La tragedia en el News Divine indigna y conmueve, pero no sorprende. Lo ocurrido exhibe varios lacerantes problemas. Sin embargo, los que han sido más comentados son la forma de operar de la policía y la licencia del antro, pese a su falta de seguridad. No hay que restarle la importancia que tiene al castigo a los responsables y la reparación del daño a los deudos, pero ante la muerte no hay resarcimiento posible. Por eso creo que el horror de lo que pasó obliga también a una reflexión distinta. Claro que ya Ortega y Gasset dijo que la política no aspira a entender las cosas, pero igual pienso que nuestros comentaristas políticos podrían dedicarse no sólo a buscar chivos expiatorios, sino al menos a enunciar otras cuestiones centrales que están en juego, como la contradicción que existe entre las necesidades de las y los adolescentes y su estatuto de “menores de edad”. El objetivo de la redada en el News Divine fue checar que “menores de edad” no consumieran alcohol o drogas. La categoría “menor de edad” (que incluye desde criaturas de uno, dos o tres años a jóvenes de quince, dieciséis y diecisiete años) ha sido cuestionada por diversos investigadores sociales que registran el acelerado proceso de información que ha desatado internet y su impresionante repercusión entre los adolescentes. En medio de mensajes contradictorios sobre la sexualidad –pues simultáneamente se le alienta y prohíbe; se le comercializa pero no se facilita su sano ejercicio– chicas y chicos en el estallido hormonal de la pubertad inician relaciones, y ensayan las conductas que ven en su entorno: fumar, beber, tener sexo y consumir droga. Para muchos, la aceptación y pertenencia al grupo pasa, justamente, por la imitación de esos hábitos, y sus líderes calcan las conductas de los “mayores”. Pero además de copiar, las/os púberes y adolescentes tienen libido (como todo el mundo), sólo que ellas/os están en ese período de la vida en el que cambios biológicos decisivos irrumpen en el cuerpo, acompañados de transformaciones psicológicas que provocan angustia e inestabilidad emocional. La adolescencia es un momento crítico en el que urge tener orientación y apoyo. ¿Adónde ir?Todas las personas necesitamos contacto social y diversión con nuestros pares, y los adolescentes no son la excepción. Con frecuencia se piensa que les basta el contacto social que tienen en la escuela y alguna fiesta. Pero ni las fiestas familiares son como los reventones, ni todos tienen la posibilidad de hacerlas en sus casas, por lo que entonces se acude a lugares públicos. Y como todo en la vida, hay antros para ricos y antros para pobres, con las diferencias consiguientes en el trato que se recibe y los riesgos que se corren. En algún programa de radio unas madres entrevistadas se quejaron de que no hay lugares donde puedan ir sus hijas/os adolescentes. Y una chica de quince años dijo: “la droga la venden afuera de la escuela; a la tardeada vamos a estar en bola, oyendo música, con los cuates”. Treinta pesos, sin obligación de consumir nada más, y el gusto de estar juntos y tal vez de unos besos, como los “mayores de edad”. No todos los jóvenes pueden aprender a acariciarse y a tomar alcohol en la seguridad de sus casas, y por eso recurren a lo que existe: los antros. ¿Cuándo habrá lugares que, además de dar cobijo a adolescentes (a lo mejor para algo tan inocente como un faje) les ofrezcan un aprendizaje en el consumo de bebidas junto a servicios de consultoría sexual, psicológica y vocacional? Puedo imaginar el escándalo (¡y la bronca política!) que supondría para cualquier instancia gubernamental (del DF o federal) abrir espacios así para adolescentes. Probablemente muchísimos padres y madres pondrían el grito en el cielo y argumentarían su “patria potestad” para prohibirles a sus hijas/os un inicio seguro y paulatino en los usos y costumbres de la “mayoría de edad”. La educación sexual y sentimental que las/os adolescentes reciben en la casa y en la escuela suele ser absurda e ineficaz. Por las creencias ideológicas o religiosas de sus padres, muchísimos adolescentes se ven impedidos de acceder a un ejercicio sano y sin riesgos de su sexualidad, como la masturbación. ¿De qué sirve que las/os adolescentes sean titulares plenos de los derechos humanos que corresponden a los adultos, excepción hecha de los derechos políticos, si ni siquiera pueden contar con espacios donde ejercer sus derechos sexuales y reproductivos? ¿O de qué sirve que incursionen en la sexualidad presionados por sus pares, y no por voluntad propia?El caso News Divine es la punta de un iceberg que oculta cuestiones cruciales sobre las cuales debemos reflexionar. En lugar de clamar porque no cayó determinada “cabeza”, deberíamos exigir que los operativos policiacos vayan dirigidos hacia quienes enganchan en la droga, y no hacia los “menores infractores”. Pero sobre todo, hay que debatir sobre qué servicios debería el gobierno brindarles a los adolescentes durante su difícil y doloroso proceso de “adaptación” a ser “adultos”. Hoy no sólo no se les facilitan espacios seguros para que se relajen y la pasen bien sino que tampoco se les dan opciones para que planteen sus conflictos, se informen y puedan tomar buenas decisiones de cara a su proyecto de vida. l
martes, julio 01, 2008
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