Ricardo Andrade Jardí
Durante la campaña electoral "se vendió" o, para decirlo en los términos coloquiales del cardenal Norberto Rivera, "se ofreció" como el "Presidente del empleo" e inmediatamente después de negarse a recontar los votos que, ya su cuñado y Ugalde, alumno destacado de la maestra Gordillo, habían contado y una vez usurpado el puesto en disputa, nos hizo saber, lavándose las manos, que la generación de empleos correspondía a los empresarios y no a su ilegitimo desgobierno, pero, no le bastó con eso; después nos hizo saber, lavándose las manos -de nuevo--, que el combate a la delincuencia era una tarea de los ciudadanos y no de su desgobierno y, por si fuera poco, luego siguió lavándose las manos, para informarnos que el combate a la pobreza era un asunto de todos los sectores y que la ciudadanía debía hacerse responsable del asunto y ahora, son sus secretarios de desgobierno los que nos informan que, en el asunto del TLC vs. campo, la estrategia es responsabilidad de todos y que depende de los ciudadanos que el campo no termine de irse al caño.
En fin, este es el usurpado país del desgobierno de las manos limpias, pero limpias de toda responsabilidad social, porque el usurpador Fecal, como Lady Macbeth, se lava obsesivamente las manos para intentar desmanchar el rastro de la usurpación que lo supone "gobierno", pero la culpa de la ilegitimidad que no se borra y la obsesión del usurpador se convierte cada día en la obscenidad dictatorial de quienes, ante la carencia de la razón, se ven obligados, no sin cierto grado de placer, a recurrir a la violencia del estado para justificar su decadencia. La gran diferencia entre Lady Macbeth y Fecal, además del genero, es la vocación trágica. El legendario personaje de Shakespeare es, desde la ficción, una protagonista extraordinaria, es un tratado patológico de la obsesión por el poder a cualquier costo y de la destrucción de la moral y la ética ante esa obsesión, Lady Macbeth, junto con su manipulado esposo Macbeth, ultiman el sueño, cuando con sus actos asesinos usurpan el poder.
Fecal , en cambio, es una mala caricatura que no alcanza ni siquiera el tono de comedia ligera, no es producto de sus actos, menos aún de su voluntad que, en realidad, no la tiene o, cuando menos, a ninguno de sus "aliados" le importa. Fecal es, más bien, la cara visible de los actos de otros que son, en realidad, los que ostentan y luchan por el control del poder. Fecal es, más bien, un títere manipulado que un titiritero, es un personaje enajenado que gusta de disfrazarse según la ocasión, como un niño pequeño que se pone el vestuario de sus padres para sentirse mayor por un momento, y los adultos cercanos perversos que son, alientan el juego infantil del usurpador para contentar los caprichos del pequeño caballerito que juega a ser "presidente", mientras los adultos impunes se burlan corruptamente de la voluntad de un pueblo que se permite ser desgobernado por un usurpador menor de edad, que tiene, como producto de la globalización, una testarudez por los juegos beligerantes y castrenses y, al mismo tiempo, una culpa que lo obliga a quererse lavar las manos de toda responsabilidad, en los segundos de claridad, en los que se sabe, lo único que en realidad es: un incapaz e ilegitimo desgobernante manipulado por los intereses de la trasnacional "Democracia Corporation S.A."
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