La decadencia del Grupo Monterrey
Monterrey, N.L., 16 de junio (apro).- El poderío que económico y político que llegó a ostentar el Grupo Monterrey durante varias décadas está en franca decadencia.Sin poderse adaptar al mundo globalizado, representantes de ese clan empresarial no sólo han perdido el control de varias de sus empresas, sino también sus nombres han desaparecido de manera gradual de las selectas listas de millonarios mexicanos.Según estudiosos que se han dado a la tarea de analizar y documentar el comportamiento de la clase empresarial regiomontana el panorama luce todavía más sombrío después de la muerte del “guía” de la clase empresarial regiomontana, Eugenio Garza Lagüera.Jefe del clan Garza Sada, núcleo familiar de los industriales que dio origen al llamado Grupo Monterrey, Garza Lagüera falleció el pasado 24 de mayo a los 84 años de edad. A sus funerales asistió gran parte del jet set mexicano, el presidente Felipe Calderón –en visita no oficial-- y parte de su gabinete, así como los gobernadores de Nuevo Ledón y Sonora, Natividad González Parás y Eduardo Bours Castelo.“Fue un hombre que amó el trabajo y fue muy responsable con el país. La verdad es que él y su generación hicieron posible una buena parte de la modernización económica de México. Su pérdida es muy lamentable”, dijo Calderón a los reporteros que lo abordaron durante los funerales del empresario.Eugenio Garza Lagüera fue hijo del industrial y fundador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), Eugenio Garza SadaComo presidente de Valores Industriales (Visa), antecedente corporativo de Femsa, Garza Lagüera sucedió a su padre, asesinado en 1973 por un comando armado, presuntamente de la Liga Comunista 23 de Septiembre, durante un intentó de secuestro. El clan que controlaba los hollding surgidos en torno de la Cervecería Cuauhtémoc, con presencia en diferentes ramos productivos, se escindió entre familiares, y se crearon los corporativos Vitro, Cydsa, Alfa y Femsa.Sin embargo, Garza Lagüera se mantuvo como la figura de la elite empresarial, al grado de comparársele con la familia de los norteamericanos Rockfeller.“Esto ya se acabó”, dice Abraham Nuncio, autor del libro El Grupo Monterrey, quien afirma que éste enfrenta la peor crisis de su historia, al arrastrar problemas desde 1982 y estar desamparado por el Estado, a cuya sombra creció, debido a la falta de inversión en ciencia y desarrollo tecnológico.“Es un puñado de industrias pobres desde el punto de vista tecnológico, viejas sin capacidad de renovación. Los empresarios fungieron como intermediarios de las desincorporaciones paraestatales con inversionistas extranjeros, de manera semejante a lo que quieren hacer con Pemex”, dice.Y agrega: “Este empresariado se debilitó porque ya no tiene los bancos que manejó, con los que operaba préstamos para financiarse”.Para Nuncio, considerado uno de los críticos más severos de los empresarios de Monterrey, junto con la muerte de Garza Lagüera, hay signos de decadencia muy claros y, aunque “sigue teniendo incidencia (política y económica), es una burguesía frívola, que da ejemplos por todas partes de ser la madrastra de Blancanieves. Ya no existe un afán constructivo, disciplina, ni tiene la fuerza del liderazgo de antes”.La ausencia de liderazgo empresarial es advertida no sólo por los críticos de la elite empresarial. Gonzalo Mitre Salazar, doctor en ingeniería industrial, trabajó durante casi 30 años en el Tecnológico de Monterrey, donde llegó a ser rector de la zona norte de México. Con la muerte de Garza Lagüera, Mitre Salazar ve un horizonte sombrío para la clase empresarial regiomontana: “Veo el futuro con preocupación. Salvo algunos empresarios, cuyos nombres no mencionaré, no veo a muchos con esa visión, esa definición de principios, esa entrega, esa ayuda a la comunidad y a los trabajadores, una cultura que viene desde don Eugenio Garza Sada”.
Encumbramiento y caída
Según los investigadores, el empresariado de Monterrey tiene una formación de padres y abuelos que, dicen, ejercen un paternalismo patronal autoritario. Anclados en viejas prácticas, añaden, han visto perder sus empresas, incapaces de integrarse a la dinámica global de los negocios.Para Nuncio, el empresariado fue beneficiado en la etapa de desarrollo del país, donde un Estado fuerte requería de sus insumos, principalmente acereros, para el desarrollo de infraestructura.Por su parte, la investigadora Lydia Palacios explica que, en el momento en que tuvieron oportunidad de incrementar sus fortunas, enfrentaron graves problemas, al comprar infinidad de empresas de diversa índole, en las que se hubo una serie de huelgas que ocasionaron pérdidas económicas.El momento crucial para Garza Lagüera y el clan Garza Sada fue en 1982, cuando la crisis mexicana y la estatización de los bancos, constituyó un fuerte golpe al empresariado regiomontano.El historiador Oscar Flores Torres, catedrático de la Universidad de Monterrey, afirma:“Garza Lagüera tuvo que encabezar una violenta reestructuración del grupo en el período de crisis en México, de 1982 a 1988. El Producto Interno Bruto (PIB) de Nuevo León era entonces de 70 por ciento en el ramo industrial, pero cayó al 35 por ciento con el cierre de la Fundidora de Fierro y Acero, en 1986.
