sábado, febrero 16, 2008

Es Keynes, estúpidos y no la mano invisible

Alvaro Cepeda Neri

A tontas y locas se repite la expresión: “¡Es la economía, estúpido!”. Se la cuelgan al que se les ocurre, incluyendo a Bill Clinton. Su autor es James Carville, asesor y estratega de Clinton cuando éste preparaba su campaña electoral para derrotar al primer Bush. Carville es economista y coordinaba a esos profesionistas. “La famosa máxima: It’s the economy, estupid, acuñada por los economistas para replicar a los políticos republicanos que no percibían las claves de la crisis de los noventa”, escribió Manuel Balbé, en una colaboración periodística.
Se trataba de la política económica pública, es decir, la inversión directa del gobierno, el gasto social y el rescate del Estado de Bienestar, si se quiere, como en el caso mexicano (con una derecha en el poder que ha de traicionar su fobia al intervencionismo en el mercado) reactivar la economía en general y arrastrar, tras de sí, la inversión privada. No hay otra manera de paliar la presión de la desaceleración-recesión estadounidense y el estancamiento nativo con inflación reptante. Y el desmantelamiento de las conquistas sociales del salinismo al foxismo.
La expresión: “la mano invisible” es una hipótesis metafísica que puso en circulación el padre fundador de la teoría y práctica económicas: Adam Smith, en sus textos: Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones y en La teoría de los sentimientos morales. Expresión usada para resolver el problema de que había una supuesta “ley de la oferta y la demanda” que ajustaba producción y consumo en el “libre mercado”. Lo que Keynes hizo volar por los aires, en su memorable ensayo de 1926: El final del laissez-faire (dejad hacer, dejad pasar).
Los calderonistas han empezado a dejar sus prejuicios conservadores y antiliberales, acosados por la doble embestida (la crisis interna y externa) y sus pronunciamientos y acciones apuntan a intervenir en el mercado con obras públicas (carreteras, aeropuertos, control de precios, negociar conflictos laborales, subsidiar a la agricultura, créditos para vivienda, etc.). Es la política económica pública... ¡estúpidos! No hay tiempo para actuar o el desempleo será masivo por los despidos.
Y es que no hay ninguna “mano invisible”. Es una mentira platónica. Ni es cierto lo del “mercado libre”, cuando todo mercado es una estructura de disposiciones jurídicas, para que los consumidores y productores tengan un marco para transacciones comerciales, reguladas por el Estado. Y no se debe dejar en manos de los hombres de presa (que se hacen llamar hombres de empresa) la política económica, ya que ellos sólo ven por sus intereses y dejan de lado los sociales. Estos –según Keynes– “son marinos de buen tiempo y en cuanto estalla la tormenta abandonan el barco”. Para activar la economía pública y privada, solamente con una Agenda Keynesiana, cuyo factor común es la intervención gubernamental, con inversión, gasto social y regulaciones, para resolver el estancamiento económico interno y la baja drástica de las exportaciones (salvo el petróleo).

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