Fredy Muñoz Altamiranda
Fedecámaras es el colectivo de empresarios, comerciantes, productores e intermediarios privados más grande de Venezuela. Según palabras de su actual presidente, José Manuel González, sus afiliados abastecen el 80 por ciento de los alimentos, bienes y servicios que consume ese país. El presidente Hugo Chávez, por su parte, los ha acusado públicamente de ser los causantes de una aparente escasez de alimentos, que impacta sensiblemente el ánimo de los venezolanos. Fedecámaras lo niega y responsabiliza al Gobierno Bolivariano de causar la carencia con los controles de precios y de cambio de divisa extranjera.
Pero si Fedecámaras abastece en un 80 por ciento a Venezuela, como lo ha dicho González, y asumimos que el Gobierno lo hace en un 20 por ciento, ¿Quién está en mayor capacidad de lograr la desaparición masiva de alimentos de las estanterías en los supermercados? Por supuesto que quien más produce, vende, trafica y almacena; es decir Fedecámaras.
Los funcionarios de esta agremiación no se dieron cuenta, al proclamarse públicamente como el mayor colectivo oligopólico del país, que sus propios números los acusarían directamente; y con soberbia además, le han dicho al presidente que son la solución a un problema originado por ellos mismos, y utilizado como argumento político para desdeñar públicamente, dentro y fuera de Venezuela, de las medidas económicas socialistas que avanzan en el 2008 con una fuerza inusitada, producto del susto electoral sufrido por el oficialismo en diciembre pasado.
Pero además, la pretendida escasez sobre la que cabalgan hoy los argumentos políticos de buena parte de la oposición, tiene como escenario las tiendas de cadena y los automercados, que en condiciones normales son abastecidos por los asociados de Fedecámaras.
En los barrios de las capitales venezolanas, un ejército de cooperativas distribuidoras expende, a precios populares, leche, azúcar, carne, pollo, arroz y otros alimentos básicos, importados de urgencia por el Gobierno, para enfrentar las llamadas “matrices de opinión” que la oposición conservadora crea en sus propios medios de comunicación, con el fin de restarle puntos a la popularidad y gestión de Hugo Chávez, y abonar terreno electoral para las elecciones de alcaldes y gobernadores de noviembre próximo.
Pero lejos de causarle daño a las políticas económicas populares del Gobierno, Fedecámaras ha logrado que hoy, misiones como la de alimentación, “Mercal”, materializada en más de tres mil puntos de expendio de alimentos a precios solidarios, es decir, sin las cargas del intermediario ocioso, estén afinando su trabajo y logren lo que en nueve años de Revolución ha sido tan esquivo: una relación directa con los productores agropecuarios socialistas, a los cuales Chávez no ha dejado de atender cada semana, en su tradicional programa “Aló Presidente”, desde que comenzó el 2008.
Los mercales tienen además un complemento que los motiva en competencia: la nueva “PDVAL”, una empresa financiada por la estatal de petróleos PDVSA, destinada a crear las condiciones de producción y distribución de alimentos en forma rápida, y que ha sido un verdadero “gancho al hígado” a las pretensiones de la oposición de convertir el desánimo y el hambre, en votos contra Chávez.
Pero esta escasez artificial no ha sido el único error de Fedecámaras en la carrera de la oposición, por lograr los votos del venezolano incauto. El mismo presidente de la agremiación, José Manuel González, le ha pedido al presidente Chávez “abrir la economía”, pretendiendo dar la idea de una economía cerrada, monopolizada por el Estado y sometida a fuertes controles.
Si en algún momento al Presidente Chávez se le ocurriera abrirle los espacios comerciales, a titanes de la distribución mundial de alimentos y bienes como la “Carrefour”, de Francia, o la “Jumbo” de Chile, para citar sólo dos, estoy seguro de que en toda Venezuela, al término de un mes, no quedaría uno sólo de los pésimos supermercados “Cada”, “Central Madeirense”, o “Excelsior Gamma”, cofrades de Fedecámaras; que sucumbirían, como torres de naipes ante la arrolladora fuerza del verdadero, y eficientemente organizado, capital monopolístico transnacional.
Las experiencias de Colombia y Chile son suficientes ejemplos de cómo desaparecieron castas centenarias de comerciantes, algunos de ellos muy apreciados y dignos como la familia Carulla de Bogotá, con el ritmo y la voracidad demencial del capital transnacional.
Estos comerciantes venezolanos aún no se han dado cuenta de que el mejor negocio que podrían hacer en sus vidas, es el comercio justo con sentido nacionalista, que los blindaría de una ruina segura, en caso de que ocurriera la improbable “apertura” que piden.
La madrugada del pasado domingo 24 de febrero una extraña explosión ocurrió en la sede principal de Fedecámaras en Caracas. El único muerto resultó ser la misma persona que habría colocado el explosivo. Las autoridades que llegaron primero al sitio del atentado fueron agentes de la Policía del municipio de “Chacao”, opuesto al Gobierno Bolivariano, quienes según las autoridades nacionales, incurrieron en graves violaciones de la escena del crimen, pues por ser una “policía administrativa” sólo debían acordonar el sitio y esperar a expertos técnicos forenses y criminalistas, para que recolectaran todo lo que podría aclarar lo sucedido.
La Policía de Chacao dice haber encontrado, junto al muerto, una credencial que lo relaciona con la Policía Metropolitana de Caracas, afecta al Gobierno, un radio de comunicaciones, y un comunicado de un pretendido grupo guerrillero llamado “Venceremos” en el que se hacen fuertes críticas a la posición política de Fedecámaras.
Para el periodista Mario Silva, conductor del programa “La hojilla”, que cuestiona fuertemente las manipulaciones mediáticas y de opinión de la oposición venezolana, resulta extraño que el cuerpo de la única víctima registre “quemaduras en el 70 por ciento del cuerpo” como dice el informe de la Policía de Chacao, y los elementos que dicen que portaba: radio, credencial y comunicado, se encuentren en perfectas condiciones.
El Ministro del Interior venezolano, Ramón Rodríguez Chacín, en una calmada rueda de prensa ha dicho: “Hemos identificado a los responsables del atentado y a sus autores intelectuales”, y advirtió que no revelará los nombres, por ahora, porque espera el resultado de otras investigaciones que redondearían las causas de los últimos cuatro atentados con bombas ocurridos en Caracas. “Cometieron los errores que pensamos que cometerían” ha dicho Chacín, dejando ver que hay un complot, que involucra a la oposición, en toda esta inusitada ola violenta.
Ola en la que se mueve, con mucha fragilidad, Fedecámaras, cuyo presidente en el año 2002, luego del golpe dado al Gobierno de Hugo Chávez, se autoproclamó presidente de Venezuela, y en un discurso de nueve minutos disolvió todos los poderes públicos, cargos administrativos y de elección popular del país. Es Pedro Carmona Estanga, y hoy con sorna los venezolanos le llaman: “Carmona el Breve”, porque su salto de Fedecámaras, a la presidencia ilegal no duró 24 horas.
Fedecámaras en Venezuela = Consejo Coordinador Empresarial (CCE) en México, la misma clase de sátrapas, bandidos y vulgares aves de rapiña en contra del pueblo.
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