martes, marzo 18, 2008
A 70 años de la expropiación petrolera: defender la soberanía y el futuro de la nación.
Julio Pimentel Ramírez
Este 18 de marzo, al cumplirse 70 años de la expropiación petrolera, el país se adentra en momentos cruciales en el que se define si se profundiza y concluye el proceso de privatización de los recursos energéticos del país o se decide por conservar en manos del Estado la riqueza del subsuelo, su exploración, extracción y transformación (no hay que olvidar que se ha relegado la refinación de crudo y que en forma soterrada e ilegal se privatiza parte de las actividades de PEMEX a través de los PIDIREGAS), para entrar en un proceso de modernización de la industria petrolera sin ceder soberanía.
Es conveniente recordar, aunque sea en forma puntual, los hechos que llevaron al general Lázaro Cárdenas del Río a decretar en 1938 la Expropiación Petrolera, pues el pueblo que carece de memoria histórica está condenado a repetir hechos de un pasado en el que los mexicanos no decidían sobre los recursos naturales del país.
En 1901, Porfirio Díaz expide una Ley Petrolera que entregó a empresas extranjeras la explotación del llamado oro negro, que en ese entonces se encontraba en tierra firme a poca profundidad. El constituyente de 1917 claramente fijó las reglas del juego, pero debieron transcurrir ocho años para que, en diciembre de 1925, el entonces presidente Plutarco Elías Calles emitiera la ley reglamentaria del artículo 27 constitucional, cuyo contenido irónicamente violaba las reglas de aquel constituyente.
En 1924, tras varios fallidos intentos de huelga reprimidos y disueltos por el Ejército, se emplazó a huelga en Tampico contra la refinería inglesa "El Águila", en la cual los trabajadores resultaron triunfantes al lograr que la empresa reconociese al sindicato y se concertase la firma de un contrato colectivo de trabajo.
El 16 de agosto de 1935 se constituyó el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana y una de sus primeras acciones fue la redacción de un proyecto de contrato en el que se solicitaba una jornada de 40 horas y el pago del salario completo en caso de enfermedad y que pretendía sustituir los distintos contratos colectivos que regían las relaciones laborales en las compañías petroleras, a las que se les envió.
El 3 de noviembre de 1937 se les exigió la firma del contrato colectivo y el 17 de mayo el sindicato emplazó a huelga en caso de no cumplir tal demanda. En los primeros días de junio el sindicato demandó a las compañías petroleras ante la Junta General de Conciliación y Arbitraje. Dicha huelga finalmente estalló el 31 de mayo y se levantó el 9 de junio.
La lucha de los trabajadores petroleros fue bien vista por el Presidente y la población, a pesar de los problemas causados por la escasez de petróleo.
En el mes de julio, por indicaciones de la Junta General de Conciliación y Arbitraje, se integró una Comisión de expertos para que investigaran la situación financiera de las compañías petroleras, concluyendo que las ganancias obtenidas por éstas, permitían fácilmente cubrir las demandas de los trabajadores.
Pero para el 8 de diciembre se realizó otro paro de labores al no tener respuesta de la Junta de Conciliación. Para el 18 de diciembre de 1937, la junta dio el fallo en favor del sindicato mediante un laudo en el cual se pidió a las compañías el cumplimiento de las peticiones y el pago de 26 millones de pesos en salarios caídos. Las compañías petroleras interpusieron una demanda de amparo el 2 de enero de 1938 ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que les negó el amparo.
Como consecuencia, las compañías extranjeras se declararon en plena rebeldía y, en respuesta, la máxima Autoridad Judicial emitió su fallo el 1 de marzo, señalando que el tiempo límite para que las empresas pagaran los 26 millones de pesos el 7 de marzo.
El 18 de marzo de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas anuncia en cadena radiofónica la decisión de expropiar la industria petrolera. Esa era la respuesta a la negativa de las compañías extranjeras a someterse al imperio de las leyes mexicanas, luego de un largo conflicto con los trabajadores.
De inmediato, la ciudadanía comprendió el alcance de la medida y se lanzo a darle su apoyo al mandatario. Los actos de masas se repitieron por todo el país, la mayor de ellas el 23 de marzo en el zócalo de la Ciudad de México, y en las semanas siguientes hubo muestras conmovedoras de solidaridad y desprendimiento popular. La cooperación para el pago de la deuda alcanzó a todos los sectores, subrayando el sentimiento general: México daba un paso de gigante en la afirmación de su soberanía.
Este día, en el corazón de la República, el Movimiento en Defensa del Petróleo reivindica su disposición de reeditar las páginas de dignidad escritas por el pueblo de México en 1938 y no ceder en su lucha en defensa de los recursos propiedad de la Nación.
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