Sonora, el saldo ambiental de Bours
Hermosillo, Son., 12 de mayo (apro-cimac).- Ocupado en acrecentar el patrimonio personal y familiar, en promover nuevos desarrollos turísticos e inmobiliarios, y en apaciguar los escándalos por sus presuntos nexos con el narcotráfico, el gobernador Eduardo Bours Castelo ha desatendido un viejo reclamo de sus gobernados que tiene que ver con la conservación y salvaguarda de los recursos naturales, y la protección del medio ambiente en la entidad.Y es que, a un año de que termine su gestión, los problemas en ese renglón lejos de aminorar van en franco ascenso, dice la ambientalista Rosa María O’leary, en cuyo honor se acaba de instituir el premio que lleva su nombre y recibirán los activistas que se distingan por su lucha en favor del medio ambienteEn entrevista, la química de profesión habla de la potencial crisis ambiental que se cierne sobre Sonora, la segunda entidad más grande del país.Enuncia, por ejemplo, que la actividad minera, particularmente la que desarrolla el Grupo México, es una de las principales fuentes de contaminación del agua y del suelo en la región. Con base en estudios realizados en los últimos años, afirma que la mayor parte de los desechos generados por esa actividad industrial afectan directamente las granjas acuícolas de la región.No es lo único. Sostiene que el uso indebido de plaguicidas es otra grave fuente de contaminación de la tierra fértil y, por ende, de los alimentos. Asegura que los agricultores utilizan plaguicidas que en otros países ya fueron desechados por ser cancerigenos. Dice que en ese aspecto ya lograron un avance: que no entren al país productos que estén prohibidos. O’leary Franco menciona que otro tremendo pasivo ambiental que arrastra Sonora es el basurero tóxico, conocido con el nombre de Cytrar.Según ella, ese sitio alberga actualmente unas 300 mil toneladas de basura tóxica, entre ellas una celda eléctrica que perteneció a la planta automotriz Ford. Dicha celda, dice, esta supuestamente sellada, pero nadie lo ha corroborado hasta ahora.Recuerda que hace tiempo técnicos de la empresa canadiense Pro Eco, estuvieron en ese lugar para evaluar los riesgos que entrañaba la presencia de dicha celda, pero menciona que los especialistas ni siquiera la tocaron. “Ellos estaban, realmente, espantados porque había mucha radioactividad en ese lugar”.La química dice que a pesar del equipo tecnológico que trajo a México Pro Eco, los técnicos nunca pudieron llegar hasta la “geomembrana”.“Se encontraron muchos contaminantes de los cuales teníamos antecedentes por las bitácoras de Semarnat, que, curiosamente, también estaban incompletas”, menciona.Cytrar fue construido a mediados de los años 80 por la planta Ford, como centro receptor de desechos tóxicos, pero no obtuvo la licencia de operación sino hasta 1988.Sin embargo, fue instalado a sólo seis kilómetros de la ciudad de Hermosillo, cuando las normas internacionales establecen que un rango de 25 25 kilómetros de distancia entre un punto y otro.Además, las autoridades ambientales nunca dieron información sobre el tipo de desechos depositados.Ante tales anomalías, grupos ambientalistas lograron que las autoridades federales clausuraran el basurero en 1998.Pero el peligro no desapareció: ahí, al aire libre, quedaron miles de toneladas de desperdicios tóxicos, cuyas partículas llegan a la ciudad, empujadas por los vientos.No es casual que las autoridades federales y estatales tengan considerado a Cytrar como uno de los principales “focos rojos” en materia de riesgo ambiental en el país.
El caso de Grupo México
En el caso de Grupo México, la especialista denunció que todas las lagunas de evaporación de la mina van a parar a los ríos de la entidad.Dice que la actividad minera está asociada directamente con la contaminación derivada de la propagación del arsénico. De acuerdo con O’leary, un estudio realizado en la franja norte del país reveló que Sonora es la entidad con más altas concentraciones de arsénico en el agua.Advierte que uno de los lugares más afectados es Caborca, donde se encuentra la minera Peñoles. “Se piensa que una se opone a esos proyectos porque se opone al desarrollo. Pero un verdadero desarrollo implica un crecimiento integral de toda la comunidad, y tanto inversionistas como gobierno no han querido integrar a los miembros de las comunidades”, acusó. Puso otro ejemplo, el caso de la empresa Molymex, que vierte sus aguas residuales al río. Se trata de una tostadora de molibdeno de origen chileno que tuesta y separa ese elemento proveniente de Perú, proceso que genera altas concentraciones de plomo. La activista destaca, así mismo, que la Procuraduría y la Secretaría del Medio Ambiente “siempre nos negaron que el plomo que había en Cumpas fuera de la tostadora”. Y lamenta que nos hayamos convertido en la maquiladora de América del Sur, de Chile y Perú. Otro “foco rojo” en la entidad es el que padece la población de Mulatos, donde, dice, se ubican las mineras canadienses, “que nada dejan a la economía mexicana y solamente nos heredan contaminación y muerte”.
Deforestación, agua y plaguicidas
La deforestación es otro pendiente del gobernador Bours Castelo. Según la especialista, el pastoreo es el principal agente depredador.Comenta también que el problema con los plaguicidas se agrava en el sur de la entidad, pues en esa región se han encontrado órganos clorados en flora y fauna de Yavaros, un pueblo pesquero.Además, en ese mismo lugar un grupo de adolescentes presentó signos de debilidad, temblores, dolores de cabeza y desmayos, lo que llamó la atención porque al parecer se trataba de un hecho inexplicable. Incluso el secretario de Salud local, Raymundo López Vucovich, consideró que se trataba de un caso de “histeria colectiva” producida por juegos como la Ouija. Sin embargo, la ambientalista aventura: “Se sabe que son los plaguicidas órgano clorados los que producen estos cuadros, no obstante que las autoridades no lo acepten”.Por último, recuerda el caso de una remesa de varilla radioactiva procedente de Ciudad Juárez, Chihuahua, en cuyo proceso de fundición accidentalmente la mezclaron con una cápsula de cobalto, hecho que contaminó toneladas de varilla que se distribuyeron en varias entidades.Refiere que el problema se detectó fortuitamente, pues una parte de esa varilla se exportaría a Estados Unidos y, al pasar la frontera, los detectores de radioactividad encendieron la alarma, por lo que se tuvo la certeza que esa varilla había sido fundida con uranio, con las respectivas consecuencias para la salud de quienes estuvieran expuestos a su cercanía.
Premio Rosa María O’leary
Por su parte, Sandra Martínez, coordinadora ejecutiva de la Red Fronteriza de Salud y Ambiente (RFSA), dijo que instituyeron ya el reconocimiento “Rosa María O’leary Franco” para premiar a los activistas que se distingan por su lucha en favor del medio ambiente. Dijo que decidieron llamarlo “Rosa María O’leary Franco” como un reconocimiento a la lucha de la ambientalista sonorense.El premio Rosa María O’leary se entregó por primera vez el pasado 26 de abril a Enrique Montaño Guzmán, fundador y presidente del comité pro limpieza del río Magdalena.
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