por el robo de bebés de mujeres presas en instalaciones militares.
Al referirse a los derechos humanos, Fernández, emocionada y con la voz quebrada, hizo un reconocimiento a las abuelas, madres y familiares de víctimas de violación de los derechos humanos, quienes estaban en el recinto y fueron ovacionadas.
Tras las amargas referencias al pasado de los militares de la dictadura, la mandataria abrió un camino a las fuerzas armadas “para que alguna vez podamos separar la paja del trigo”. Otro punto alto del discurso fue la referencia al modelo económico y al llamado “pacto social”. Dejó en claro que en el debate al respecto es “un acuerdo de precios y salarios. Yo no he venido a ser presidenta para ser gendarme de la rentabilidad de los empresarios y tampoco para convertirme en parte de una interna sindical o política”, manifestó.
“Siempre hay que cambiar las cosas que se han hecho mal, tratando de profundizar las que se han hecho bien”, continuó la presidenta, quien recordó que ella y su esposo estudiaron en escuelas públicas. Es necesario, agregó, “un esfuerzo mayor en el tema de la educación, no sólo con más financiamiento, sino también con un compromiso de docentes, familiares y la sociedad toda, para rescatar lo perdido en décadas pasadas”.
Fernández ratificó el rumbo de Argentina hacia la integración latinoamericana al referirse al acto de fundación del Banco del Sur, lo que dio motivo para que hablara del apoyo del presidente venezolano Hugo Chávez, a quien describió como “un militar patriota”.
Destacó a todos y cada uno de los cinco presidentes de Brasil, Ecuador, Paraguay, Bolivia y Venezuela, que llegaron a la ceremonia fundacional del Banco del Sur, al que visualizó como un instrumento de América Latina.
La jefa de Estado reiteró la postura de Buenos Aires en favor de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, a las que mencionó como un “enclave colonial” de Gran Bretaña en América del Sur.
Promete no profundizar las diferencias con Uruguay
Y no dejó fuera otro tema urticante. Después de agradecer al presidente de Uruguay Tabaré Vázquez su presencia en la ceremonia de toma de posesión y señalar que en su gestión no habrá un solo gesto que profundice diferencias entre ambos países, Fernández abordó el tema de las papeleras uruguayas y sus eventuales efectos contaminantes. “Este conflicto no es imputable a nosotros”, afirmó, y por eso está en manos de la Corte Internacional de La Haya.
“Esto no es ahondar el conflicto, sino darle gobernabilidad jurídica e internacional”, puntualizó.
Fernández se sumó a la solicitud de colaboración para la liberación en Colombia de Ingrid Bentancourt, y pidió que “Dios ilumine al presidente Álvaro Uribe” para lograr que termine el cautiverio de la política colombiana, que también tiene la nacionlaidad francesa, secuestrada en 2002.
Al finalizar, señaló que es posible que le cueste más gobernar por ser mujer, pero aclaró “tener la fuerza para poder hacerlo”. Los dos ejemplos que eligió para esto fueron especiales: Eva Perón y las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Fue uno de los momentos más emotivos y la oportunidad para aplaudir y rendir tributo a las luchadoras por los derechos humanos.
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