Una diócesis de vanguardia
SALTILLO, COAH.- En la diócesis de Saltillo, los católicos de la comunidad lésbico-gay comienzan a salir del clóset.Aunque en otras jurisdicciones eclesiásticas ellos son condenados, aquí, por el contrario, participan en discusiones teológicas sobre su preferencia sexual e incluso organizan una misa mensual que algunas veces oficia el obispo Raúl Vera López; cuando es así, colocan sin inhibiciones la bandera del arco iris, el emblema adoptado por la comunidad homosexual internacional.Este grupo lésbico-gay eligió como su santo patrono a San Elredo de Rievaulx, un monje británico del siglo X a quien reivindican también los grupos episcopales gay en Europa por sus reflexiones homofílicas.La comunidad de San Elredo fue creada hace seis años por iniciativa del sacerdote Robert Coogan y de algunos jóvenes homosexuales, poco después de la llegada del obispo Vera López a esta curia. Con una estructura semejante a la de los grupos de jóvenes católicos, la comunidad se reúne cada semana para discutir sobre temas de salud, derechos humanos, psicología, cultura… Uno de sus logros consiste en haber acercado a lesbianas y homosexuales con sus padres, quienes ahora comparten sus experiencias y se reconcilian con sus hijos.Según Coogan, la comunidad de San Elredo nació como un grupo de iglesia, pero comenzó a integrarse paulatinamente a la estructura de la diócesis. “Jesús nos enseña que cada ser humano es amado por Dios y tiene una dignidad que viene de él, no de la sociedad ni de la Iglesia. Cuando hay rechazo en una sociedad o hay intolerancia dentro de la Iglesia, se va en contra del plan de Jesús y hay que corregir la situación”, sostiene el prelado.Y señala que eso no significa que la Iglesia acepte por completo las preferencias sexuales diferentes. A su vez, el obispo Vera López asegura que la Iglesia no concibe las relaciones sexuales fuera del matrimonio; quien las tenga, sea heterosexual u homosexual, se encuentra igualmente en pecado. Pero admite que “la Iglesia nunca debe dejar de profundizar junto con las ciencias en el conocimiento del ser humano; cambiar es su obligación”.En la década pasada, la comunidad lésbico-gay fue perseguida y vapuleada por los cuerpos policiacos en Torreón y Monclova. El año pasado, cuando se discutió la reforma al Código Civil para integrar la figura del Pacto Civil de Solidaridad, que permite la unión entre personas de un mismo sexo, legisladores del PAN y del PRD arguyeron que sus principios religiosos les impedían aprobar la iniciativa; finalmente ésta fue aprobada con el voto mayoritario de los priistas.Sin embargo, los obispos de Piedras Negras, Alonso Garza, y de Torreón, José Guadalupe Galván, se manifestaron en contra, a diferencia de Vera López, quien declaró que todo ciudadano, cualquiera que sea su preferencia, debe tener garantizados sus derechos, siempre que no se vulnere la figura del matrimonio.
“Hay límites”
En entrevista con Proceso, Raúl Vera admite que su postura ha desatado polémicas dentro y fuera de la Iglesia. “Incluso me han acusado de ser gay”, dice sin inmutarse. Y explica: “Yo me siento más pastor cuidando a la oveja más expuesta y débil, al más pequeño. Jesucristo siempre puso su mirada allí. Mi experiencia ha sido una prueba de la fidelidad al Evangelio, porque nuestra fidelidad la medimos por nuestra capacidad de estar con la gente que sufre”.
–No parece una constante en todas las diócesis en México –se le comenta.
–Bueno, a lo mejor otras diócesis trabajan con la comunidad gay pero les da pena decirlo. Ve tú a saber… pero es nuestro deber llevar el Evangelio a la comunidad lésbico-gay y hacerlos sujetos del Evangelio, que ellos lo transmitan también. Yo considero que si la Iglesia no está atenta a los pobres y a los que sufren, está perdiendo su función.“Conozco a muchos homosexuales que se manejan con el mejor de los equilibrios en su vida. Igual que como se debe manejar un célibe o un heterosexual. Es como el indígena que es excluido porque es diferente, y muchas veces es precisamente eso lo valioso. Hay mucha gente que sufre horrores y debo estar con ellos.”Sin embargo, el obispo de Saltillo considera que hay límites, sobre todo en lo que atañe al matrimonio. Dice: “Hay una moral clara respecto de la sexualidad pues los actos de esta índole no se entienden fuera del matrimonio; éstos están ligados a la concepción de la vida y a la reproducción de la especie. Y en el contexto en que se debe hacerse (el acto sexual) es el matrimonio para que garantice la función que el hombre tiene de proteger la vida y conservarla. Esta es una concepción teológica y antropológica de lo que es el matrimonio”.Según Vera López –quien el sábado 21 declaró al Zócalo de Saltillo que él estuvo enamorado una vez y que incluso fue novio de una joven a la que abandonó para irse al seminario–, en el orden moral, a una persona con preferencias sexuales diferentes la Iglesia le pide una conducta semejante a la de un heterosexual.“La diferencia que hace la Iglesia es muy clara para evitar confusiones. Muchas veces se quiere hacer ver que la Iglesia condena a los homosexuales; eso no es verdad, empezando porque las preferencias sexuales diferentes obedecen a circunstancias que no son manejadas ni siquiera por las personas que las tienen”, dice.Y agrega: “La sexualidad no es una genitalidad, es algo más amplio. Nadie quita el valor de la amistad, el intercambio de los bienes, la amistad de benevolencia”.Incluso cita a Aristóteles para explicar que existen diferentes tipos de relación: la amistad útil, como instrumento esclavizante; de concupiscencia, que tiene que ver con la satisfacción de la amistad, y de benevolencia, que el concepto que Santo Tomás adopta para asimilarla a la caridad, la amistad del hombre y la mujer, del hombre y el hombre, de la mujer y la mujer.De esa concepción aristotélico-tomista, el obispo de Saltillo pasa a lo divino y concluye: en el cristianismo se cree en la vida eterna, donde ni la genitalidad ni la sexualidad ni la reproducción importan.Respecto de los célibes, la preferencia heterosexual y homosexual se rige bajo las mismas reglas de equilibrio y responsabilidad, sostiene Vera López.Precisamente el obispo recibirá en los próximos días al teólogo británico James Alison, quien fue uno de sus alumnos y es promotor de la apertura de la Iglesia a la homosexualidad, así como partidario de que se suspenda el celibato. Alison se entrevistará con los integrantes de las comunidades lésbico-gay cercanas a la curia, así como con los sacerdotes de la diócesis de Saltillo. l
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