Redondea su idea: “Garza Lagüera hizo una reestructuración de las empresas, logró salvar las deudas externas a través del FICORCA (Fideicomisos de Cobertura de Riesgos Cambiarios) y, a fines de los 80, empezó a incursionar en el sector servicios”.De acuerdo con la investigadora Lydia Palacios, el saldo de la globalización hasta ahora ha sido desalentador para el empresariado.Explica que la banca está en manos extranjeras, igual que la industria siderúrgica. Y pone como ejemplo a Vitro, empresa que intenta convertirse en una vidriera fuerte e incursiona en tecnologías de diseño, ramo que, dice, está muy avanzado en países nórdicos y podría darle una esperanza. “De otra manera, van a seguir siendo sólo vidrieros”, añade. Vitro, controlada por Federico y Adrián Sada, tiene a dos inspectores permanentemente, enviados por sus acreedores, ya que se encuentra con serios problemas de control de deuda.La misma situación arrastra Cydsa, una industria química en que vivió su mejor época en los años 40 y ahora se ha escindido. El control accionario está en manos de Fintech Advisor, un fondo de inversión que dejó a Tomás González Sada al frente, pero sin ser el dueño.“El balance de la globalización no es positivo para las empresas regiomontanas”, resume Palacios.Sobre el caso particular de Cementos Mexicanos (Cemex), la investigadora aclara que dicha empresa no puede considerarse netamente regiomontana, aunque la familia de Lorenzo Zambrano, dueño de la firma, “es muy rica y ha hecho un buen trabajo gerencial”.Abunda: “Femsa es una refresquera latinoamericana. Y Alfa tiene inversiones en motores importantes, pero sus fuertes siguen siendo, Alpek, que mantiene presencia en Latinoamérica. Los demás empresas se fueron: Protexa, Gamesa, Imsa y Pulsar”.
Desplazados
Desde hace varios años, el clan Garza Sada desapareció de las listas de millonarios mexicanos. En Forbes sólo aparecen los regiomontanos Lorenzo Zambrano Treviño, de Cemex, y Roberto González Barrera, de Banorte y Maseca.No obstante, la revista Expansión, en su lista de empresarios más poderosos del país, en la que no se cuenta la riqueza, sino la influencia, crecimiento y desarrollo, ubica en buena posición a varios miembros del clan:A José Antonio Fernández Carvajal (Femsa), lo coloca en el cuarto lugar, seguido por Dionisio Garza Medina (Alfa), en el cinco; Eugenio Garza Herrera (Signux), en el 19; Adrián y Federico Sada (Vitro) en el 24, y Tomás González Sada (Cydsa), en el 79.Otros empresarios regiomontanos figuran en la lista de Expansión, sin ser miembros del clan: Lorenzo Zambrano se ubica en el segundo lugar; Roberto González, en el séptimo; Manuel Barragán (Arca), en el 27; Julio César Villarreal (Villacero y Afirme), en el 37; Federico Tousseint (Lamosa), en el 40; Eugenio Clariond Reyes (Verzatec), en el 53, y Javier Rivero Santos (Banregio), en el 69. En las dos listas, la de Forbes y la de Expansión, son notables las ausencias de Alfonso Romo (Pulsar); los hermanos Santos (que fueron dueños de Gamesa), y los hermanos Lobo, que sortean la crisis de Protexa.No obstante su poder económico, su influencia política se ha visto mermada. Y es que, durante el sexenio de Vicente Fox, los regiomontanos Reyes Tamez Guerra fue secretario de Educación Pública; Fernando Canales Clariond, de Economía y Energía; Fernando Elizondo Barragán, de Energía, y María Teresa Herrera Tello, de la Reforma Agraria, todos vinculados con intereses del Grupo Monterrey. En el gobierno de Felipe Calderón no hay regiomontanos en el gabinete.
