Alberto Híjar
Para los militantes de las Fuerzas de Liberación Nacional, extintas a raíz del desprendimiento del EZLN en 1994, el 14 de febrero es todo lo contrario al amor y la amistad. En 1974, después de la tortura a la que fueron sometidos los habitantes de una casa de seguridad en Monterrey, fueron secuestrados de manera violenta los colaboradores con trabajo legal, para ser trasladados en el piso de automóviles y camiones a una cárcel clandestina de la Federal de Seguridad. De ahí el ataque militar a la casa en Nepantla donde luego de seis horas de balazos y con proyectiles de granadas y morteros, fueron masacrados cinco militantes. 17 detenidos, informó la nota oficial, sin contar la incursión en el Rancho El Diamante de Ocosingo donde fueron masacrados el dirigente principal César Germán Yáñez, Elisa Irina Sáenz, hermana del sobreviviente Mario y otros militantes. Los cuerpos no fueron entregados. Raúl Prieto conocido más como Nikito Nipongo, escribió en Excélsior sobre la negativa a entregar el cuerpo de 18 años de Dení Prieto, a diferencia de la dictadura de Franco en España donde el último ejecutado a garrote vil, Salvador Puig Antuich tuvo un funeral honroso. En el ataque de Nepantla del 14 de febrero, aparecieron datos suficientes de Alberto Híjar como para sacarlo a patadas y culatazos con armas largas de su casa y desaparecerlo en la casa de seguridad que aún existe tal cual con su gran antena en la Circular Morelia entre avenida Chapultepec y Puebla en el Distrito Federal. La pequeña placa de identificación del lugar informa que ahí se controlan los cuerpos de seguridad privada, negocio de Miguel Nazar y su hijo del mismo nombre, que pudieran seguir despachando en el lugar de sus fechorías. En noche de gatos en celo y cuando ya no recibía tortura, Híjar pudo asomarse a través de una persiana mientras conversaba con su custodio, para identificar el lugar. Pequeño triunfo en medio de la adversidad extrema.
Hasta el 22 de febrero y con la foto de un arsenal con mediana dotación de armas y tiros, apareció la noticia oficial con las imágenes de los deteriorados desaparecidos aparecidos y sus fichas curriculares. Por la gran movilización universitaria, desde la Ibero hasta la UNAM, la de Puebla, la Escuela de Restauración y la de Antropología del INAH, el recién creado fideicomiso Siqueiros al que Híjar contribuyó a organizar, el también funcionario medio de la Secretaría del Trabajo fue acusado de conspiración lo cual le dio derecho a libertad bajo fianza para ser beneficiado en 1977 con un desistimiento de cargos favorable para casi un centenar de presos políticos.
La boleta de libertad absoluta exagera porque el daño físico y mental no se liquida con la excarcelación. Las dos rodillas con una fuerte infección profunda resultante de lavar a rodilla todo Lecumberri, entre cubetadas de agua helada, toletazos y otros golpes, la herida en el brazo izquierdo, los golpes en el tórax recibidos en la tortura, tardaron meses en sanar. Sin dejar huella aparente, el asfixiante capuchón negro de plástico que hace perder la ubicación espacio-temporal, las manos amarradas, el maltrato constante para vencer cualquier resistencia y convencer al sediento torturado de su nulo valor como persona, dejan una marca indeleble hasta el punto de que los especialistas precisan en el Protocolo de Estambul, las pruebas para detectar el daño psicológico profundo y proceder a su cura. Sorprende que los pueblos victimados por dictaduras feroces en Sudamérica, cuenten con centro de atención de estos daños y en México no haya nada semejante. Las Madres de la Plaza de Mayo nacieron como organización a partir de reuniones donde compartieron dolores y agravios.
La traición de Zedillo en 1995 fue en la víspera del 14 de febrero cuando pese al diálogo y negociación para instrumentar los Acuerdos de San Andrés Sacamchen, el infame presidente desconoció todo y optó por la violencia. Empezó el 9 con el despliegue en todos los noticieros de televisión del rostro de un tal Rafael Guillén sobrepuesto al pasamontañas del Subcomandante Marcos. Una lista de cómplices fue leída como prueba de eficacia policíaca. Las comparecencias obligadas a la Procuraduría General de la República cuidaron las formas con órdenes de presentación, identificación de los agentes y traslado comedido de los presuntos implicados. Esto dio tiempo a los abogados para asistir a algunos de los presentados y fue posible activar las redes de alerta máxima de modo de dar lugar a una manifestación en la puerta de la Procuraduría a la que llegó el diputado Manuel Marcue Pardiñas, preso político en 1968, que metió a una comisión para increpar al señor Procurador, mientras en el edificio vecino comparecía Alberto Híjar asistido por su abogado. Declaró lo mismo que había publicado el periódico El Día agradeciendo el honor de ser involucrado con el EZLN, pero negó su pertenencia y recordó los hechos de 1974 como cosa juzgada. El recorrido de regreso a casa fue terrible por la escolta no deseada y el cierre de la calle del domicilio, hasta el punto de desatar el pesimismo de los abogados, uno de los cuales propuso sacar del país al interrogado. El otra vez perseguido relajó la tensión al asegurar su carencia de vocación de exiliado político. Había que recordar la política de Echeverría de acoger generosamente a perseguidos argentinos y chilenos para ocultar su brutalidad con los mexicanos rebeldes y lograr el desinterés de otros países por los mexicanos en desgracia.
Pasó un incidente curioso. Los dos agentes encargados de llevar a Híjar a la Procu, permitieron que viajara en el auto manejado por su yerno, un muchachón de aspecto deportivo, finos lentes de sol, celular y radio abiertos a la comunicación del desarrollo de las obras que supervisaba. Extrañamente, se le permitió subir hasta el piso donde hubo que esperar con el consiguiente nerviosismo de los dos agentes. El muchachón informaba por radio y teléfono de la situación, hasta que llegó un hombrón de traje y corbata de casi dos metros de altura, quien lo tomó del brazo para conducirlo por un pasillo ante la estupefacción aterrada del presentado, seguro de una desaparición más. Minutos después vio regresar al hombrón y al mocetón en amigable plática. El presentado recibió entre risas contenidas, el informe sobre la preocupación comunicada por el hombrón del traje quien le dijo al yerno: “por favorcito comandante calme usted a sus hombres que están muy nerviosos y amenazan con retirarse sin entregar al presentado”.
“Todos somos Marcos” gritaban afuera de la Procu decenas de encapuchados hasta hacer del desenmascaramiento del Sub una maniobra inútil hasta la fecha. El terrorismo de Estado fue vencido. Lástima que para otros muchos casos ni entonces ni ahora ocurra algo semejante. De ahí la responsabilidad de quienes somos sobrevivientes de los crímenes de Estado para oponerse a ellos.
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