Luis Linares Zapata
El descontento entre los mexicanos tomó de nuevo las calles al tiempo que las cúpulas moradas de las jacarandas quedan esparcidas, moribundas, por banquetas, parques y camellones citadinos. El vasto territorio de este depredado país también verá como la caída del amarillo roble al unísono del rojo anaranjado del flamboyán descubren el enojo de amplísimas capas de la sociedad rural. Sólo las frágiles buganvilias acompañarán, un rato más, la insurgencia que despierta para defender la riqueza nacional ante la amenaza de su entrega a los extranjeros y a sus avarientos socios locales.
La decidida organización de las fuerzas opositoras detuvo la parte más atrabiliaria de la estrategia del gobierno. Calderón, sus jefes y apoyadores que lo empujan, pensaban finiquitar el molesto artículo 27 constitucional. Subsiste la parte sustantiva del propósito privatizador de la industria petrolera. Las fintas del discurso priísta de elite confirman sus firmes acuerdos tras bambalinas. La mancuerna PRIAN volvió a dar sólida muestra de su indisoluble alianza que muchos de sus difusores afines proclaman como trágica equivocación de la izquierda, en preciso de esa fracción que arropa y sigue a López Obrador. Una tribu radical que no usa su fuerza legislativa con oficio y sagacidad, concluyen orondos. La que malgasta el capital adquirido con tanto sacrificio, remacha el griterío. La que lleva el signo de la derrota en la frente. Es por ello, vocean iracundos, que el PRI regresará al poder. Y que la derecha va concretando sus pulsiones contra reformistas.
Pero las consecuencias de tal amasiato legislativo y la mancuerna sellada en el accionar cotidiano (exculpar a Mouriño, por ejemplo) al evaluar sus productos con otros criterios, resaltan sus aristas defectuosas, trágicas cuotas para las mayorías del país. Aspectos como el bienestar de la población o su impacto en el desarrollo económico no aparecen en este panorama idílico, cínico y pagado la mayor parte de las veces. ¿Cuántas reformas (Fobaproa, IMSS, pensiones, Bancos, ISSSTE) han pasado la mancuerna PRIAN en el último cuarto de siglo y cuáles han sido sus resultados medidos en alegría familiar, igualdad, educación y retiro digno, seguridad pública, esperanzas de futuro para millones, oportunidades de crecimiento y seguridades de empleo? Es en esos indicadores vitales donde el aparente o real abandono de un escenario truqueado cobra sentido. Es ahí donde se deben comparar con las aportaciones de una izquierda quisquillosa que rehúsa parlamentar con mafiosos que presumen habilidad. Es en ese hueco, al parecer dejado por torpeza, donde las maniobras legislativas a que tan afines son los panistas de doble moral y los priístas de cínico comportamiento se observan con claridad y resaltan valores de corte humano y popular que definen a la izquierda. Con tales estándares hay que aquilatar la sabiduría de una fuerza política que reincide en defender el interés colectivo y no da tregua a su lucha por contrariar los masivos privilegios que plagan y ahorcan al Congreso.
Con soberbia, los difusores que acompañan al oficialismo decretan la muerte de la izquierda y, con mayor furia, e infectado tedio de gente bien, la del presidente legítimo de México. La apelación esgrimida por intelectuales conservadores, periodistas resentidos y conductores de consigna es de una simpleza enternecedora. Sostienen, como argumento superior inapelable, las derrotas electorales de la izquierda (perredismo) o sus divisiones internas. La sentencia llega terminal: el decaimiento inevitable de la izquierda, su entierro a campo abierto.
Pasan por alto los tropiezos del priísmo en las urnas que han llegado a colocarlo como tercera fuerza con sus dos derrotas consecutivas a cuestas. Agrandan sus triunfos locales, como si fueran fruto del apoyo del votante y no de las onerosas compras de simpatías (respaldadas por discrecionales excedentes petroleros). Se olvidan de las recientes quiebras panistas y sus precarios mandatos en concordato o la desbocada corrupción e ineficiencia de sus altos funcionarios. Un cuadro así dibujado no forma parte de la película ensayada, pero compartida en el espacio colectivo de la información y el análisis. Bajo la égida de los empresarios de medios homogeneizados se esparce la especie de una izquierda locuaz, secuestrada por AMLO, enfilada al abismo por su permanente negativa a la negociación. La íntima naturaleza de la política despreciada, arguyen con remilgo y la satisfacción del glamur anquilosado. Las incontables voces ignoradas de la gente común son ignoradas por esos tirios del micrófono y troyanos de pantallas sin credibilidad.
El ejemplo más acabado de la inoperancia de la izquierda es su postura intransigente, gritan aquellos que quisieran verla subordinada a los grupos de presión o atenta a consejos fingidamente desinteresados. Es debido a ello su marginación en el diseño de la reforma energética: la de Calderón, la del trinquete del PRIAN y sus satélites.
La manga ancha corruptora bajo la forma de una flexibilización en Pemex ha sido planteada por una burocracia atrincherada en los puestos de mando y por sus aliados que son voraces socios depredadores. No quieren, tales salteadores, traba para sus tropelías. De aprobarse la indigna iniciativa, se repartirán el inmenso botín a sus anchas. Han elucubrado una ruta sinuosa para esquivar el mandato constitucional y hacerlo inútil. No privatizarán, repiten, sólo dejarán entrar al capital externo en la delicada e inocua forma de empresas especializadas. Aceptarán a constructores de refinarías que darán un fácil servicio de gasolinas. Se dejarán acompañar, mediante contratos directos adornados de bonos de rendimiento, en la búsqueda de yacimientos profundos y, por natural derivación, otros más en tierra firme o aguas someras. Duplicarán, en pocos años y en manos privadas, la red de ductos que nada tienen que ver con la seguridad nacional, dirán orondos. En fin, un hermoso paquete de venta al por mayor y ante postores agradecidos. Veremos lo que dice la gente en la calle, en los caminos, en las plazas y hacia dónde dirige su postrer veredicto en esta aguerrida lucha por las fuentes de la energía nacional que ya entran en calor.
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