Regio conservadurismo
Ligados a grupos conservadores y a órdenes religiosas como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, y expresamente a la Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM), el empresariado local basó su discurso en la encíclica papal Regnum Novarum, según Abraham Nuncio.Señala que las prácticas paternalistas de la Iglesia han servido para que los empresarios mantengan una relación laboral de control ideológico con sus trabajadores. Inclusive, dice, hay empresas en esta ciudad, que siguen preguntando en las entrevistas de trabajo sobre aspectos religiosos y políticos.Según el investigador de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), el conservadurismo adopta diferentes rostros, como por ejemplo el caso de San Pedro Garza García, municipio donde viven los millonarios y es asiento de corporativos.Ahí, grupos de ciudadanos presionaron para ponerle una hoja de parra en los testículos esculpidos a una réplica monumental de El David, y recientemente, un grupo de mujeres pidió prohibir publicidad con mujeres en bikini... y lo lograron.“En algunas familias pareciera reproducirse el esquema decimonónico de la distribución de los hijos: uno licenciado, otro ingeniero, otro clérigo…”, señala. Ese patrón salta a la vista, dice, en la familia Garza Medina, uno de cuyos miembros, Bernardo, es presidente de Grupo Alfa, y su hermano, Luis, es uno de los jerarcas de los Legionarios de Cristo.Nuncio afirma que en la medida en que prevalezcan intereses financieros en órdenes religiosas, la identificación del empresariado con el clero es casi espontánea. Sostiene: “Aquí se ha hecho crecer considerablemente a los Legionarios y al Opus Dei. Parece que el ojo de la aguja es tan grande que podría pasar una manada de camellos, por lo que al reino de los cielos podría entrar toda la colonia Del Valle (una de las más exclusivas de San Pedro), cuando algunos de sus miembros vayan desapareciendo”.
Migajas de la globalización
La cuarta generación industrial del clan Garza Sada, iniciada con Isaac Garza a principios del siglo XX, seguida por Eugenio Garza Sada y mantenida por Eugenio Garza Lagüera, desplazó ya el apellido del clan en la dirección de la cervecera.En esta generación, la mujer no tiene cabida en la dirección empresarial, aunque participa activamente en labores altruistas o patronatos culturales). Garza Lagüera legó la dirección del corporativo Femsa a su yerno, José Antonio Fernández Carvajal, mientras que las subsidiarias Cadena Comercial Oxxo, Cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma y Coca-Cola Femsa, quedaron en manos de sus otros yernos.Lo mismo ocurrió con su hermano Alejandro Garza Lagüera, quien mantiene un pleito con su yerno, Alfonso Romo: lo acusa de haber malversado recursos que la familia puso bajo su administración y que dejaron a esa parte del clan en la ruina.Otro de los nichos donde el clan Garza Sada perdió su influencia, fue en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), al ceder el control a Lorenzo Zambrano, quien asumió la presidencia del Consejo en 1997, al retiro de Eugenio Garza Lagüera, quien se convirtió en presidente vitalicio honorario.Para Oscar Flores Torres, doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid, legar a Zambrano el Consejo del ITESM, fue uno de los éxitos de Garza Lagüera.“Garza Lagüera permaneció como presidente honorario vitalicio, pero Zambrano, como presidente, favoreció la expansión del Instituto hasta alcanzar 32 campus en todo el país, luego de que Eugenio Garza Sada fundó el sistema con un Campus en 1943”, dice.La investigadora Lydia Palacios define así el éxito económico que tuvieron las empresas del Grupo Monterrey:“Fueron grandes empresas de origen familiar, que lograron posicionarse en momentos de desarrollo e industrialización. Fueron beneficiadas por las políticas de desarrollo económico. En la parte laboral, en esta región se construye una cultura de trabajo por la empresa, que se convirtió en la institución nucleadora de una sociedad en crecimiento.“Es una combinación interesante de espíritu de empresa norteamericano, al crear consumidores propios y donde se dan ciertas prestaciones, aumentos salariales, pero con una gestión laboral tremendamente paternalista, un paternalismo autoritario muy marcado donde la figura sindical estorba”, añade.“Hay que separar el mito del discurso del desarrollo empresarial. Estas personas tuvieron capacidad para adaptarse durante mucho tiempo. Han tenido información privilegiada por su relación histórica con Estados Unidos, y ese espíritu de empresa logró cuajar aquí, lo que es innegable”.Sin embargo, Palacios señala que ante cambios drásticos en las relaciones internacionales del capitalismo no todos los empresarios estuvieron a la altura de responder, como quedó demostrado cuando manejaron los bancos.
Completa:“La perspectiva, con base en la experiencia empresarial, es que pueden reposicionarse pero, para ello, necesitan modificar la lógica empresarial, pues mientras se sigan preocupando de ellos mismos van a seguir vendiendo cocacolas, quesos o maquilando motores de aluminio. Van a seguir recogiendo las migajas de la globalización”.
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