Los barones del capital quieren sus países
El presidente de Bolivia, Evo Morales, quien enfrenta la posibilidad de secesión de una parte de su país. Foto: Ap
Al gran capital latinoamericano ya no le resulta suficiente contar con sus propios gobiernos gerenciales; ahora exige tener sus propios “países”. Por ello, muy atentos están los barones regionales, no sin la complicidad estadunidense, en el desarrollo de los acontecimientos en Bolivia, país del que pretenden hacer su laboratorio secesionista para futuros experimentos en América Latina que procuren “autonomía”, “independencia” y posterior nacimiento de “repúblicas independientes” en los estados, departamentos o provincias “liberadas”, es decir, las más ricas en recursos naturales, especialmente hidrocarburíferos.
Nada nuevo bajo el sol, porque el anterior no es más que la repetición del modelo texano, aquel que los gringos aplicaron en el México del siglo XIX: primero la “independencia” y la “república” (1836), más adelante la “anexión” –una estrella adicional a la bandera– a Estados Unidos (1845) e inmediatamente después la invasión estadunidense a México (1846-1848), mediante la cual el país “perdió” la mitad de su territorio.
Ciento sesenta años después de aquel despojo, los barones bolivianos lo toman como ejemplo a seguir y atizan la hoguera secesionista en uno de los departamentos más ricos de ese empobrecido país, Santa Cruz (más del 30 por ciento del PIB nacional y alrededor de 50 por ciento de la oferta agrícola, amén de contar con enormes yacimientos de hierro y manganeso), mediante la promoción de un “referéndum” (abiertamente inconstitucional como está planteado) en pos del “estatuto autonómico” que se efectuaría el próximo 4 de mayo.
Hay más intentonas separatistas de la gran burguesía boliviana, porque idénticos “ejercicios” se han calendarizado para junio en los departamentos de Tarija (la mayor riqueza gasífera), Beni y Pando (ricos en productos agrícolas y forestales), los que, junto con Santa Cruz (los cuatro conforman la llamada “media luna”, porque circundan de norte a sur al país, y significan 44 por ciento de las entidades en las que se divide el país), representan cerca de 65 por ciento del PIB boliviano y constituirían la “segunda república” (según dicho de los promotores del “referéndum”, que arropan la larga mano de la Casa Blanca en esta operación), es decir, la que privatizaría las ganancias, dejando las pérdidas para la “primera república”, la de Evo.
Con el “referéndum” secesionista, los barones bolivianos pretenden, entre otros objetivos, excluir al gobierno de Evo Morales “de la administración de la industria de los hidrocarburos, porque en materia de recursos naturales no renovables, así como en otras 11, corresponde al gobierno departamental la potestad de desarrollo legislativo, la potestad reglamentaria y la función ejecutiva”, crear la “ciudadanía cruceña” y declararse “con orgullo, mayoritariamente mestizos”, en un país con mayoría indígena absoluta.
Las cabezas visibles del “movimiento de independencia” son, entre otros, Rubén Costas, gobernador de Santa Cruz, ligado con los grandes terratenientes de la región, secundado por los de los otros tres departamentos de la “media luna”; Branko Marinkovic Jovicevic (por cierto, graduado de la Universidad de Texas), uno de los multimillonarios cruceños, hijo de un secesionista yugoslavo y presidente del Comité Cívico pro Santa Cruz, autor de frase como la siguiente: “se acerca la guerra, y que sepan las madres cruceñas que vamos a derramar la sangre de sus hijos de manera responsable”, y el presidente del Senado del país sudamericano Óscar Ortiz. Esas son algunas testas que se ven en público, pero las importantes operan tras bambalinas.
En este contexto, disfrazado de legislador, este último personaje está en México, pero su verdadera intención es, como integrante del movimiento secesionista, procurar apoyos del gobierno calderonista para tal fin. Dicho disfraz rindió frutos, porque Óscar Ortiz hoy será recibido por la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, quien ya había ofrecido a su par boliviano, David Choquehuanca, “todas las garantías” de que no apoyará el “empuje autonómico” de Santa Cruz. Aún así, recibirá a Ortiz “de manera no oficial”, de tal suerte que, en la misma línea, podrían ser “no oficiales” los apoyos que contra el gobierno de Evo Morales llegara a brindar (ya los obtuvo en Colombia, y del Distrito Federal de inmediato parte con rumbo a Estados Unidos).
En todo esto hay un resultado obvio. Pablo Villegas, uno de los analistas bolivianos más confiables, lo plantea así: “tomando en cuenta la ya por demás obvia injerencia de Estados Unidos en la crisis boliviana, podemos comprender que la secesión de Santa Cruz podría convertirlo en un nuevo Guantánamo, como Kosovo, donde los estadunidenses construyeron una base militar visible desde el espacio, por su dimensión. La situación que adquiriría Estados Unidos en Santa Cruz le daría una influencia excepcional sobre una extensa área de grandes riquezas naturales (hidrocarburos, minerales, agua y biodiversidad), caracterizada por el predominio de terratenientes agroexportadores vinculados a las mayores trasnacionales de transgénicos, y sobre la red de transporte e infraestructura más densa de la zona comprendida en la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana. A partir de esta posición podrá zarandear a los países de la región, utilizando a los terratenientes y otros sectores ‘primaristas’”.
El problema de Bolivia, subraya, “es que las trasnacionales petroleras, a título de autonomía, y en alianza con los sectores primarios más retrógradas, están llevando al pueblo a una guerra fratricida”. Mientras el pueblo se desangre, continuarán exportando el gas de Bolivia y los terratenientes madereros, mineros, etcétera, exportarán lo suyo. Esto es lo que el prefecto de Santa Cruz ha llamado la “exportación autónoma” que regirá a partir del 5 de mayo. La cuestión es: ¿Quién comprará los objetos robados a Bolivia? ¿Quién permitirá el paso de estos objetos robados por su territorio?
Las rebanadas del pastel:
En su encuentro “no oficial”, además de café y galletitas, ¿qué le ofrecerá la secretaria Espinosa al boliviano golpista disfrazado de presidente del Senado? ¿La SRE algún día comprará radar y brújula?... Un abrazote a Blanca Alicia, por sus 15.
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